La Jornada sábado 3 de abril de 1999

CONFLICTO BELICO Y ECONOMIA

SOL El inicio del conflicto internacional en Yugoslavia, como antes el comienzo de la guerra del Golfo Pérsico, llevó al índice Dow Jones a niveles históricos. Tal vez no sea ajeno a este fenómeno el reciente anuncio de que tanto la Fuerza Aérea como la Marina estadunidenses están a punto de agotar sus respectivas dotaciones de misiles.

La guerra es una actividad cara y los instrumentos bélicos modernos devoran partidas presupuestales enormes. Cada misil Tomahawk, como los que en estos días han sido disparados contra Belgrado, cuesta más de un millón de dólares. Asimismo, cada hora de operación de un portaaviones tiene un precio semejante. De esta forma, las arcas públicas de Estados Unidos tendrán que destinar ingentes sumas al aparato militar, las cuales, a su vez, se traducirán en una aceleración --así sea momentánea-- de la economía. No sólo la industria armamentista propiamente dicha, sino otras ramas, como las del vestido y del calzado y la de los combustibles, por ejemplo, se ven beneficiadas. A eso debe agregarse que los principales fabricantes de artefactos militares son, además, consorcios que poseen grandes plantas automotrices, aeronáuticas y electrónicas, entre otras, orientadas al mercado civil de bienes de consumo.

Ahora bien: si para la economía estadunidense el conflicto balcánico puede significar un impulso adicional hacia el crecimiento, para las naciones europeas podría tener el efecto contrario, no sólo porque sus respectivos aparatos bélicos tienen una participación significativamente menor que el estadunidense en el ataque a Yugoslavia, sino también porque, a fin de cuentas, el escenario de destrucción humana y material se encuentra situado justamente en territorio europeo y porque las posibles consecuencias de un desbordamiento de la confrontación --flujos migratorios descontrolados, internacionalización, inestabilidad política en Londres, París, Madrid o Roma-- tendrían, inevitablemente, efectos recesivos que podrían incluso neutralizar el empuje a la economía del viejo continente que representa el establecimiento del euro.