Al apoyar la decisión del Consejo Nacional de Garantías y Vigilancia de anular las elecciones internas del 14 de marzo y elegir una dirección interina encabezada por Pablo Gómez, el Consejo Nacional del PRD enfrentó con audacia el escándalo poselectoral, revelador de problemas de fondo en este partido y cuyas consecuencias inmediatas son un indudable desgaste de su capital político dificultosamente acumulado en los años recientes.
Las decisiones del Consejo perredista aunque no superan la crisis sí equivalen a una saludable autocrítica (la mayoría de los integrantes de ese órgano fueron protagonistas en los hechos sancionados), y a un severo llamado de atención a los órganos dirigentes locales y directamente a los grupos y cuadros políticos que convirtieron el proceso electoral interno en una simple disputa por posiciones de dirección, con lo cual se abrieron las puertas a la realización de actos ilegales.
Es plausible la decisión del Consejo, dada a conocer en su Manifiesto a la Nación del 14 de abril, pero se quedó a medio camino. Y tal vez no podía ir más allá debido a su composición. El examen de las causas políticas, de organización, ideológicas, éticas; del enorme peso de los grupos de interés en un partido carente de organicidad, de las perversiones corporativas y clientelares, así como del lugar de las personalidades y liderazgos en el interior del partido, todo eso que fue trasfondo del proceso electoral, quedó pendiente y no se sabe si siquiera motivaron comentarios en las sesiones del Consejo. Este puso fin al episodio poselectoral y designó a Gómez como presidente e integró un CEN en el cual hay viejos cuadros de la izquierda socialista. Les encomendó una tarea indudablemente difícil: realizar en apenas poco más de tres meses unas elecciones que sean esencialmente distintas a las de mediados de marzo, y permitan la recuperación del crédito y el tiempo perdidos.
Pablo Gómez tiene cualidades, formación y cultura política para enfrentar los problemas. Metido en actividades políticas desde hace cuando menos 35 años, cuenta con larga experiencia: desde la actividad estudiantil y en las filas de la Juventud Comunista, uno de los dirigentes del movimiento del 68, preso político, militante y dirigente en el Partido Comunista, secretario general del Partido Socialista Unificado de México, articulista político, un par de libros en su haber, hasta cargos de representación popular. Pero lo más importante: tiene una concepción política más o menos articulada, una visión del país; no navega de muertito, defiende sus ideas con tenacidad y no pertenece a ninguno de los grupos existentes en el PRD. Otros integrantes del Comité que encabezará tienen también experiencia de dirección.
Pero las cualidades de los dirigentes interinos no son suficientes: las causas de fondo que condujeron a la anulación de las elecciones no desaparecerán en tres meses. Puede mejorarse el reglamento de elecciones y crearse un verdadero Comité Nacional del Servicio Electoral, además de organizar debidamente la vigilancia del proceso, y eso ayudará; pero la disputa por los puestos de dirección sin más, en la cual el proyecto político y los intereses generales de la lucha por la transición democrática y la justicia ocupen un lugar secundario o no ocupen ninguno, puede llevar a una reedición del 14 de marzo, así sea disminuida.
Será así a menos que se produzcan nuevas circunstancias: la participación activa y vigilante de amplias franjas de miembros y simpatizantes del partido; la elevación del nivel político de la confrontación o la aparición de un nuevo candidato a la presidencia del PRD y nueva planilla suficientemente atractiva que rompa el círculo perverso que se produjo en el proceso anterior. La integración de una planilla única por la cual trabajará el CEN, según declaraciones de su vocero, harían innecesarias las elecciones y pondría el problema en otra perspectiva.
La salida más conveniente, sin embargo, sería que las elecciones de nueva dirección se aplacen hasta después de las elecciones políticas del año 2000, y la realización de un congreso extraordinario que una políticamente a este partido y lo enfile con fuerza a la disputa por el gobierno que se realizará el año próximo.