Hace un año, cuando el país soportaba sequía, incendios forestales y calor, funcionarios de primer nivel dijeron que fundamentalmente todo era por El Niño, fenómeno climatológico que tantos desajustes ocasionó en el mundo. Nos consolaron entonces prometiendo y anunciando las medidas más adecuadas a fin de conservar las áreas boscosas y demás recursos naturales y garantizar el abasto de agua a la población y las actividades económicas.
Mas ahora por doquier hay la queja de que, ya sin El Niño a la vista, el fuego y la sequía causan estragos en el campo y los centros urbanos. No falta quien atribuya lo que ocurre a La Niña o a algún pariente lejano, como "Doña incompetencia". La situación es alarmante en ciertos casos. Por ejemplo:
Ecatepec cuenta con ostentosa basílica, gracias a la generosidad de poderosos empresarios y, se dice, del gobierno. Sin embargo, más de un millón de personas que viven en las partes altas de dicho municipio carecen de agua potable. Los gobernadores de Durango, Coahuila y Sinaloa se mostraron dispuestos a "efectuar cualquier ceremonial indígena" con tal de que llueva pues por la nueva sequía el desabasto de agua será mayor y las cosechas mínimas. Mientras, en Oaxaca el fuerte estiaje secó varios pozos por lo que la población no recibirá el vital líquido todos los días. La ciudad depende básicamente de mantos freáticos ubicados en municipios conurbados, los cuales también sufren carencias.
Los 76 municipios de Guerrero enfrentan una de las sequías más terribles y catastróficas de su historia y superará a la del año pasado, que causó estragos. Los acuíferos de la entidad se están secando a una velocidad alarmante. Los agricultores y ganaderos de Sonora sufren la cuarta sequía consecutiva, mientras las dos presas que abastecen de agua a Hermosillo, la capital, virtualmente están secas. Aguascalientes registra el estiaje más intenso de los últimos diez años. Su sector ganadero está en crisis pues desde hace siete meses no cae una gota de agua en los potreros y se agotaron las reservas de agua existente en los bordos. Para darle de beber a las reses deben traer agua de sitios lejanos a un alto costo. Igualmente, con éste son cinco los años de sequía en la otrora importante región agrícola de La Laguna. Las presas no tienen el agua suficiente para sostener los cultivos de riego, lo que ocasionará serios problemas económicos y sociales.
En tanto, las altas temperaturas registradas este mes en Tamaulipas causaron la deshidratación de más de 150 menores; la mitad de ellos fueron hospitalizados. Como las precipitaciones pluviales en los últimos ocho meses han sido por abajo de los promedios históricos, se vive ya la sequía, lo que afectará enormemente los programas agrícolas. Por otro lado, disminuye el líquido disponible para consumo humano. En Chiapas las autoridades reforzaron la vigilancia epidemiológica en 20 municipios enclavados en las regiones Soconusco, Costa y Sierra para evitar la deshidratación y el cólera. Estos dos males cada año causan también víctimas en la población de Hidalgo, la mayoría de la cual es pobre. En San Luis Potosí están, de nuevo, en sequía en casi todos los 58 municipios de la entidad.
En fin, el panorama nacional no es nada alentador, mientras continúa el deterioro de las fuentes de agua y el mal uso de este preciado líquido en los asentamientos humanos, el agro y la industria. Asuntos que merecen un análisis especial.