n Religión y política en EU; Ƒpaís fundamentalista?
n Nación secular donde las acciones de Estado son en nombre de Dios
n Más de 70 por ciento de la población pertenece a alguna Iglesia
n Hay 61 millones de católicos y 52 millones de protestantes
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 19 de abril n Cada noche, antes de que despeguen los cazas estadunidenses para bombardear Yugoslavia, los pilotos se reúnen brevemente y rezan: "Dios nos proteja y nos regrese a todos a casa seguros". Una oración parecida se hace a su retorno.
Estados Unidos fue fundado como un Estado secular, la Constitución incorpora el principio de que el Estado no debería ser influido por la Iglesia. En apego a esta separación, las escuelas primarias tiene prohibido ofrecer clases sobre la Biblia o celebrar actos religiosos como orar, y los gobiernos municipales y estatales no pueden hacer representaciones del nacimiento de Jesucristo, en diciembre.
Sin embargo, este país está entre los más religiosamente devotos del mundo industrializado. Sus canciones patrióticas, sus billetes, sus políticos y su historia están marcados por el nombre de Dios. Cada acción política, cada discurso empieza o termina invocando al Padre celestial y solicitando su bendición. El último superpoder es también autoproclamado como el país elegido por Dios, de hecho, por eso es, aseguran, el último superpoder (venció al "imperio del mal", las fuerzas satánicas ateas del bloque socialista).
Según una encuesta de Gallup, 63 por ciento de los estadunidenses dicen creer que la religión puede resolver la gran mayoría de los problemas sociales contemporáneos. Más de 70 por ciento de los estadunidenses es miembro de una iglesia o una sinagoga, y 40 por ciento participa en los servicios religiosos de manera rutinaria.
"El creador bendiga a América"
Pero la religión no se contiene dentro de las instituciones religiosas, sino interviene en los más altos asuntos de Estado, y permea la identidad histórica del país. Cada sesión del Senado durante el juicio político del presidente Bill Clinton se inició con una oración religiosa; cada discurso presidencial a la nación concluye con la frase "Dios bendiga a America"; cualquier testigo en un proceso legal jura decir la verdad con una mano sobre una Biblia; los dólares, de todas las nominaciones, llevan impreso el lema "En Dios confiamos", y la historia oficial del país, sus guerras, su "liderazgo" mundial, sus intervenciones, se justifica porque se hizo bajo la mano del Creador.
En el acto tal vez más político, más "asunto de Estado", que cualquier otro --el juicio sobre la destitución del presidente-- cada sesión se sometió a la "palabra de Dios". El capellán del Senado, Lloyd Ogilvie, ofreció una oración ante los senadores, el jefe de la Suprema Corte, la delegación de la Cámara y los abogados de Bill Clinton, y ante las cámaras de televisión. Una de sus oraciones incluyó estas palabras: "A lo largo de la historia de este país, Tú has hecho grandes a los buenos, hombres y mujeres, cuando te han escuchado, oh Señor. Necesitamos escuchar tu voz, amén".
De ahí, se iniciaba el debate sobre si Clinton mintió y obstruyó la justicia al encubrir su aventura sexual con Monica Lewinsky; o sea, después de invocar la moralidad nacional bajo Dios, se enjuiciaba la moralidad de Clinton, y el sexo, mentiras y el video.
Cuentan que al tocar el tema del juicio político de Clinton que estalló por su conducta sexual, un líder del grupo "fundamentalista" Hamas le preguntó a un funcionario del Departamento de Estado Ƒy ustedes dicen que nosotros somos los fundamentalistas?
Hay, según la ley, una división entre Estado e Iglesia. Pero si uno juzga por las apariencias, este país podría ser caracterizado como un país "fundamentalista", a la par con aquellas naciones "extrañas" con regímenes político-religiosos del otro lado del mundo.
Los grandes eventos y logros políticos de este país siempre se han enredado en mantas religiosas, o se han escondido detrás de éstas. El aborto, las drogas, las disputas sobre el financiamiento público de las artes, la guerra contra el comunismo, la conquista y el genocidio de los pueblos indígenas, etcétera. ( Bob Dylan canta que en cada guerra de Estados Unidos, siempre se dijo que "Dios está de nuestro lado"). La ideología oficial está encubierta de religión.
