n El abuso, cotidiano


Presumen elevado contagio de VIH en niños de la calle del poniente del DF

Bertha Teresa Ramírez n A los 18 años ųocho de los cuales ha vivido en la vía públicaų, Rita ya sólo espera que sobrevenga la muerte. Y es que esta joven ha empezado a enfrentar problemas neurológicos severos como consecuencia de haber sido infectada por el VIH, situación que, presumen las autoridades de salud, afecta a otros niños de la calle que, como ella, sobreviven en varios cruceros, terminales de autobuses y estaciones del Metro en el poniente de las ciudad.

Producto de una familia desintegrada, desde que tuvo uso de razón sufrió el maltrato físico, primero de su madre y luego de su padrastro, quien abusó de ella, lo que la obligó huir de su casa, situada en las lomas de una colonia marginal de la delegación Alvaro Obregón. Desde entonces huir ha sido una puerta falsa por la cual Rita ha intentado sobrevivir, aunque siempre vuelve al mismo punto de donde partió: la violencia.

Así, escapar del mundo que la rodea no puso remedio a su vulnerabilidad. Tras refugiarse en la calle desde los 10 años, también fue objeto de agresiones físicas y sexuales por parte de policías, comerciantes ambulantes o taxistas. El caso de Rita ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias de la localidad, quienes enfrentan el desafío de cerrar filas a la terrible situación que puede alcanzar a otros menores de la calle.

La directora de la Jurisdicción Sanitaria de la delegación Alvaro Obregón, Cecilia Robert Terrones, calificó la situación como seria, pues no se sabe cuántos niños pudieran haber sido infectados. Comentó que actualmente se está tratando de hacer un estudio que permita establecer esto; sin embargo, advirtió: "ninguna acción que se emprenda tendrá éxito si antes no se concientiza a los niños de la problemática que están viviendo, y sobre todo si antes no se les brinda el afecto y la comprensión que están necesitando para que puedan ser analizados y rescatados de las agresiones que enfrentan en las calles".

La última huída o el viaje sin regreso

A diferencia de otros menores que deambulan en esta zona de la ciudad, Rita no es inmigrante; nació en el medio urbano. Igual que 99 por ciento de los niños que abandonan sus casas, desde que tiene conciencia recuerda haber sido golpeada y violada.

No está muy consciente de que desde hace varios meses empezó la etapa de su degradación física y que prácticamente su organismo ha iniciado un viaje, sin retorno, a la muerte. Pero si bien el sida es un camino definitivo hacia su fin, otras circunstancias de su vida la llevaron a transitar constantemente por caminos que siempre afectaron su vida.

Tratar de darle apoyo no ha sido fácil, a pesar de que ha corrido con la suerte de ser atendida por autoridades sanitarias y eclesiásticas que han tratado de ayudarla. El padre Crisanto Quintero, de la parroquia de San Felipe de Jesús, dijo que el primer reto ha sido pedirle que se "se deje querer", hacerle saber que "estamos ante todo para ayudarla, para comprenderla". Pero ella está aterrada, tan aterrada, que se vuelve a ir, se escapa constantemente del albergue del sacerdote.

A veces, cuando se siente muy mal, regresa, se queda dos o tres días, pero cuando se siente un poco mejor y tras inhalar solventes se vuelve a ir. Mientras tenga fuerzas seguirá huyendo, comentó el sacerdote.

La ayuda

Desde hace cinco años, el padre Crisanto inició diversos programas para ayudar a los niños de la calle en esa zona. Los apoya con alimentos, programas psicológicos, de desintoxicación y salud.

Hace un año, tras un arduo trabajo, realizado por varios psicólogos para lograr la confianza de los menores, convenció a varios de que debían practicarse el examen del sida. Fue así que se descubrió que Rita había sido contagiada.

El análisis fue aplicado a varios jóvenes más, con resultados positivos, pero muchos no quisieron saberlo y otros, al enterarse, se fueron del albergue. Unos más simplemente no han querido hacérselo.

Todo parece indicar, dijo el sacerdote, que el virus se transmitió por contacto sexual, pues los estudios que le hicieron a Rita no reflejan el uso de drogas sofisticadas, que resultan muy caras. Ella sólo consume activo.

