n Homenaje a un año de la muerte del Nobel
Rossi: libertad e independencia, el santo y seña de Octavio Paz
Angélica Abelleyra n "Nos vemos", cerró Octavio Paz, visible en la enorme pantalla, y se alió a esa forma tan mexicana, tan popular y tan abierta de no querer decir adiós y dejar en cambio abierta una puerta al encuentro futuro. "La poesía es dar ojos al lenguaje; no es verdad, es memoria que resucita lo que hay", añadió por medio del video, y con eso daba por concluido el homenaje que llenó de amigos, poetas, funcionarios, artistas y estudiantes el teatro del Palacio de Bellas Artes vestido de gala, y en los exteriores, que colmó de sillas, pantallas y bocinas que revelaron el acto oficialísimo puertas adentro, a un año de la muerte del Nobel de Literatura mexicano.
Desde el palco presidencial, Ernesto Zedillo, acompañado por su esposa Nilda Patricia Velasco, por la viuda de Paz, Marie José, así como por Rafael Tovar, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, presenció el programa que durante dos horas abarcó discursos, disertaciones biográficas, video, ensayos escritos hace tiempo y mucha lectura de poesía de diversos órdenes, escrita por Octavio Paz a lo largo de medio siglo. Hasta la música que inspiró el autor de Arbol adentro ocupó un sitio en el palacio de mármol. Manantial de soles, pieza del extinto Manuel Enríquez, fue interpretada por la Orquesta del Teatro de Bellas Artes bajo la batuta de Enrique Patrón de Rueda, la voz de la soprano Lourdes Ambriz y del narrador Jesús Suaste.
Primero fueron los discursos en el escenario iluminado no sólo por las lámparas, sino por la presencia del telón desplegado con el diseño de Tiffanyƀs y el paisaje mexicano del Dr. Atl. El titular del CNCA deslizó con prontitud los propósitos del homenaje en este foro y en otras sedes universitarias para ofrecer --dijo-- una imagen integral de la polifacética y vasta obra de Paz; obra que es un "generoso espacio de diálogo, intercambio y reunión universal; una ventana de esa casa abierta e ilimitada" que concibió él como poesía.
En segundo término, el narrador español Jorge Semprún ofreció un bosquejo biográfico del hacedor de šNo pasarán!, y lo situó en la década de los treinta, cuando radicaba en Mérida y tenía en Rilke y Rimbaud ciertas figuras emblemáticas en su quehacer; también cuando su impulso viajero lo situó en la España que entonces establecía estrategias de lucha contra Franco y su dictadura. Más adelante, el autor de La algarabía destacó "la moral inquebrantable" de Paz, así como su combinación de rigor y lucidez.
Hoy --subrayó Semprún-- cuando a la mundialización se oponen los nacionalismos excluyentes, el pensamiento de Paz es uno de los más ricos a los que podremos recurrir en el futuro por sus conceptos esclarecedores y agudos, concluyó, al situar a su amigo en el rango de "intelectual inorgánico" por su posición "crítica y coherente".
Tras lecturas de poesía paciana a cargo del filósofo francés Edgar Morín, de la improvisación del mexicano Marco Antonio Montes de Oca, de la pronta y agradecible lectura de Homero Aridjis con la Niña incluída en Salamandra, así como las participaciones de Elsa Cross, Ulalume González de León y Orlando González Esteva, vino el concierto, la desaparición temporal del telón hecho de cristales, más un corto intermedio.
Las palabras de Nadine Gordimer, sudafricana que ganó el Nobel hace ocho años, provocó varios aplausos luego del impasse, tal vez por la talla intelectual de la luchadora antiapartheid, quizás por las reflexiones que no fueron producto de un "escrito original" como se había anunciado oficialmente, sino la lectura de un texto traducido en español en la revista Vuelta de junio de 1998. El arte del poeta arquero, su título, en el que se hermanó con Paz en el "compromiso por la libertad" y lo llamó arquero porque su poesía "va directamente al corazón y al espíritu, donde es uno el centro del ser".
Otra ronda de poesía antecedió al último de los tres ponentes de la velada: Alejandro Rossi. El filósofo habló de su amigo, de esa "figura desconcertante que crea desorden e introduce intranquilidad y alarma"; de este hombre que pertenece a la "estirpe necesaria" de los poetas y de los escritores múltiples que "polemizan con el brío de un espadachín consumado" y quien al tiempo que se pierde en el verso, desmonta pieza a pieza un sistema político. Finalmente, dio el santo y seña de Paz: la libertad --"diosa que persiguió con ahínco"-- y la independencia --"la niña de sus ojos"-- de quien, "en un siglo de traiciones, fue un hombre de honor".
Antes del cierre, del "nos vemos" del propio Paz trasmitido en video, y de la lectura que él hizo de los poemas Nocturno de San Ildefonso y Prójimo lejano, se reunieron en amplia mesa los doce poetas convocados, además de los que leyeron en la primera ronda, los que integraron la segunda: Hugo Gutiérrez Vega, Juan Malpartida, Ramón Xirau y Charles Tomlinson, ante la lamentable ausencia de Alvaro Mutis en este primer año en que se recordó la muerte, pero la vida, de Paz.