n Nunca pensé que Irakere llegara tan lejos, dice el director del grupo
Grabará Chucho Valdés una ópera africana en lucumí para sinfónica
n El pianista anuncia que el tenor Plácido Domingo interpretará a la divinidad Changó
Ernesto Márquez, especial para La Jornada n Hubiera sido imposible que Chucho Valdés no fuera un gran músico. Después de todo el vínculo familiar: su padre es Ramón Bebo Valdés, el legendario pianista, compositor, creador del ritmo batanga; su madre una excelente pianista y sus abuelos, tíos y casi toda la parentela se dedican a algún instrumento musical o a la dirección de orquestas de música bailable.
Cuenta la leyenda que poco tiempo después de aprender a caminar, Chucho ya estaba en el banco del piano, aprendiendo las primeras nociones del instrumento. Bebo se ufanaba con los amigos relatando la historia. ''Y que llego un día a la casa y escucho a alguien interpretando unas melodías en el piano, miro, y me sorprendo al ver a mi hijo de tres años en el teclado".
El pianista recuerda aquello y sonríe. ''Ese mi viejo era una cosa terrible. Al día siguiente llevó un maestro de piano para que me enseñara, porque yo tenía 'algo'".
Africa es la madre
Nacido en Quivicán, pequeño suburbio del sur de La Habana, en octubre 9 de 1941, Jesús Chucho Valdés comenzó en la escuela de música a los ocho años, tocando a los clásicos (Czerny, Chopin, Beethoven). Mientras que Bebo lo adiestraba en casa, en el bebop (Parker, Gillespie, Monk) y, por supuesto, en la música bailable cubana y los cantos sacros afrocubanos.
Pronto trabajó como pianista en grandes bandas y formando sus propios cuartetos y quintetos de jazz ''inspirados en Art Tatum, Thelonious Monk, Bud Powell, McCoy Tyner y Wynton Kelly". Después, en 1973, formó Irakere fusionando el jazz, lo afrocubano y el rock con artistas de primera línea como Arturo Sandoval, Paquito D'Rivera y Carlos del Puerto.
''Nunca pensé que Irakere fuera tan lejos", dice Valdés. ''Pensaba que estaría sólo un periodo en escena, pero el trabajo tuvo su lógica y aún continúa. Cambiamos a personas en la banda, pero ésta subsiste."
Explica que el grupo está capacitado para proseguir porque está integrado por una nueva generación de músicos con habilidades asombrosas gracias al tipo de enseñanza que se imparte en los conservatorios de Cuba.
''Antes Irakere se nutría con músicos provenientes de las orquestas. Ahora son egresados de las escuelas de arte. Jóvenes que estudian bajo un estricto régimen clásico y que en su tiempo libre practican nuestro folclor o experimentan con el jazz.
''En este momento la banda va hacia otro cambio. Involucramos nuevos elementos africanos en las cosas que están siendo tocadas ahora, específicamente los ritmos zulú de Sudáfrica y también música del Congo."
-ƑAfrica sigue siendo la referencia?
-Africa es la madre. Tenemos la tradición Arará, con los tambores batá, que llegaron a Cuba con los esclavos. Este legado nos es transmitido de generación en generación. De Nigeria, Congo y Dahomey trajeron muchos ritmos y tradiciones a Cuba. Los españoles vinieron con su cultura pero también con una gran influencia africana. Casi 800 años de i nfluencia árabe en su cultura y ritmo. Así que en Cuba todo convergió en un lugar.
-El jazz y la música cubana parten de la misma raíz, sin embargo tienen campos muy delimitados.
-Sí, en uno el ritmo es grandioso, pero la armonía es pobre y viceversa. Mi empeño está en lograr un desarrollo amplio en favor de resolver una síntesis. Llevo mucho tiempo de trabajar en ello, tratando de que ambos universos se enriquezcan y creo haber logrado algo.
-ƑExiste alguna predilección?
-La música tradicional cubana me hace sentir bien, pero también me siento así cuando toco jazz puro. Y cada que hago una cosa extraño la otra. Por eso mi empeño en hacerlas coincidir en un solo proyecto.
