Cuando dan las 16:00, Catalina corre a quitarse el uniforme de mesera. En unos minutos salta a la calle a tomar el primero de dos micros para regresar a casa. Le apura llegar. Le duele dejar con su madre enferma a su hija Leslie, de 11 años.
El lunes, día que descansa, va al centro de rehabilitación para adictos, donde hace un mes internó al mayor de sus tres hijos. Del segundo, no sabe nada.
A Judith, quien trabaja de secretaria por las mañanas, apenas le alcanza el tiempo para ir a su curso de prensa sindical en la Universidad Obrera. Hace 11 años que se separó de su esposo. Desde entonces, cuando esperaba el nacimiento de su segunda hija, tuvo que aprender a sobrevivir: como recepcionista, afanadora, cajera y, en las épocas más duras -las de 1995-, en el servicio doméstico. ``Por suerte -dice de buen ánimo- tengo a mi mamá que me ayuda con las niñas''.
Marcela trabaja en un despacho de abogados. Da asesoría y se encarga de la administración. A las 14:30 recoge de la escuela a su hijo de 9 años y lo lleva a comer. Pero no tiene la suerte de Judith, así que Gaspar pasa todas las tardes en el despacho donde trabaja su mamá. Y conoce bien las reglas: ``No jugar ni hacer ruido''.
Catalina, Judith y Marcela tienen algo en común: pertenecen a ese grupo de 12 millones de mujeres mexicanas que realizan alguna actividad productiva (``población femenina ocupada'' es la categoría de las estadísticas).
``Para las mujeres con hijos es mucho más difícil el desarrollo profesional, su calidad de madres es un factor de descarte, porque se cree que no serán productivas, y además tienen que llegar a su casa a trabajar sin que nadie les pague por el doble esfuerzo'', dice Martha Olga Reyes Alba, de la Red de Mujeres Sindicalistas.
¿Cuántas son?
``No hay un censo específico -dice Reyes Alba-, nosotras calculamos que son 55 o 60 por ciento del total de las mujeres que trabajan''.
Los quehaceres, los hijos y el trabajo
``Las condiciones de incorporación (de las mujeres al trabajo), las labores realizadas y los ingresos derivados de la misma permiten poner en duda hasta dónde los cambios avanzan siempre en el desarrollo más pleno de las mujeres y no en una mayor frustración; dónde la incorporación es forzada y la no reasignación de la carga de las labores del hogar termina en un crecimiento desproporcionados de sus tareas y responsabilidades'', indica el Informe de Política Laboral (número 8, marzo de 1999), de la subsecretaría del Trabajo del Gobierno del DF.
Los datos sobre madres trabajadoras no son muy precisos, pero hay algunas pistas.
La Encuesta Nacional de Empleo de 1996 indica que la tasa de participación en actividades económicas de las mujeres casadas (o en unión libre), solteras y viudas no rebasa 40%.
En cambio, entre las separadas o divorciadas, la participación en el trabajo supera 70%.
Las mujeres con educación media y superior constituyen la cuarta parte de las mujeres en edad de trabajar, pero representan el 42% de las desocupadas.
En cambio, las mujeres con primaria o menos representan 36% del total y el 11% de las desempleadas.
Lo que sí se sabe es que las condiciones de trabajo de las mujeres están muy por debajo de los niveles ideales y tienen los trabajos peor remunerados del país.
Sólo en el DF representan la mitad de los trabajadores que reciben menos de un salario, cifra que parece muy pareja, de no ser porque la población femenina es apenas la tercera parte de los ocupados en la ciudad.
¿Y afuera? El 75% de las trabajadoras de los estados recibe como ingreso menos de dos salarios mínimos, y 31% no tiene ningún tipo de prestaciones.
El estudio también revela que ``en general, los empleos de tiempo parcial son preferidos por las mujeres o en su defecto se busca contratarlas en dichos puestos''.
Las madres en la maquila
Estampas de la frontera norte: en los 3 mil kilómetros de la frontera de Tijuana a Matamoros hay más de 2 mil plantas maquiladoras.
En la maquila, actividad por excelencia para mujeres trabajadoras, las madres han desplazado a las jóvenes solteras, aseguran especialistas.
En un estudio sobre el empleo y las relaciones laborales de las maquiladoras, presentado en febrero pasado, los investigadores Jorge Carrillo y Kathleen Coperman, del Colegio de la Frontera Norte (Colef), afirman que se ha observado un cambio de criterio en comparación con las décadas pasadas, en las que se contrataba exclusivamente a mujeres jóvenes y solteras.
``La preferencia es por mujeres más grandes, con hijos, a quienes se consideran más responsables, en vez de jóvenes y solteras, sin hijos''.
También hay estudios recientes que muestran un incremento de madres solteras, indican los especialistas.
Y está justificado: ``Las madres solteras tienden a ser trabajadoras más estables, mientras que las solteras son más inestables. Para las madres solteras, el cambio de trabajo es un riesgo, pues el mantenimiento de la casa depende de ellas''.
Además, según Carrillo, hay un importante aumento de mujeres con hijos en puestos directivos, especialmente en las industrias de ropa de Tijuana y Ciudad Juárez.
Sin embargo, la incorporación de las mujeres en cargos directivos, en el ámbito nacional, es aún muy limitada y no tiene ninguna proporción con el trabajo femenino en otras actividades productivas.
Otro dato: la presencia femenina de la categoría de empleadores o patrones es mínima, apenas de 2%. En cambio, el porcentaje de mujeres que trabaja a destajo o sin pago es de 10% en la capital y 22.5 en el interior del país.