Indicó que la primera preocupación fue la de proteger la vida de Rita. En segundo lugar su caso provocó alerta, "dada la promiscuidad a la que se ha visto expuesta, por lo que creemos que el mal se haya podido haber diseminado por todos lados".

Dijo que la actual delegada, Guadalupe Rivera Marín, mostró apertura política para escuchar a los miembros del clero que trabajan con niños de la calle. Dicho acercamiento, dijo "surgió a raíz de la necesidad de estar preparados ante la erupción de este mal. Ya que no podemos esperar a que se dé para empezar a tomar acciones adecuadas.

Afirmó que en estos momentos hay "sana coordinación" con las autoridades, "tómanos el acuerdo de iniciar una campaña de concientización entre estos jóvenes".

Añadió que no es tiempo de entrar en discusiones bizantinas sobre el uso del condón como medida preventiva, "hemos estado de acuerdo en informar a estos niños para que sepan los riesgos que corren y no se dejen explotar sexualmente".

Reconoció que está información debe estar libre de ideologías, ser lo más objetiva posible. "No debemos ponernos a discutir quién tiene la razón porque nos vamos a perder en discusiones estériles. Lo importante es que las autoridades y nosotros hagamos nuestro mejor esfuerzo y nos unamos en lo que coincidimos y dejemos nuestras diferencias para nuestros grupos y nuestro espacios", indicó.

La doctora Robert dijo que al conocer el caso de Rita se preguntó cómo se les puede pedir a estos seres lo que siempre se les ha negado, "pues han sentido el rechazo de primera intención. Sólo recordemos cuando se abalanzan sobre un parabrisas y la respuesta es: šquítate! o šbájate, me ensucias el coche! ƑQuién les dice no me laves el vidrio pero, mira, tengo una torta o un dulce o lo que sea, o simplemente platiquen con ellos unos cuantos minutos, pues son personas que necesitan de todos. Y es que sus historias son desgarradoras, muchas veces fueron violados por el propio padre, por el padrastro o fueron alquilados por su propia madre. Antes de rechazarlos en forma tan cruel es necesario pensar en lo que estos menores han tenido que enfrentar y todo lo que llevan detrás".Bertha Teresa Ramírez n A los 18 años ųocho de los cuales ha vivido en la vía públicaų, Rita ya sólo espera que sobrevenga la muerte. Y es que esta joven ha empezado a enfrentar problemas neurológicos severos como consecuencia de haber sido infectada por el VIH, situación que, presumen las autoridades de salud, afecta a otros niños de la calle que, como ella, sobreviven en varios cruceros, terminales de autobuses y estaciones del Metro en el poniente de las ciudad.

Producto de una familia desintegrada, desde que tuvo uso de razón sufrió el maltrato físico, primero de su madre y luego de su padrastro, quien abusó de ella, lo que la obligó huir de su casa, situada en las lomas de una colonia marginal de la delegación Alvaro Obregón. Desde entonces huir ha sido una puerta falsa por la cual Rita ha intentado sobrevivir, aunque siempre vuelve al mismo punto de donde partió: la violencia.

Así, escapar del mundo que la rodea no puso remedio a su vulnerabilidad. Tras refugiarse en la calle desde los 10 años, también fue objeto de agresiones físicas y sexuales por parte de policías, comerciantes ambulantes o taxistas. El caso de Rita ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias de la localidad, quienes enfrentan el desafío de cerrar filas a la terrible situación que puede alcanzar a otros menores de la calle.

La directora de la Jurisdicción Sanitaria de la delegación Alvaro Obregón, Cecilia Robert Terrones, calificó la situación como seria, pues no se sabe cuántos niños pudieran haber sido infectados. Comentó que actualmente se está tratando de hacer un estudio que permita establecer esto; sin embargo, advirtió: "ninguna acción que se emprenda tendrá éxito si antes no se concientiza a los niños de la problemática que están viviendo, y sobre todo si antes no se les brinda el afecto y la comprensión que están necesitando para que puedan ser analizados y rescatados de las agresiones que enfrentan en las calles".

La última huída o el viaje sin regreso

A diferencia de otros menores que deambulan en esta zona de la ciudad, Rita no es inmigrante; nació en el medio urbano. Igual que 99 por ciento de los niños que abandonan sus casas, desde que tiene conciencia recuerda haber sido golpeada y violada.