La línea de trabajo con los elementos básicos del folclor afrocubano que le ha llevado a realizar obras como Misa negra, Tema de Chaka o la más reciente Cantata a Babalú Ayé, continúa ahora con una ópera africana escrita en lucumí para un formato de orquesta sinfónica, conjunto y cantantes. ''Se trata de una obra en la cual se narrará la historia de la santería. Con sus ritmos, sus ritos, sus leyendas y en la cual participarán la Orquesta Sinfónica de Cuba, Irakere, las voces de Amelia Pedrosa, Mayra Caridad Valdés, Lázaro Ros y, šagárrense!, Plácido Domingo quien hará el papel de Changó.
''El proyecto es ambicioso. Se grabará en Cuba y se mezclará en Nueva York. Allí será presentada en estreno mundial y luego emprenderemos una gira europea.''
Solo, mucho mejor
Chucho también está concentrado en sus conciertos a piano solo y con su cuarteto de jazz. ''Me gusta tocar a piano solo o con mi cuarteto de jazz. Solo, el piano es todo mío. Puedo hacer lo que quiera, nadie va a molestarme y no tengo que seguir a nadie. Con el cuarteto puedo desarrollar más en el piano (que tocando con Irakere)''.
En 1992 grabó Solo piano para el sello Blue Note, que fue bien recibido por la crítica, y en octubre de 1998, Bele Bele en La Habana, álbum espléndido en el que participan el bajista Alain Pérez Rodríguez, el baterista Raúl Piñeda Roque y el percusionista Roberto Vizcaíno Guillot, integrantes del Cuarteto Chucho Valdés, que fue nominado a un Grammy en jazz latino.
Por otro lado es pianista en Crisol, una big band cubano-estadunidense dirigida por el trompetista Roy Hargrove, y es invitado de honor en el United States Interest Section's Sunday Jam, donde el año pasado actuó a dos pianos con Michel Camilo.
-Estos compromisos deben interferir en tu desempeño como director de Irakere. ƑCómo te las arreglas para cumplir con todos?
-Aunque mi plan es consolidar mi carrera como solista, le dedico un tiempo a cada cosa.
La percusión, común denominador
-Sin embargo planeas el relevo en la dirección de Irakere.
-Sí, preparo a mi hijo Jesús para que me supla en algunas funciones.
-ƑPiensas que sin tu presencia Irakere ya no será lo mismo?
-No he pensado abandonar el grupo. Mi hijo estará a cargo, pero seguiré como director; trabajaré en los arreglos, en las composiciones y tocaré lo que sea necesario.
-Hay quienes ven a Irakere como una escuela.
-En el jazz cubano todas las bandas han tomado algo de Irakere. Uno puede escuchar extraordinarios combos cubanos como Perspectiva y Klimax, cuyos miembros lo admiten. Marcamos una manera de hacer música utilizando las formas sonoras universales e incorporando elementos novedosos de nuestro folclor con el jazz y las tendencias expresivas de hoy. Por eso hay un antes y un después de Irakere.
-Carpentier dijo en una ocasión que la música cubana resiste todas las influencias del exterior. ƑEso es cierto en la actualidad?
-Los músicos cubanos escuchan la música extranjera que pueden tener en sus manos -aun en estos días de escasez y penuria que es considerable. Se nutren de todo eso. El músico cubano puede absorber el jazz, pop, hip-hop y reggae, y mantener su autosuficiencia. Con todos los elementos del son, rumba, santería... somos nuestra propia fusión. La raíz de todo es la mamá clave: las percusión es el común denominador. Si un músico desconoce esto no podrá concebir la evolución.
-Los cubanos en Miami dicen que todos los buenos músicos han partido de Cuba y que ya no existen más que la abandonen. Y los que están en la isla dicen que todos los buenos están ahí, y ninguno de ellos se iría. ƑTu por qué permaneces allí?
-Estoy en Cuba por mi necesidad de estudiar los ritmos cubanos y sus raíces africanas. Además, me gusta vivir en mi país. Yo no sería el mismo si cambiara de lugar.
-Te molesta que por razones políticas no puedas realizar actividades musicales en los Estados Unidos como quisieras.
-Sí, es frustrante porque la música, el jazz nada tiene que ver con la política. Si los problemas que tenemos hubieran existido en los años cuarenta Chano no hubiera podido trabajar en Estados Unidos, y nunca hubiéramos conocido el jazz latino. Pero cuando esto funcione bien, las músicas cubana y estadunidense vivirán juntas y crearán algo más fuerte que en cualquier lado. Porque el jazz y la música cubana tienen mucho todavía por descubrir.