n Ritual de Semana Santa en El Nayar, Nayarit


Sincretismo de viejas tradiciones coras y la religión católica

n Con la danza de la Tortuga, las mujeres lloran por el Santo Entierro

César Delgado Martínez, especial para La Jornada, Tepic, Nay. n Durante la Semana Santa en Jesús María, municipio de El Nayar, los coras convierten el tiempo de todos los días en un hecho extracotidiano.

Durante la noche del miércoles santo ųnarra el investigador José María Castroų, en la enramada ubicada en el barrio del Rosario, se congregan los coras y ordenadamente se colocan en dos grandes filas en espera de los centuriones.

A las 22 horas, la Culebra de Mal ųuna soga extendida a lo largo de la calleų es estirada por dos grupos de judíos. Los vencedores caen de espaldas al suelo, mientras que los vencidos se van de frente y muerden el polvo. Estos últimos se convierten en tiyarus, lo que les permite interpretar la danza de la Tortuga frente a la casa del Santo Entierro: la máxima potencia, el juez vengador, el que todo lo sabe, lo ve y lo oye, como el águila Kuajrave.

 

Polvo del mal

 

Los tiyarus no dejan de fumar el tabaco sagrado para estar en contacto con sus deidades. La luna ilumina el lugar, se escucha el sonido de la flauta y el tambor.

La danza se inicia con el son Tengo comezón en el trasero, mientras los danzantes tratan de ''fecundar" el sable que cada uno porta.

Hay momentos en que dos danzantes, en medio del gran círculo, se acoplan simulando llegar al encantamiento. Tras las máscaras ocultan su identidad. Los grandes conocedores de la tradición dancística se bajan el calzón de manta hasta las rodillas. Una vez desnudos, con el pene erecto, se masturban hasta eyacular.

Mientras se desarrolla la danza de la Tortuga, adentro de la casa las mujeres lloran amargamente por el agonizante Santo Entierro, envueltas en el olor a incienso y el aroma de las florecillas silvestres llamadas taikuairisporra.

Una vez terminada la danza de la Tortura, los coras realizan un ensayo de todos los sones que se habrán de interpretar en la Judea:

Tengo comezón en el trasero, Yati-ive na ata une (Venado caca redonda), Moasha shite tusura (La hormiga no tiene huaraches), Sa-arejti tikakai (El vaivén de mi huacal) y Tzakurite vua-atuve (El huarache al revés).

En un recodo del río ųañade Castro, estudioso de las tradiciones corasų al norte de Jesús María, una vez terminada la danza de la Tortuga, los penitentes llevan a cabo un ritual: cavan unos hoyos en los que colocan varios olotes que son encendidos con ocote. Cuando están al rojo vivo los cubren con arena, para finalmente colocar un palo como señal para después desenterrarlos.

Esta última acción se efectúa cuando los penitentes calculan que ya se han enfriado. De ahí muelen los olotes para transformarlos en polvo negro como el mal. Al mezclar esta sustancia con agua se obtiene la pintura con la que untarán su cuerpo los participantes en la Judea.

 

ƑMexicanos de segunda?

 

El amanecer está próximo. Algunos de los participantes en el ritual se quedan dormidos entre los peñascos, otros más se dirigen a su casa en busca de un breve reposo. Los ''iniciados" saben que la Semana Santa es un constante ir y venir, lo cual no les permite el descanso.

Cruce de caminos. Sincretismo de viejas tradiciones coras con la religión católica. En estos días las autoridades municipales no tienen ninguna injerencia en el gobierno de la población.

''šNo es posible! Es inaudito que en pleno siglo XVIII siga existiendo este lugar (Jesús María) de paganismo diabólico, de bárbaros, salvajes. Ustedes no escarmientan y siguen rechazando a nuestro único Dios, a nuestra Santísima Trinidad", expresó entonces uno de los primeros misioneros al llegar a la Sierra del Nayar.

Pasaron 200 años. Los coras siguen creyendo en lo transmitido por sus ancianos. Su cultura los une, les da cohesión, les permite enfrentar algunos problemas, aunque no siempre salgan victoriosos. Necesitan centros de salud, desayunos escolares, escuelas que realmente enseñen lo que ellos quieren y recursos para sembrar sus tierras. Les urge respeto a sus tradiciones, a su lengua y al derecho a la vida como seres humanos. Requieren que se les deje de tratar como mexicanos de segunda.