En edición de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, colección Diversa, apareció a finales del año pasado un libro que se convertirá en fuente obligada para los estudiosos y fans de Frida Kahlo. Se trata de una recopilación bastante completa de lo que la pintora escribió. Fue realizada, prologada y anotada por Raquel Tibol y es un complemento al sobrevalorado ''diario", que no es tal, pero aclaro que no es que la edición facsimilar del mismo me parezca errónea o desperdiciada, sobre todo teniendo en cuenta las ilustraciones. Empero, en cuanto a escritura hay cosas más interesantes en su copiosa correspondencia que conocíamos sólo en parte mediante fragmentos recogidos en diversas publicaciones.
Muchos de estos fragmentos reaparecen, dado que es imposible a estas alturas conocer, por ejemplo, la mayoría de las cartas completas que Frida le escribió a su novio y después amigo Alejandro Gómez Arias, como lo es también recuperar todo lo que ella envió a Leo Eloesser. No obstante aparecen en el libro cartas completas a uno y otro que sí pudo recopilar la autora, dos de ellas las di a conocer en mi libro La pintora y el mito. Los recados, mensajes, telegramas y misceláneas documentan una vida. Otros escritos, por ejemplo el Retrato de Diego, los corridos (el del Venado, para los Boytler se publicó por vez primera en 1976) y la rima para su exposición en la Galería de Lola Alvarez Bravo, han aparecido varias veces.
Es tan importante esta recopilación, que quienes perseguimos a Frida nos veremos obligados, Tibol incluida, si el tiempo y los hados lo permiten a rehacer lo que hemos podido avanzar. Para mí resultaron especialmente interesantes las cartas que la pintora le escribió a Nick Murray en inglés (excelente inglés, aunque con faltas ortográficas y ciertas fallas en tiempos verbales). Resultaría que a este sujeto de 48 años: fotógrafo, guapo e inteligente (eso último me lo dijo Rufino Tamayo), Frida sí le había entregado no sólo la herida abierta, sino el corazón. Además, la aventura de la exposición parisiense en la Galería Renou et Colle está allí muy bien sentida. Ella consideró que todo lo que rodeó la organización de su exposición compartida, era resultado de acciones ineptas de personas a quienes les importaba un bledo las cosas.
Resulta ser Marcel Duchamp ''el único hombre verdadero entre toda esta gente corrompida" (rotten people). La idea de que Frida en verdad estaba enamorada, hasta obsesionada con Murray, produce inclusive un par de ''actos fallidos" comunes entre amantes. Además de cierto telefonema inoportuno, le envía un cable de felicitación por su cumpleaños un mes antes de éste y por las disculpas que le pide, se adivina que lo metió en un lío de marca mayor; habla de la infelicidad y el problema suscitados por su ''terrible equivocación"; sabemos de sobra que este tipo de errores forman parte de la psicopatología de la vida cotidiana que, inconscientemente ųo no tantoų obedecen al deseo de revelar u obtener algo.
Al escribir, Frida Kahlo muestra compulsión de hacerse comprender, de depositar y recibir afecto a más de explayarse a fondo. Suma a esto verdadero gusto por la escritura, notable desparpajo aparejado a pocas veces vista honestidad, desinhibición y capacidad descriptiva, tanto como discursiva. ''Con poderes para la autovaloración y la extrema humildad" dice Tibol en el prólogo. Desde París escribe lo que sigue: ''Nunca he visto a Diego ni a ti (Nick) perdiendo el tiempo con chismes estúpidos y discusiones 'intelectuales'; por eso ustedes sí son hombres y no unos cochinos 'artistas'''. Que haya tenido razón o no en su argumento es cosa irrelevante, pues así vivió ella la situación y así la transmitió.
''Me atormenta lo de la exhibición en Londres. Me atormenta todo lo concerniente a Breton y a este miserable lugar. Quiero regresar contigo". Ella nunca llegó a llevarse bien con Breton, autor de la multicitada frase ''un listón alrededor de una bomba", pero decir que París es un miserable lugar sólo puede entenderse porque extrañaba a su amante a tal grado que lo demás se deslucía: ''no me debería quejar de nada de lo que me pase en la vida, mientras tú me quieras y yo te quiera".
Todas estas frases se escriben a principios de 1939, pero en realidad ellos se conocían años antes, pues en marzo de 1931 le envía desde Coyoacán un mensaje en el que le dice que lo ama ''como a un ángel" y que nunca lo va a olvidar. Ese mensaje originalmente está escrito en húngaro, pues Murray nació en Hungría (1892), hecho que Tibol advierte en una nota, especificando que fue crítico de danza y campeón de esgrima, y murió en 1965. Cuando la relación se notifica debido al matrimonio de él to other lady (no sabemos quién fue) Frida le envía una misiva (junio de 1939, desde Coyoacán) casi sin pizca de resentimiento, diciendo haber sufrido bastante. Allí anota que se conocieron una mañana en Nueva York, en el número 18 de la 48 East street. Desafortunadamente no aclara la fecha.