Adolfo Sánchez Rebolledo
¿Sindicato (democrático) de gobernadores?

Encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas, los gobernadores llegados al poder bajo las banderas del PRD, junto con los candidatos de coalición en Nayarit y el estado de México, suscribieron en la Paz, Baja California Sur, una declaración política denominada ``Alianza Democrática 2000'', cuya importancia no ha sido subrayada ni en los medios ni tampoco en las filas del propio partido del sol azteca.

El texto prosigue la línea abierta por Cárdenas en el sentido de impulsar una alianza opositora que comprenda a todas las fuerzas políticas, incluyendo a las nuevas agrupaciones y partidos que están por obtener su registro, pero esta vez la propuesta aparece respaldada por el poderoso grupo de gobernadores, de extracción priísta casi todos, cuya influencia se extiende más allá de las laberínticas instancias partidistas perredistas.

La Declaración de la Paz reitera el punto de vista conocido en favor de impulsar ``una candidatura a la presidencia de la República mediante una elección abierta a la ciudadanía'', luego de instalar una ``comisión ciudadana pluripartidista que fije las reglas, estrategias, programas y tiempos de conformación de la Alianza'', sin desmayar en la búsqueda de nuevas candidaturas coaligadas antes de la elección presidencial, evitando, asimismo, que el proceso de conformación de la tal alianza se vea ``contaminado'' por problemas ``de coyuntura electoral, vida interna partidaria o discusiones partidistas parlamentarias''.

Me reservo para otra ocasión comentar los argumentos esgrimidos a favor de la alianza, si así pueden llamarse a la generalidades e imprecisiones de bulto con que se quiere dar cumplida respuesta a las viejas preguntas de por qué, para qué, y con quién aliarse. Es lamentable que los gobernadores repitan tan de mala manera todos los lugares comunes, las peores frases hechas sobre la economía, la marginación o la seguridad, sin hacer el más mínimo esfuerzo intelectual, evadiendo el análisis y cualquier consideración rigurosa sobre el momento que vive el país. Pero en fin, por lo visto el horno de la lucha por el poder no está para esos bollos.

La novedad, si es que así puede llamársele, está contenida en el párrafo final de la Declaración, donde los gobernadores plantean un mensaje que nada tiene de subliminal: ``Esta alianza no es contra de un partido'', señalan y a continuación precisan: ``Se invita también a corrientes de militantes honestos del PRI, con antecedentes limpios y transparentes en la vida pública, que enarbolen las banderas del cambio democrático''.

Independientemente de que a algún partido le queden ganas de ir a unas elecciones ``abiertas'' en las que juegue el aparato perredista, el grupo de gobernadores se ha propuesto mostrarle al priísmo más o menos disidente un camino viable y siempre al alcance de la mano. Monreal, Sánchez Anaya o Cota Montaño son políticos en activo cuyo papel no termina con la gestión al frente de sus gobiernos respectivos ni tampoco disolviéndose en el rejuego interno de las corrientes del PRD.

Y ése sí es un mensaje para quien sepa escuchar. Vale.