Otra reforma electoral, otra negociación política y de nuevo las resistencias del PRI a perder privilegios. La reciente iniciativa de reformas electorales, que se aprobó el pasado 29 de abril por el voto de la oposición (PAN, PRD, PT y PVEM) en la Cámara de Diputados, es un intento de terminar con las ventajas que todavía conserva el PRI como partido de Estado y tener elecciones equitativas y transparentes en el país. Ahora la reforma tiene como destino el Senado (donde el PRI tiene mayoría), y muy probablemente le espere una muerte segura. Sin embargo, unas horas después se negoció --entre PRI y PAN-- la integración del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), con lo cual se abre la posibilidad de negociar algunas partes de la reforma electoral.
Veamos por qué razones el PRI no aceptó la reforma y por qué esos cambios podrían hacer la diferencia en el 2000.
1) Coaliciones. El actual código electoral (el Cofipe) establece serias limitaciones para que los partidos puedan coaligarse, como la pérdida de recursos, menor acceso a medios de comunicación, disminución sensible de representantes, por lo que en lugar de que una alianza pueda fortalecer, debilita. Con las cifras electorales de una oposición unida, el PRI difícilmente conservaría el poder.
2) Voto en el extranjero. Según los cálculos del estudio del Instituto Federal Electoral (IFE), para el 2000 el universo de mexicanos en el extranjero, en sus diversas situaciones migratorias, sería de casi 11 millones de personas, o sea 15.3 por ciento de mexicanos en edad de votar; simplemente los que se encuentran en Estados Unidos son 8.8 por ciento, más de 6 millones de mexicanos en edad de votar. Ya están los estudios y la logística para resolver el problema, pero, Ƒcuántos de esos votos serían por la oposición? Es un riesgo que el PRI no quiere correr.
3) Quitar la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados. Actualmente existe un premio de 8 por ciento al partido que obtenga la mayoría de votos; en 1997 ni con ese factor pudo el PRI conservar la mayoría absoluta (50 más uno); pero, la esperanza muere al final y el PRI considera que si obtiene 43 por ciento en el 2000, puede volver a tener la mayoría, por eso no le interesa quitar ese mecanismo que crea mayorías artificiales e inhibe la negociación legislativa.
4) Equidad en el acceso a los medios: radio y televisión. Las reglas actuales significaron un avance respecto de las anteriores y las elecciones de 1997 fueron una muestra de ello: por primera vez la oposición pudo estar en la pantalla chica en horarios triple A, privilegio que sólo tenía el PRI. Ahora se quiere aumentar los tiempos mensuales de 15 a 30 minutos, elevar de 200 a 300 horas el tiempo para la elección presidencial, entre otros cambios, lo cual implica que el PRI tendría una oposición con mayores armas para competir.
5) Aumentar la capacidad de fiscalización del IFE. Todavía hoy las reglas dejan escapar peces grandes, por lo que se trata de fortalecer a la Comisión de Fiscalización para que pueda auditar durante las precampañas y campañas. Las elecciones locales de 1998 mostraron que el talón de Aquiles de una competencia equitativa es el excesivo gasto de los partidos políticos y la incapacidad de los organismos electorales para controlarlos. Con esta nueva capacidad se podría garantizar de mejor forma la equidad.
6) Impedir la propaganda gubernamental. La propuesta es que varios meses antes de las elecciones el gobierno deje de hacer propaganda.
7) Prohibir el corporativismo. Se trata de cerrar el paso a las formas de presión y coacción sobre el voto, situaciones a las cuales están sometidos millones de mexicanos por motivos de pobreza, actividad profesional o simplemente por chantaje. Estos métodos son muy usados en el PRI.
Con la aprobación del IPAB gana el gobierno y se vuelve a quebrar la alianza opositora. De nuevo los panistas optaron por hacer el rol de bisagra pragmática y negociar con el PRI y el gobierno, con lo cual se debilitan las posibilidades de las alianzas amplias de oposición. Tal vez se logren algunos cambios electorales, tal vez no; por lo pronto, hay IPAB y no reforma electoral.