La Jornada martes 20 de abril de 1999

Edward W. Said*
Proteger a los kosovenses

Una vez más, y como de costumbre, bajo el liderazgo de Estados Unidos se está llevando una guerra ųesta vez en Europaų contra un dictador racista y sin principios, quien casi seguramente sobrevivirá el trance, pese a que miles de inocentes pagarán el precio. El pretexto, en esta ocasión, es el curso de la persecución, la limpieza étnica y la continua opresión de los albaneses de la provincia de Kosovo por parte de las fuerzas serbias de Slobodan Milosevic.

Nadie duda de las horribles cosas que se han hecho a los albaneses bajo la dominación serbia, pero la pregunta es si el sistema de Estados Unidos/OTAN aliviará las cosas o si, de hecho, las empeorará mediante una campaña de bombardeos cuyo supuesto objetivo es que Milosevic desista de sus políticas.

En virtud de que, como suele suceder, la campaña de bombardeos no es todo lo que parece ser, vale la pena hacer el esfuerzo de echar una mirada más allá de los encabezados, especialmente ante la ferocidad y disposición de intervenir militarmente, demostrada por quienes toman las decisiones en materia de política exterior (Clinton, Cohen, Albright, Berger).

Debe uno recordar que desde el momento en que Estados Unidos es una potencia mundial, que no meramente regional, un cálculo que es invariablemente considerado en sus decisiones de política exterior es cómo la eventualidad de bajas en su ejército puede afectar la imagen del país ante los ojos de otras naciones, especialmente con las que mantiene relaciones competitivas. Henry Kissinger convirtió dicha consideración en el tema central de su política hacia Indochina cuando llevó a cabo el bombardeo secreto contra Laos: Tus enemigos aprenderán que no hay límites para lo que estás dispuesto a hacer, al grado incluso de parecer totalmente irracional.

Así, el ejercer una destructividad masiva, totalmente desproporcionada en comparación al objetivo que se persigue, que podría ser el impedir que el enemigo avance, es la meta principal de esta política que ha sido la empleada por Israel en el sur de Líbano, con ataques masivos contra emplazamientos civiles que no afectan en lo más mínimo a los principales enemigos de Israel: la guerrilla Hezbollah.

El castigo es un fin en sí mismo, el bombardeo es una ostentación de la autoridad de la OTAN que satisface sólo a la misma organización, y esto se ve principalmente en el hecho de que el enemigo tiene muy poca oportunidad de responder a los ataques.

Esta es una consideración detrás de los actuales bombardeos contra Yugoslavia. También está el objetivo equivocado, y de entrada fracasado, de debilitar, y quizá destruir, al régimen de Milosevic. Es una meta ilusoria como lo ha sido en Irak. Ninguna nación, sin importar cuántos bombardeos aéreos sufra, va a acabar uniéndose a sus atacantes.

Lo que se ha logrado, en todo caso, es fortalecer al régimen de Milosevic. Todos los serbios piensan que su país está siendo atacado injustamente, y se sienten perseguidos por una cobarde guerra llevada desde el aire. Además, ni siquiera los albaneses de Kosovo creen que las campañas aéreas tengan algo que ver con la independencia de la provincia o con salvar sus vidas. Se trata de una completa ilusión.

El sentimiento que se filtró antes de que se bombardeara, es que Estados Unidos quiso persuadir a los kosovenses de que si ellos aceptaban el "plan de paz", Kosovo lograría su independencia. Esto nunca se dijo literalmente, pero quedó implícito, y por ello los kosovenses esperaban la ayuda de la OTAN. Pero, como siempre, Estados Unidos nunca declaró unívocamente su apoyo a la amplia autodetermi- nación de todos los pueblos de la ex Yugoslavia. Debió haber una disposición clara y abierta de aceptar la autodeterminación de Kosovo, así como de salvaguardar los derechos de la minoría serbia de esa provincia. Nada de esto se hizo. Tampoco se pensó en las consecuencias que habría como, por ejemplo, que la defensa antiaérea serbia pudiera responder a los bombardeos de la OTAN, que se intensificara la limpieza étnica, así como el incremento de refugiados y más problemas para el futuro.

Se habla ahora de enviar a 200 mil efectivos terrestres (la mayoría estadunidenses) para ampliar la guerra, lo que sólo traerá consigo los problemas que devienen de la ocupación prolongada, además de la instauración de una guerra de guerrillas, mayor devastación, más refugiados y demás. Mientras tanto, continúa la política genocida contra Irak, y la política de sanciones contra otras naciones islámicas o árabes.

Nada de lo que hacen Estados Unidos y la OTAN tiene algo que ver realmente con proteger a los kosovenses o darles independencia, se trata más bien de una exhibición de poder militar cuyos efectos a largo plazo son desastrosos, como lo son los de políticas similares aplicadas en Medio Oriente. En 1994, cuando la intervención de Estados Unidos pudo haber detenido un genocidio en Ruanda, no hubo acción. No había mucho que ganar y las personas negras no merecen tanto esfuerzo.

Por todo esto me parece imperativo que cesen los bombardeos de la OTAN y se convoque a una conferencia multipartita en la que participen todos los pueblos de la ex Yugoslavia para que resuelvan sus disputas sobre la base de la autodeterminación para todos, no sólo para algunos, ni tampoco a expensas de otros. Este es el principio que ha sido violado en procesos de paz patrocinados por Estados Unidos, siendo el de Medio Oriente el más notable.

No hay nada en la política de bombardear a las fuerzas serbias que garantice democracia en Serbia o protección para los albaneses de Kosovo, quienes siguen siendo tratados horriblemente por las fuerzas de Milosevic. Estados Unidos ha obligado a la OTAN a secundar su arrogancia y su mal concebido despliegue militar, a pesar de que está claro que hay cada vez más desacuerdo en las filas de la alianza, no sólo por parte de Grecia, Italia y Turquía, sino también de Francia y Alemania.

El mayor peligro de todos proviene del hecho de que habrá más desplazados, se perderán más vidas y habrá más fragmentación en lugares como Macedonia y Bosnia-Herzegovina. Y todo sólo para que Estados Unidos afirme su determinación y le demuestre al mundo quién es el jefe. Las preocupaciones humanitarias son la más pura hipocresía dado que lo que en realidad cuenta es la expresión del poderío estadunidense.

Lo que encuentro más perturbador es la destrucción que se perpetra desde el aire, acompañada de una melindrosa argumentación sobre la pérdida de vidas estadunidenses que resulta, sin lugar a dudas, repugnante. Clinton sabe bien que sus compatriotas no tolerarán la pérdida de vidas estadunidenses. Sin embargo, puede destruir vidas yugoslavas impunemente con la seguridad que le aporta la más moderna tecnología y poderío aéreo, con pilotos bombarderos que asceptizan los horrores con una ilusión de seguridad y distancia.

ƑCuándo entenderán los pueblos pequeños, pobres y débiles que deben resistirse a Estados Unidos a toda costa, y no rendirse ni ceder ante ellos ingenuamente?

*Catedrático de origen palestino y uno de los más respetados politólogos estadunidenses, quien se especializa en cuestiones de Medio Oriente.

Traducción: Gabriela Fonseca.