n Foro de especialistas
Incorporar a la sociedad en las tareas culturales, reto del INAH
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) debe refrendar su vocación de servicio para lograr la modernización que responda a las exigencias de la comunidad nacional. También necesita reconocer que la gran reserva moral de la nación está en la provincia, ya que ello representa un reto que el instituto debe atender en el nuevo milenio si quiere seguir existiendo, coincidieron diez especialistas en la materia que participaron en las mesas de discusión denominadas El patrimonio cultural de México de cara al nuevo milenio.
El historiador Luis Gerardo Morales comentó que las instituciones actuales tienen que ajustar también sus procedimientos de decisión para propiciar consensos que permitan una apropiación diferenciada del patrimonio cultural.
Por su parte, el investigador Felipe Lacouture Fornelli señaló el proceso de democratización dialogal de la cultura, entendiendo esto como la necesidad de una coparticipación de la sociedad civil, llámese ésta comunidades, iniciativa privada, sociedades rurales o sociedades urbanas, pues consideró que se debe modificar la participación del Estado como el único coordinador y gestor en materia cultural.
Carlos Aguirre mencionó que para fortalecer la cualidad del INAH como generador de conocimientos se debe reconstruir la confianza de la sociedad, y planteó la necesidad impostergable de evitar las visiones centralizadas a fin de tener una corresponsabilidad de la Federación con los estados y municipios en la defensa de su propio patrimonio.
El maestro Jesús Monjarrez dijo que el instituto enfrenta la necesidad de preparar mejor a su personal para enfrentar los problemas que la propia institución debe resolver en el futuro, y que se propicie la participación de diversos grupos sociales en las tareas que tienen asignadas, pero siempre bajo la rectoría y normatividad federal.
En cuanto a si la legislación responde a las necesidades actuales, el sociólogo José Luis Sierra consideró estar absolutamente convencido de que la ley no está acorde con las demandas sociales, y se declaró partidario de una normatividad que permita llegar a acuerdos básicos y elementales, sencillos de aplicar en lo general, para que grupos e instituciones disímbolas se puedan concretar en cuestiones operativas; además, propuso que el INAH asuma que la mejor manera y la única de rescatar y proteger la cultura muerta es promoviendo la cultura viva.
Florencia Peña dijo, por su parte, que la vigencia de la ley no puede divorciarse de la redefinición, por un lado, de las relaciones de la sociedad civil con el Estado, y por otro, de sus obligaciones en muchas áreas como la salud, la educación y la economía.
Durante su intervención, Jesús Monjarrez también apuntó que una nueva ley debería reflejar todas las prácticas que han sido positivas en los 60 años de vida del INAH, y buscar solución a los problemas que han generado los candados impuestos por las leyes vigentes.
Asimismo, los investigadores plantearon que se requiere de una participación ciudadana en la defensa de la cultura.
José Luis Sierra señaló que no se debe ver alrededor del instituto sólo a depredadores, posibles enemigos y destructores del patrimonio cultural, sino que se debe entender y aceptar que hay muchas fuerzas sociales que participan activamente en la promoción y defensa de ese patrimonio. En ese sentido, el investigador Carlos Sierra acotó que para la protección del patrimonio cultural en el futuro se deben crear varios institutos en provincia, que respondan a una verdadera descentralización sin que ello niegue la existencia de una organización de tipo nacional.
El grupo de investigadores que participaron en las citadas mesas de discusión se reunió para reflexionar sobre el presente y futuro del INAH, así como de sus 60 años de vida y los retos que deberá enfrentar en el próximo milenio.
En las mesas se plantearon los rumbos posibles que debería tomar la protección y el uso de la riqueza, que ''ha sido el alma de nuestros pueblos'', para encaminar sus disquisiciones desde la vigencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia hasta la incursión en nuevos campos del conocimiento y de la conservación que amplíen el horizonte patrimonial.