Manuel García Urrutia M.
Las demandas del primero de mayo

Se acerca el primero de mayo, fecha en que se conmemora el 113 aniversario de los sucesos de Chicago en casi todo el mundo. Aunque ese día existen movilizaciones obreras a nivel nacional, es la del Distrito Federal la que acapara la atención de la opinión pública. Sin duda, obedece a nuestra cultura centralista y a que en la capital se manejan los hilos del poder --bueno, cuando nos lo permiten el FMI y el BM. Es por ello que las acciones y demandas que enarbolen las organizaciones sindicales en la metrópoli son un buen termómetro para medir su estado de ánimo. Tal parece que nada ha cambiado desde la muerte de Fidel Velázquez, sin embargo, no es así. El sindicalismo oficial, el que pertenece al Congreso del Trabajo (CT), repite sus prácticas, pero ha perdido influencia, liderazgo, rumbo y hasta humor. El sector obrero oficial --me resisto a llamarlo movimiento-- se ha vuelto más dócil tanto en su relación con el gobierno como con los empleadores. Camina a la sombra, como parásito, de las políticas neoliberales, recogiendo las migajas con que se premia su incondicionalidad, y que tiene su expresión más clara en la adjudicación, a ciertos líderes, de contratos colectivos. Nos encontramos, en suma, con un conglomerado obrero inmovilizado, sin proyecto y totalmente desdibujado. Su ``modernización'' avanza por la vía de la mediatización y el control. Es la mejor muestra de que el corporativismo es todavía un fantasma con vida entre nosotros.

El sindicalismo oficial, formado por 35 organizaciones, este primero de mayo sólo hará una concentración en el Zócalo para que el Presidente pueda tener un espacio para legitimar un discurso que intente neutralizar años de políticas antiobreras.

Seguramente escucharemos sobre esa famosa alianza histórica, que sólo existe con los líderes que han lucrado política y económicamente con la misma. Las demandas del acto oficial girarán en torno a los aumentos salariales, buscando minimizar las inquietudes sobre las políticas privatizadoras.

Por otro lado, desde hace tiempo la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) ha intentado representar un proyecto de modernización sindical. Más allá de estar de acuerdo o no con algunas de sus posiciones, es claro que significa un esfuerzo más plural, y si bien dentro de la UNT hay sectores sindicales a la izquierda de sus sindicatos más fuertes, y existen organizaciones y corrientes más radicales, fuera de ella, este año la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ha sido el factor aglutinador del movimiento sindical independiente que, en los últimos tiempos, se ha caracterizado en momentos críticos por mostrar su solidaridad, más que en la unidad orgánica, en su unidad de acción. Se han agrupado los contingentes más destacados de la Coordinadora Intersindical Primero de Mayo en torno al Frente Sindical Mexicano (FSM), y otros más en el Frente Nacional de Resistencia contra la Privatización de la Industria Eléctrica (FNRPIE). Ellos irán juntos este primero de mayo. En un reciente manifiesto de la UNT --incluyendo la Federación de Sindicatos de Empresas y Bienes y Servicios (Fesebes), que es parte de la misma--, el SME y los dos frentes solidarios, FCM y FNRPIE, destacan la pluralidad de sus organismos y cómo esta conmemoración servirá para mostrar su unidad.

Reivindican la autonomía sindical frente al gobierno, partidos, empresarios y otras fuerzas sociales en la defensa de los intereses de los trabajadores. Rechazan el corporativismo y el gremialismo, así como reafirman su lucha contra la política económica actual. Defienden la transformación democrática y la participación de los trabajadores en las políticas públicas y se comprometen a combatir la corrupción en el medio sindical y las privatizaciones de sectores económicos estratégicos. Hablan, en síntesis, de rescatar la dignidad de los trabajadores.

Es seguro que veamos, en el Distrito Federal, una manifestación mayor a la del pasado 18 de marzo, día de la expropiación petrolera y, como ese día, el reclamo obrero dominante será contra la privatización de la industria eléctrica, pero se añadirá un invitado y una demanda adicional: los estudiantes protestando contra el cobro de cuotas en la educación que imparte el Estado, especialmente en la UNAM.

La movilización, sin embargo, mostrará su decisión ante la coyuntura, pero aún sin la contundencia estratégica de un sindicalismo que quiere ser diferente, autónomo y propositivo. La salida del SME del CT debe servir para forjar una nueva unidad y centralidad del movimiento obrero y revitalizar la lucha social por la democracia y la libertad sindical.