Quienes aseveran que la eutanasia no es ética descansan sus argumentos en varios principios. Sobresalen la asociación entre ejercerla y matar, la "no autonomía" del ser humano y la posibilidad de que se relajasen, en caso de aprobarla, los fundamentos morales que guían a la so- ciedad. Dicen a la vez que su aceptación podría conllevar también juicios inadecuados, tanto médicos como comunitarios, por lo que su aplicación podría generalizarse e imponerse a grupos des- protegidos, como podrían ser viejos, niños con malformaciones, personas con enfermedades degenerativas, drogadictos e incluso pobres.
Asimismo, se afirma que la eutanasia es inadecuada, pues los médicos deben encaminar sus esfuerzos sólo a curar, y nunca para ayudar a morir; en este sentido, suele citarse parte del juramento hipocrático: "Nunca suministraré a nadie una droga letal a pesar de que se me solicite, ni tampoco sugeriré la posibilidad de usarla". Agrego que la medicina es una ciencia inexacta, por lo que no puede desecharse la posibilidad de errores diagnósticos.
Aquéllos que la favorecen consideran que el ser humano es autónomo, que respeta la autodeterminación de la persona y que puede ser parte de una relación ideal entre médico y enfermo. Se ha sugerido también que ni en la medicina ni en la sociedad contemporáneas existen las vías para cobijar al enfermo terminal en sus últimos momentos. Otros hablan en voz alta: la eutanasia humaniza medicina y vida, pues dignifica el deseo del ser, amén de evitar sufrimientos innecesarios y prolongados.
Buena parte de los debates actuales se deben a Jack Kevorkian. Iniciativas semejantes a las del patólogo albanés surgieron, por ejemplo, en Oregon, Estados Unidos. En octubre de 1997, después de someterse a un referendo popular, se legalizó el suicidio asistido. La Ley de Oregon para Morir con Dignidad (The Oregon Death with Dignity Act) permite a los pacientes terminales residentes de ese estado solicitar prescripciones letales que deberán ser autoadministradas. No faculta para la eutanasia, en la cual el médico u otras per- sonas suministran directamente el fármaco al enfermo.
Puntos cimentales del acta incluyen que el paciente esté consciente al hacer la solicitud y que su enfermedad seguramente le producirá la muerte en seis meses. Asimismo, el interesado debe hacer la petición por escrito una vez, y solicitárselo a su doctor al menos en dos ocasiones.
La diligencia debe ser corroborada por otro galeno y debe buscarse la opinión de un psiquiatra si se considera que el juicio del enfermo no es cabal.
En contra de algunas advertencias, sobre todo religiosas, a un año de haberse aprobado el acuerdo, el número de enfermos que buscó apoyo médico para acelerar su muerte fue pequeño. Y no sólo eso: los solicitantes no fueron sujetos vulnerables --pobres, sin educación, sin seguro médico.
En la mayoría de los casos, las preocupaciones fundamentales de los enfermos eran miedo a perder la autonomía y/o el control de las funciones corporales; 80 por ciento no estaban completamente incapacitados cuando tomaron los medicamentos, lo que sugiere que lo que buscaban era controlar el momento y la forma de morir. Conviene también destacar que para la mayoría de los pacientes no fue importante su situación financiera, ni la presencia de dolores intratables.
Otros datos deben analizarse: 45 por ciento de los pacientes tuvieron que acudir a dos o tres doctores para obtener la receta, ya que el primero la había negado. Algunos de los médicos afirmaron que haber colaborado exigió una gran carga emocional asociada a la sensación de aislamiento. Comentaron a la vez que temían al ostracismo, ya sea de pacientes o colegas, si se sabía que habían participado en casos de suicidio asistido. A un año de haberse aprobado en Oregon este procedimiento, los familiares y médicos participantes consideran que su ejercicio es adecuado. No existen experiencias similares en el mundo.
Quizá la cuestión fundamental que resume los desencuentros entre las posturas a favor y en contra de la eutanasia podrían resumirse en la pregunta siguiente: si la eutanasia no es ética, Ƒdebe prolongarse indefinidamente la vida de personas en estado comatoso, o cuyos sufrimientos no pueden ser mitigados ni por la ciencia médica, ni por el calor humano, ni por el cobijo que ofrece la religión?. Estoy convencido de que nunca habrá una respuesta uniforme, pero tampoco es imprescindible encontrarla. En cambio, sí es prudente estimular a nivel comunitario la reflexión sobre el suicidio asistido. Si bien es cierto que no es posible ni sano pensar que el ser humano pueda controlar "su vida", tampoco es ético ceder la propia vida a seres ajeno.