Carlos Bonfil
Cine, video y diversidad sexual: Mix 99

Con el apoyo de instituciones como la UNAM, Imcine, Cineteca Nacional y Conasida, el involucramiento de Apple, Kodak, Wellcome y Kodak, y el patrocinio de Tiempo libre, Boys and Toys, Diesel, Radioactivo, por mencionar sólo algunos nombres, llega a su segunda semana el Tercer Festival de Diversidad Sexual en Cine y Video. Aunque la Cineteca es el espacio donde dicho evento ha tenido mayor poder de convocatoria, las funciones también se proyectan en el Cinematógrafo del Chopo y en la Biblioteca de México hasta el 30 de este mes.

Si algo sorprende hoy en el Festival es la variedad de las propuestas y de sus públicos. Hace dos años, el evento aún pretendía ser exclusivamente alternativo, con muestras de radicalismo provocador, con cine lésbico en súper ocho, cortos sobre sadomasoquismo, representaciones extremas del cuerpo, de sus placeres y agonías, y efectivamente algo de esa búsqueda y de esa provocación subsiste todavía hoy, como en el corto Vocación de martirio, del mexicano Iván Avila Dueñas. Sin embargo, el Festival no rechaza ahora las manifestaciones de un cine gay mucho más comercial, como el primer largometraje del norteamericano Tommy O'Haver, Un beso estilo Hollywood para Billy, cinta programada para abrir el evento, pero que después de retrasos en la aduana, apenas podrá presentarse este domingo en la Cineteca.

Sorprende el éxito de un Festival que ha podido superar todos sus contratiempos: la mayoría de las cintas se presenta sin subtítulos por no haber conseguido a tiempo el subtitulaje electrónico, el programa tuvo se altera varias veces en la primera semana por dificultades en el envío y recepción de las cintas, y es también escasa la cobertura del evento por parte de la prensa. Si a esto se añade la calidad desigual del material presentado, resulta más sorprendente aún la fidelidad del público y su entusiasmo.

El mensaje es claro. Si algo sugiere esta avidez por un cine diferente y propuestas de cine alternativo, es el hartazgo de muchos espectadores con los productos comerciales de la cartelera, o con el ritual de pre-estrenos de la Muestra, o con una producción nacional sin novedades ni sorpresas en sus propuestas temáticas. Al ofrecer revisiones (que son implosiones) del género del horror (Los sueños de Frankestein), o experimentos de animación, como Dirty Baby en Fire Island, o una cinta tan desaforadamente caótica e inventiva como Dandy Dust, de Hans Schierl, Mix 99 refrenda, indiscutiblemente, la vitalidad del cine independiente, y de paso permite descubrir una producción nacional de cortometrajes muy marginados, desde los de Roberto Fiesco y Julián Hernández hasta los de Ximena Cuevas, pasando por la creación del ya mencionado Avila Dueñas. Señala de igual manera que el cine de la diversidad sexual no se limita a los productos que periódicamente llegan de Hollywood a nuestra cartelera, Lo opuesto del sexo, Es o no es (In and Out), El silencio de Oliver, y que no son, por supuesto, lo único que se produce hoy en la materia. En México se desconoce totalmente el trabajo de cineastas gays de primer orden: Gregg Araki, y su estupenda cinta The Living End, o Todd Haynes (Poison, Safe; y su más reciente Velvet Goldmine). Se desconoce el primer mediometraje de Gus Van Sant (Mala Noche), a pesar del éxito de sus recientes cintas comerciales (Todo por un sueño, Mente indomable). Ningún distribuidor parece haberse interesado en una cinta inglesa tan notable como Beautiful thing, de Hettie McDonald, misma que se ha exhibido repetidamente en televisión por cable con el título ingenuo, involuntariamente audaz (dado el tema), de Sueños de adolescencia.

El Festival Mix llegará sin duda, en sus próximas ediciones, a colmar buena parte de ese vacío que en nuestra programación han venido dejando la indiferencia, los prejuicios, la desinformación, o simplemente la falta de intuición comercial de muchos distribuidores. Mix 99 ha podido igualmente asociarse a experiencias novedosas que con éxito se presentan ya anualmente en México, como La Noche de los Publívoros (selección de cortos publicitarios de todo el mundo), y en ese sentido exhibe el jueves próximo en la Biblioteca de México un evento especial: Los comerciales salen del clóset, de Michael Wilke, estupenda selección de publicidades abierta o subliminalmente gays, presentada por Romain Greco.

Entre la marginalidad y la aclimatación a lo comercial, entre la improvisación entusiasta y el hallazgo genial (Hustler white, el año pasado), el Festival Mix conquista cada año mayor credibilidad. Es de esperar que las instituciones que lo apoyan, así sus patrocinadores oficiales, contribuyan a un éxito más sólido si el año próximo se resuelven, de una buena vez, a subtitular todas las cintas.

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