Ugo Pipitone
Los Balcanes, inevitablemente
Estaba a punto de escribir una nota sobre los datos del comercio mundial de 1998, apenas publicados por la Organización Mundial del Comercio, pero no puedo. Y me explico. Mientras siguen ocurriendo en Kosovo atrocidades que quizá sería consolador definir "sin nombre", y mientras siguen cayendo bombas que hacen retroceder la economía serbia de décadas cada semana que pasa, me resulta imposible ocuparme de otra cosa que no sea de esa locura balcánica que amenaza con convertirse en disparador de una crisis mundial de proporciones impredecibles. Y aclaro que no considero a Milosevic y la OTAN en el mismo plano. Milosevic es el instrumento de un nacionalismo serbio enloquecido que ha enlutado a los Balcanes convirtiéndolos en los años 90 en un laboratorio de exterminio de masas, en una ocasión de monstruosos retrocesos culturales y en una explosión de odios que demorarán décadas a disolverse en la memoria de los supervivientes y sus descendientes. La OTAN era el único instrumento disponible para evitar que en esa parte olvidada de Europa se incrustara un régimen dictatorial sanguinario. Y está entre la ingenuidad y la hipocresía de un pacifismo de última hora poner en el mismo plano moral al asesino y a quien intenta detenerlo.
Hay cuatro temas, asociados a la tragedia balcánica de este fin de siglo, que llaman poderosamente la atención. Y sobre cada uno de ellos voy a intentar unas rápidas observaciones.
Primero. Después de la guerra fría el mundo se abre a un escenario ominoso de conflictos locales que, de no ser controlados a tiempo, podrían activar reacciones en cadena de odio y locura bajo el manto sagrado del nacionalismo. Las tranquilizantes fronteras ideológicas del pasado se han trastornado en formas desconcertantes. Ayer eran unos asesinos con causa que, en nombre de maoísmo, mataban campesinos en Perú y hoy tenemos una guerrilla colombiana que toma a su propia sociedad como rehén en contra del gobierno, mientras Saddam Hussein declara su solidaridad con Milosevic que masacra musulmanes y Le Pen y Bossi, desde la derecha europea más arcaica y racista, se solidarizan con el carnicero de los Balcanes.
Segundo. Sin embargo, persisten amplios sectores de izquierda en el mundo que siguen razonando como si la guerra fría no hubiera concluido y parecen no ver el gigantesco reto de una estructura mundial de seguridad colectiva. Susan Sontag preguntaba hace algunos días si habría sido tolerable asistir al exterminio nazi de los judíos en el caso que el Tercer Reich no hubiera violado ninguna frontera internacional. ƑCuál es la lógica? ƑQue cada uno mate a los suyos? La soberanía nacional no puede ser razón para que un gobierno organice el exterminio sistemático de poblaciones enteras por su fe religiosa, su pertenencia étnica o cualquier otra pía o patriótica motivación. Pero no, la izquierda está todavía ligada en muchos casos (que no en todos, afortunadamente) a fantasmas ideológicos del pasado que le impiden ver problemas inéditos que exigen nuevas respuestas. La ramplonería "antiimperialista" refleja un desastroso atraso cultural y político.
Tercero. Sin embargo, sería peligroso para la estabilidad mundial futura que la OTAN asumiera una desproporcionada tarea de seguridad global. El mundo está entre la ONU, cuya debilidad de respuesta a las crisis locales es obvia, y la virtual inexistencia de organismos regionales capaces de intervención. En el fondo, es ésta la enseñanza que los europeos deberían sacar de los acontecimientos balcánicos: la necesidad de fortalecer políticas de seguridad europea que vayan juntas con estrategias regionales de ayuda al desarrollo para los países más atrasados del área. Depender de Estados Unidos es un inevitable dato de la situación actual, pero es un dato que requerirá ser corregido en el futuro, para el bien de todos. Y ni es el caso de mencionar la dramática ausencia de mecanismos regionales de seguridad y cooperación en Africa y en América Latina, donde las sistemáticas violaciones a los derechos humanos son vistas a través de una ideología de la no-injerencia que en muchos casos es una forma gubernamental vergonzosa para autoasignarse el derecho al autoritarismo y a la impunidad bajo la hoja de parra de la soberanía.
Cuarto. Según aprendo en la televisión, un grupo de intelectuales serbios, en un acto de valentía personal y de decencia moral, propusieron el fin del bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia y la simultánea terminación de una limpieza étnica en el Kosovo a la cual, habrá que decir, la población serbia ha asistido indiferente en parte por la desinformación de los órganos de prensa de Milosevic y en parte por un malentendido, torcido y bárbaro sentido de justicia compensatoria y de orgullo nacionalista. Sólo queda esperar que la valentía de estos académicos e intelectuales encuentre espacios y prospere.