n Develan placa por El horror económico


Teatro itinerante, el que impulsa la compañía de comedia La Chinga

Como la primera vez, y como lo hicieron durante las 55 representaciones ųdesde marzo del año pasadoų, el grupo de actores de la compañía La Chinga compartió, la tarde de ayer, historias sugeridas acerca de un México que no escapa de su "horror económico", ante un público "sencillamente ciudadano" en la plaza Hidalgo, de Coyoacán.

Entre los espectadores se dieron cita la escritora Elena Poniatowska y la nueva delegada política, Laura Itzel Castillo, quienes, como decenas de jóvenes y niños, constataron el dominio de La Chinga de un proyecto artístico surgido con la intención de utilizar personajes propios de los arquetipos populares.

De acuerdo con Jesusa Rodríguez, creadora y directora de este espectáculo, la actuación que presentaron en diversas plazas de esta ciudad alcanzó un nivel de madurez que, en materia de teatro interactivo, recupera el concepto de la sátira política ante un imaginario colectivo que se vio reflejado en esta propuesta de comedia mexicana contemporánea.

A partir del montaje titulado El horror económico y a través de la dinámica sugerida por Jesusa y Clarissa Malheiros, el público se convirtió en el personaje central, a manera de diseñador de soluciones satíricas a los "grandes problemas nacionales".

Como producto de la investigación corporal, vocal, musical y documental de los arquetipos populares mexicanos, y muy lejos de la copia de modelos teatrales extranjeros, la compañía La Chinga se basó en las litografías mexicanas de fines del siglo XIX y principios del XX, realizadas por artistas como José Guadalupe Posadas o Daniel Cabrera.

De este trabajo se desprendieron los personajes básicos, como El Hijo del Ahuizote, quien personaliza al periodista perseguido y reprimido, o bien, la lucha del arte por la libertad; Doña Caralampia Mondongo, el espíritu de la crítica; Don Catrín de la Fachanda, el farsante pretencioso; La Jamona, la vieja socialité que persigue jovencitos; El Dictador, el poder y el autoritarismo; El Padre Cobos, el anticlericalismo; El Maromero, el político que siempre cae bien parado; El Lépero, el eterno jodido, el del contagio moral; El Pulque, la inspiración que siempre está presente; El Pelado, el constructor de la nación; La China, la dama valiente del pueblo; El Cuico, policía pícaro; y La Patria, como alegoría de la libertad.

La participación de un público conformado por ciudadanos de todas las edades, en este teatro itinerante, confirmó el espíritu de un proyecto que, aun cuando no pretende competir con la televisión, plantea ir más allá del entretenimiento y la creación de estereotipos.

Las miradas y sonrisas infantiles, arrebatadas por las escenas de la última representación de esta temporada, corroboraron la intención de contagiar el espíritu de libertad crítica a partir del arte y el espectáculo.

Con la develación de la placa por las 55 representaciones de la Compañía de Comedia Mexicana La Chinga, el pasado sábado concluye la temporada de El horror económico.