Maestrazo del ritmo que ha destacado en el terreno del jazz
Patato, El Conguero de las manos de oro, toca hoy y mañana con Israel López Cachao, en el Salón 21
Ernesto Márquez n A veces, las buenas noticias vienen acompañadas de otras mejores.
La buena es que de nueva cuenta nos visita Israel López Cachao con su banda para realizar un par de presentaciones, hoy y mañana, en el Salón 21.
La mejor es que viene acompañado de otra leyenda de la música afroantillana: el excelente percusionista Carlos Patato Valdés. Ni más ni menos.
Originario del barrio Los Sitios, en pleno corazón de La Habana, Cuba, este maestrazo del ritmo, conocido como El Conguero de las manos de oro, es contemporáneo de Cachao --ambos tienen 71 años de edad-- y también responsable de muchos de los avances que ha tenido la música afrocubana en las ultimas cinco décadas.
Empezó a trabajar de manera profesional siendo apenas un niño y, al igual que su colega Cachao, son incontables las agrupaciones a las ha servido. Orquestas de baile las más, aunque su labor destacable se encuentra en lo hecho con las bandas de jazz.
Su manera de tocar y sus habilidades en las congas es lo que le ha valido para colaborar con estilistas tales como Kenny Dorham, Grant Green, J.J. Johnson y Herbie Mann.
Por si aún le quedan dudas respecto de la importancia de este músico, le diremos que Patato es, simplemente, uno de los grandes congueros del mundo, švaya!, el mejor que ha definido y perfeccionado estilos de toques y que es imitado por miles de percusionistas hoy en día.
Una escuela
Congueros jóvenes estudian sus primeras grabaciones, como un libro de texto, en las técnicas de la dicción, emisión y maneras de repartir en el quinto, conga y tumbador, los tres tambores de la rumba. Su estilo reúne muchos de los elementos de la diáspora africana. Patato combina los ritmos de las religiones afrocubanas con elementos de jazz, música brasileña y la del caribe anglófono.
Ciertamente se desenvuelve más con la soltura de un músico de jazz que de un músico salsero; está en constante diálogo con los otros instrumentos, creando melodías y contrapuntos. Lo importante de su técnica no es la velocidad o su agilidad para atacar los tambores, sino la sutileza de su fraseo, el acercamiento melódico y su profundo sentido del humor. Su estilo ha sido comparado, salvando la distancia, desde luego, con el de Miles Davis en la trompeta, una voz humana que entrelaza narrativas reflejando su propia visión del mundo y las complicadas conexiones entre lo espiritual y lo tangible.
La leyenda de Patato es enorme y sería necesario un espacio mayor para consignar una parte de ella. Dada esta imposibilidad, sólo nos queda ír hoy y mañana al Salón 21 (Andrómaco y Molière, colonia Polanco) y presenciar la magia de su toque que junto con el del gran Cachao servirán para conjurar todos los diablos de la rumba.