No está muy consciente de que desde hace varios meses empezó la etapa de su degradación física y que prácticamente su organismo ha iniciado un viaje, sin retorno, a la muerte. Pero si bien el sida es un camino definitivo hacia su fin, otras circunstancias de su vida la llevaron a transitar constantemente por caminos que siempre afectaron su vida.

Tratar de darle apoyo no ha sido fácil, a pesar de que ha corrido con la suerte de ser atendida por autoridades sanitarias y eclesiásticas que han tratado de ayudarla. El padre Crisanto Quintero, de la parroquia de San Felipe de Jesús, dijo que el primer reto ha sido pedirle que se "se deje querer", hacerle saber que "estamos ante todo para ayudarla, para comprenderla". Pero ella está aterrada, tan aterrada, que se vuelve a ir, se escapa constantemente del albergue del sacerdote.

A veces, cuando se siente muy mal, regresa, se queda dos o tres días, pero cuando se siente un poco mejor y tras inhalar solventes se vuelve a ir. Mientras tenga fuerzas seguirá huyendo, comentó el sacerdote.

La ayuda

Desde hace cinco años, el padre Crisanto inició diversos programas para ayudar a los niños de la calle en esa zona. Los apoya con alimentos, programas psicológicos, de desintoxicación y salud.

Hace un año, tras un arduo trabajo, realizado por varios psicólogos para lograr la confianza de los menores, convenció a varios de que debían practicarse el examen del sida. Fue así que se descubrió que Rita había sido contagiada.

El análisis fue aplicado a varios jóvenes más, con resultados positivos, pero muchos no quisieron saberlo y otros, al enterarse, se fueron del albergue. Unos más simplemente no han querido hacérselo.

Todo parece indicar, dijo el sacerdote, que el virus se transmitió por contacto sexual, pues los estudios que le hicieron a Rita no reflejan el uso de drogas sofisticadas, que resultan muy caras. Ella sólo consume activo.

Indicó que la primera preocupación fue la de proteger la vida de Rita. En segundo lugar su caso provocó alerta, "dada la promiscuidad a la que se ha visto expuesta, por lo que creemos que el mal se haya podido haber diseminado por todos lados".

Dijo que la actual delegada, Guadalupe Rivera Marín, mostró apertura política para escuchar a los miembros del clero que trabajan con niños de la calle. Dicho acercamiento, dijo "surgió a raíz de la necesidad de estar preparados ante la erupción de este mal. Ya que no podemos esperar a que se dé para empezar a tomar acciones adecuadas.

Afirmó que en estos momentos hay "sana coordinación" con las autoridades, "tómanos el acuerdo de iniciar una campaña de concientización entre estos jóvenes".

Añadió que no es tiempo de entrar en discusiones bizantinas sobre el uso del condón como medida preventiva, "hemos estado de acuerdo en informar a estos niños para que sepan los riesgos que corren y no se dejen explotar sexualmente".

Reconoció que está información debe estar libre de ideologías, ser lo más objetiva posible. "No debemos ponernos a discutir quién tiene la razón porque nos vamos a perder en discusiones estériles. Lo importante es que las autoridades y nosotros hagamos nuestro mejor esfuerzo y nos unamos en lo que coincidimos y dejemos nuestras diferencias para nuestros grupos y nuestro espacios", indicó.

La doctora Robert dijo que al conocer el caso de Rita se preguntó cómo se les puede pedir a estos seres lo que siempre se les ha negado, "pues han sentido el rechazo de primera intención. Sólo recordemos cuando se abalanzan sobre un parabrisas y la respuesta es: šquítate! o šbájate, me ensucias el coche! ƑQuién les dice no me laves el vidrio pero, mira, tengo una torta o un dulce o lo que sea, o simplemente platiquen con ellos unos cuantos minutos, pues son personas que necesitan de todos. Y es que sus historias son desgarradoras, muchas veces fueron violados por el propio padre, por el padrastro o fueron alquilados por su propia madre. Antes de rechazarlos en forma tan cruel es necesario pensar en lo que estos menores han tenido que enfrentar y todo lo que llevan detrás".