El día festivo más importante del calendario estadunidense --oficialmente reconocido-- es el Día de Acción de Gracias, cuando se da gracias a Dios por todo lo que tienen las familias americanas. La canción más patriótica --aparte del himno nacional-- que todo niño en primaria aprende es "Dios bendiga a America" (God bless America). El juramento de lealtad contiene las líneas: "una nación bajo Dios".
Al mismo tiempo, la historia oficial del país dice que el nacimiento de Estados Unidos fue cuando llegó un grupo de perseguidos religiosos de Inglaterra: los "puritanos". Desde entonces, cualquier etapa del desarrollo político y social del país ha tenido una dimensión religiosa.
Pero, señalan los expertos, los procesos del Estado --el sistema de justicia, el sistema político-- no son basados en principios religiosos, sólo se llevan a cabo "bajo" Dios, no por Dios y la religión. Eso, dicen, es la diferencia entre un Estado religioso "fundamentalista" y un Estado secular.
La mayor parte de esta sociedad se identifica como religiosa. Hoy día, las iglesias más importantes son la católica, seguida por unas 35 denominaciones de las iglesias protestantes. La católica, la más grande del país, cuenta con 61 millones de fieles, cuatro de cada 10 miembros de iglesias en Estados Unidos.
Las denominaciones protestantes cuentan con un total de 52 millones de miembros. Las tres principales son, en orden de importancia, los Bautistas Sureños, los Metodistas Unidos y la Convención Nacional Bautista. También existen sectas musulmanas, budistas, hindúes y mil más pequeñas.
Pero el sector religioso de mayor crecimiento reciente en este país son las sectas evangélicas individuales que existen al margen de las denominaciones nacionales. Estas incluyen sectas encabezadas por pastores que llegan a los hogares de cientos de miles a través de la televisión y radio, así como también iglesias que se establecen en locales comerciales administradas por pastores sin formación tradicional.
Como en todos los países, las iglesias cuentan con diversas corrientes internas que abarcan toda una gama política, desde ultraderecha hasta las inspiradas por la "teología de la liberación" latinoamericana.
Desde la derecha surgen voces poderosas que se expresan explícitamente en el terreno político: la Coalición Cristiana del reverendo Pat Robertson, las filas del reverendo protestante Jerry Falwell y toda una serie de pastores que han adquirido poder político y económico, y muchos lo han hecho a través de programas de televisión nacional. Por cierto, establecieron una cadena nacional de televisión, la Christian Broadcasting Network. También está el imperio del reverendo Moon, con sus periódicos (en inglés y español) y sus instalaciones en varias ciudades.
En el centro, está la voz del predicador protestante Billy Graham, quien cuenta con gran acceso a la cúpula política del país. También la voz influyente del cardenal John O'Connor, el arzobispo de Nueva York, además de toda una infraestructura religiosa de sedes nacionales con burocracias enormes, universidades religiosas y proyectos multimillonarios de caridad. Gran parte de esto se financia con enormes colectas (por ejemplo, los Bautistas Sureños recaudaron 6.9 mil millones de dólares en colectas en 1998; los Metodistas 3.7 mil millones) e inversiones en Wall Street.
Del lado progresista, está la red poderosa de iglesias protestantes negras de las cuales surgieron líderes nacionales como el reverendo Martin Luther King Jr., en los sesenta, o como Jesse Jackson. También hay una corriente progresista que ha encabezado movimientos antiguerra, los de "santuario" que dieron albergue a refugiados políticos, a figuras como Dorothy Day y los hermanos Daniel y Philip Berrigan, y su movimiento de Católicos Trabajadores, y los innumerables padres y reverendos anónimos que se han enfrentado a la opresión en este país a lo largo de su historia.
El Dios de los poderosos, invocado en el Senado durante el juicio político, y el Dios invocado todos los días en los ghettos y vecindades del país continúan su lucha por el alma de este país. La ideología oficial se mantiene y el poder se justifica a través de la religión. A fin de cuentas, se recuerda, es superpoder por decisión de un poder supremo. "Dios te bendiga", repite el presidente al concluir sus discursos oficiales. Mientras tanto, en el sur profundo, en las montañas de Apalachia, en las zonas marginadas de las ciudades, se escuchan otro tipo de oraciones --por la igualdad, por el fin de la violencia entre los pobres, por una vida digna, por el fin a las guerras--.
No se trata de una guerra religiosa, pero sin tomar en cuenta esta dimensión de Estados Unidos, no se entiende un factor clave en la dinámica social y política del último superpoder a fines de siglo.