Antonio Gershenson
El petróleo y el fisco

Vimos en estas páginas la noticia de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) dice que México necesita nuevas medidas fiscales para compensar los bajos precios del petróleo. Agregan que debe emprenderse una especie de nuevo rescate de los bancos, ``incluso a través de fondos públicos''. Esto podría implicar un aumento de impuestos a la población para darles alguna lanita adicional a los banqueros, después de los cientos de miles de millones de dólares del famoso Fobaproa.

Lo primero que se nota en esta información, publicada el pasado miércoles en La Jornada, es que, a más de dos meses de ascenso casi constante en los precios del petróleo, los señores del Fondo todavía no se dan cuenta. El precio promedio de la mezcla mexicana de exportación había sido ``previsto'' oficialmente en 11 dólares por barril para 1999. Luego, con motivo de una baja adicional pero coyuntural de este precio, funcionarios del Ejecutivo plantearon que ese supuesto debía bajar a 9.25 dólares; y, en los regateos de fin de 1998 para obtener el voto favorable del PAN, ``nos lo dejaron'' en 9.50, en aras del libre mercado de previsiones.

De esa nueva previsión oficial, el precio del petróleo hoy está arriba en más de cuatro dólares por barril. El aumento es del orden del 50 por ciento frente a lo previsto. Las previsiones de los organismos internacionales van desde que se sostiene este nuevo precio hasta que sigue aumentando. El propio secretario de Energía dice que considera que el acuerdo entre países exportadores está firme y se va a sostener. En realidad, lo que procede es lo contrario de lo que plantea esta fuente del FMI.

A este ascenso continuado contribuyen notablemente los acuerdos entre productores y su cumplimiento; pero, además, hay condiciones que hacen más fácil este cumplimiento. La temporada de precios muy bajos alejó las inversiones del sector petrolero; eso limitó la producción y esto, a su vez, hizo subir los precios. Al mismo tiempo, el periodo de precios muy bajos alentó la demanda de petróleo que, en un momento dado, al estar aumentando, favoreció el alza sostenida del precio. Pero, además, las exportaciones conjuntas de los países que llegaron al acuerdo son la absoluta mayoría del total. Se incorporaron, a diferencia de los acuerdos del año pasado, incluso Noruega y Rusia.

En este mismo diario, se publicó también una solicitud de diputados para que, con los recursos excedentes petroleros, se aumente el presupuesto para pagar mejor a los maestros. Esto apunta a una necesidad más general. El año pasado, en varias ocasiones se ajustaron las previsiones oficiales de precio promedio de las exportaciones petroleras mexicanas, y se usó esto como pretexto para sucesivos recortes presupuestales. ¿Por qué no, aunque sea por simple equidad, ahora que el precio es evidentemente muy superior al de los supuestos oficiales, se cancelan los recortes del pasado diciembre? ¿Por qué se va a quedar ahí ese dinero para el siguiente ``rescate'' de bancos o de alguna otra privatización fracasada? ¿Por qué el Congreso, si aprobó el presupuesto, no lo puede corregir?

El sistema bancario necesita, sí, solidez, pero no la va a obtener con regalitos oficiales. Lo que requiere es ser más eficiente, operar con intereses más bajos y menores costos de intermediación bancaria y financiera. Eso es lo que también necesita la industria, que tiene acceso a pocos créditos que, además, son caros.

Finalmente, hay una notoria coincidencia entre los planteamientos del FMI y los de algunos funcionarios hacendarios. ¿Quién habrá convencido a quién?