La Jornada jueves 29 de abril de 1999

Octavio Rodríguez Araujo
¿Por qué la insistencia en las cuotas?

Si todos los estudiantes ahora inscritos en la UNAM pagaran las cuotas propuestas por el rector en el Reglamento General de Pagos aprobado por una parte del Consejo Universitario el 15 de marzo, aquéllas significarían alrededor del 3 por ciento del actual presupuesto de la casa de estudios. Si los futuros estudiantes de nuevo ingreso pagaran de acuerdo con el Reglamento, que exime de cuotas a los más pobres, el porcentaje de lo recaudado por colegiaturas sería todavía menor que el 3 por ciento mencionado. Hay quienes han calculado que la cantidad que se obtendría por cuotas no llegaría al 1 por ciento del presupuesto universitario. ¿Entonces, por qué la insistencia en la ``actualización'' de las cuotas, por parte de rectoría y de sus publicistas?

Se ha dicho en muchos foros que rectoría, con su intransigencia sobre las cuotas, ha provocado el movimiento estudiantil y ahora la huelga en la UNAM. Asimismo, que lo que se inició como un movimiento por la gratuidad de la enseñanza superior se ha ampliado en sus demandas, incluyendo entre éstas la democratización del gobierno universitario. ¿El rector y sus asesores no previeron que así ocurriría? Si no lo previeron, mal asunto; y si lo previeron y aún así continuaron con su proyecto, peor.

Cualquiera que conozca la universidad sabía y sabe que el tema de las cuotas no es sencillo y que con enorme facilidad podía provocar un movimiento contrario. Es de suponerse que el rector y sus asesores conocen la universidad y sabían, aunque sea de oídas, que el tema ha sido controvertible y espinoso desde hace tres lustros por lo menos. Entonces, si lo sabían, ¿por qué insistir en él? ¿Querían provocar un movimiento y coadyuvar con su extraño proceder (como por ejemplo la reunión del Consejo Universitario del 15 de marzo) a la paralización de las actividades docentes en la UNAM? ¿Con qué propósito? ¿Principio de autoridad o defensa del principio neoliberal (dictado por el Banco Mundial) de que todo debe costar y de que la persona que no sea productor o consumidor no tiene cabida en el mundo actual?

Recientemente un amigo me contaba una anécdota muy elocuente y que viene al caso. Un funcionario público les decía a sus oyentes que los aeropuertos, como también las carreteras, los bancos, los ferrocarriles y la electricidad, debían privatizarse. Algunos de sus oyentes le preguntaron si los aeropuertos operaban con pérdidas, y el funcionario dijo que era todo lo contrario, que eran un gran negocio. Entonces otro de sus oyentes le preguntó por qué privatizar algo que le dejaba buenas ganancias al Estado, y el funcionario respondió escuetamente que era por principio, porque así lo exigía la economía mundial en los tiempos actuales. Nadie entendió nada, como tampoco entendemos por qué, por un porcentaje minúsculo del presupuesto de la UNAM, supuestamente recuperable por la vía de cobrar cuotas de colegiatura, se provoca un movimiento que todos sabíamos que se iba a dar y, eventualmente, a extenderse por todo el país.

Aceptando sin conceder que el cobro de cuotas en la UNAM sea constitucional, ¿de qué equidad habla el rector con su propuesta de cuotas? Se dice en varios medios que los estudiantes son intransigentes y que su actitud milita a favor de quienes pudiendo pagar incluso cuotas altas se les quiere subsidiar. Hay quienes han sostenido, por este extraño ``razonamiento'', que la izquierda estudiantil hace una huelga para defender posiciones de derecha, pues en el fondo quiere eximir de pago a los estudiantes cuyas familias tienen ingresos superiores a nueve salarios mínimos. Pero se equivocan. La propuesta de rectoría es que quienes tienen ingresos menores de cuatro salarios mínimos no paguen, es decir el 7 por ciento promedio de los estudiantes de licenciatura, y que todos los demás paguen colegiaturas, sin tomar en cuenta que la propuesta lejos de ser equitativa favorece a quienes tienen ingresos promedio superiores a nueve salarios mínimos (alrededor del 50 por ciento promedio de los estudiantes de licenciatura), a costa de los estudiantes cuyo ingreso familiar se ubica entre los cuatro y los nueve salarios mínimos promedio. ¿Por esta pretendida equidad, que no es tal, y por un punto porcentual del presupuesto de la UNAM se han provocado la paralización de ésta y la polarización que ya se percibe entre su comunidad?