Sistemas de información geográfica: ética y concepto

Gerardo Bocco

Los sistemas de información geográfica (SIG) son sistemas computarizados diseñados para acopio, edición y análisis de datos geográficos, sobre temas tales como el manejo de los recursos naturales, los riesgos ambientales y el ordenamiento del territorio, por mencionar sólo algunos de los más relevantes. El objetivo de un SIG es transformar datos geográficos en información válida, confiable, para la toma de decisiones ambientales.

Para ser eficientes, los SIG requieren equipo y programas apropiados, datos de entrada confiables, modelos robustos pero aplicables y personal capacitado adecuadamente. En realidad, los requisitos cruciales, y en los que puede haber cuellos de botella son los tres últimos. Debido al desarrollo vertiginoso de los sistemas de cómputo en las últimas décadas, en especial de las computadoras personales, la oferta de equipo y programas apropiados para responder a las demandas de aplicaciones está cubierta con creces. Los SIG están de moda.

geografica Un problema importante es que se suele confundir el dominio de los aspectos conceptuales, es decir, cómo incorporar la cuestión territorial al análisis de temas tales como el aprovechamiento de los recursos o el ordenamiento territorial, con la operación de un sistema de cómputo. Eso lleva a varios problemas subordinados, bastante comunes en el ambiente de SIG, que pueden sintetizarse como un incorrecto privilegio de la cuestión técnica sobre la conceptual. Así, por ejemplo, se adquieren sistemas cuyas capacidades se subutilizan, se recaban los datos inadecuados o se intenta aplicar los modelos equivocados. Ello conlleva un uso poco eficaz de los recursos financieros y la producción de una información no necesariamente válida.

La cuestión es que esos sistemas siempre generan un producto revestido con una aureola de objetividad y exactitud. El riesgo es que, en la toma de decisiones ambientales, a los SIG se les adjudique un papel decisivo, que rebase el de mero instrumento técnico, casi como si tuvieran vida propia.

Las empresas productoras de programas para SIG se han beneficiado de esa situación y han creado necesidades que tal vez no siempre se justifiquen en cuanto a los resultados que puedan obtenerse. Las empresas líderes en el ramo se han preocupado por producir paquetes que, según sus propios anuncios, no requieren mayor experiencia, conocimientos o preparación. En otras palabras, se confunde el poder manejar un sistema de cómputo con el dominio de los conceptos básicos en los que se basan los análisis que deben realizarse.

Sin embargo, depositar la responsabilidad sólo en las empresas generadoras y distribuidoras de programas, equipos y datos (en especial imágenes de satélite) es eludir una responsabilidad que toca a todos los actores sociales en ese desarrollo tecnológico. En buena medida, no se ha encontrado un mecanismo de divulgación serio de la tecnología, de tal manera que los usuarios, bien académicos, bien organizaciones sociales, realmente se apropien del instrumento tecnológico y conozcan no sólo la operatividad del sistema de cómputo, sino los conceptos y condiciones para su uso.

Además, los datos geográficos requieren el uso de unidades territoriales que puedan ser identificadas en la realidad por aquellos que verdaderamente resultarán afectados por los cambios que se sugieran: las comunidades rurales y urbanas, cuya vida será afectada por el uso de la información obtenida por los SIG.

Si no existen principios éticos claros (además de los conceptuales) en los actores sociales relacionados con los SIG, no se capturarán los datos relevantes, no se aplicarán los modelos pertinentes, no se utilizarán las unidades territoriales importantes ni, mucho menos, se socializará la toma de decisiones. Todo quedará en un ejercicio supuestamente preciso y exacto, elaborado por expertos y auto-validado por su estructura. Probablemente estemos en el extremo de un movimiento pendular y, una vez pasada la moda y al no cumplirse las promesas que se formulan de manera exagerada, una herramienta potencialmente útil puede perder la credibilidad extrema que hoy detenta. En esa situación, no habrá beneficiarios, y todos los involucrados seremos perdedores.

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