REPORTAJE
De la Mixteca a Nueva York /I
n La migración al norte, una forma de sobrevivir que se transmite de generación en generación
María Rivera, enviada, Acatlán de Osorio, Puebla n La pobreza, a pesar de todo, no está reñida con la esperanza. En la Mixteca poblana a la gente no se le cierra el mundo. Desde hace medio siglo encontró salidas a la mera sobrevivencia en el norte del país o traspasando las fronteras. Sabe que le esperan jornadas de sol a sol y discriminación, pero también tiene claro que mediante su trabajo ųlo único que pueden vender, finalmenteų podrá alcanzar algunas de sus metas.
Uno de los muchos que partieron de esta región en busca del sueño americano es Félix Sánchez, El rey de la tortilla. La falta de oportunidades en Piaxtla, su pueblo, lo llevó a probar fortuna en Estados Unidos como ilegal.
Su primer trabajo como migrante fue de lavaplatos. En Nueva York encontró su veta de oro en la venta de tortillas. En los últimos tiempos su empresa Puebla Foods Inc. motivó amplios reportajes de la revista Forbes, especializada en economía.
Así como él, en la mayoría de los pueblos hay un migrante exitoso que marca el camino. Regresan en sus trocas, construyen enormes casas de material y dan las pistas para acceder a ese mundo. En una región donde las familias se manejan con salarios de unos cuantos pesos, es difícil resistir el deseo de probar fortuna.
Hoy en día casi la mitad de las familias de la zona tiene un hijo o un hermano emigrado. Pero no es raro encontrar casos como el de doña Elia Cruz, de El Idolo, municipio de Petlalcingo: la mitad de sus hijos tuvo que dejar el pueblo.
Sol, polvo y cactus
Pese a que a su alrededor sólo se ven polvo y cactus, doña Elia afirma con una gran sonrisa que "éste es un buen año". La olla de frijoles que hierve en medio del solar, en una improvisada fogata, es para ella la mejor prueba de su presente venturoso. Los cinco hijos que aún viven con ella tendrán comida ese día.
Los habitantes de El Idolo describen a 1998 con una frase: "Tuvimos al santo de espaldas". A la consabida aridez de la Mixteca poblana se sumó la sequía. Pasaron abril y mayo sin que las tierras de temporal recibieran gota de agua. A medio año llegó la certeza: en noviembre no habría cosecha.
Los precios se volvieron inalcanzables. El maíz se vendió a 8 pesos el kilo y el frijol a 14, mientras la mayoría de los pobladores del lugar ųdedicados al tejido de palmaų tiene ingresos diarios de 7 pesos.
Doña Elia cuenta que su marido tuvo que vender los 20 chivos que tenía. "Los malbarató en 400 pesos cada uno. Sólo nos quedaron la yunta y dos burros. Mis hijos se desesperaron y cinco se fueron paƀl norte".
Con cierta aprehensión reconoce que no sabe con exactitud dónde se encuentran sus muchachos, sólo que están en Estados Unidos. "Se fueron juntos, pero allá se regaron por todos lados. A veces tengo noticias de ellos y me mandan dinero con la gente del pueblo que regresa, pero šDios sabe por dónde andarán!".
Su nuera, una muchacha de 16 años, asiente. Comenta que su marido le manda de vez en cuando un giro y que con eso empezó a construir su casa. Carga un niño de meses que no para de llorar. "Tiene fiebre. Ya lo llevé a la clínica, pero ahí nunca hay medicina; le vamos a dar un té, a ver si se alivia".
Las hijas más pequeñas de doña Elia juegan con tres gallinas que están atadas a un árbol. La madre les pide que no molesten a los animales. "Hay que amarrarlas para que no se vayan con los vecinos porque luego se las comen".
La mirada se le ilumina cuando explica que son para una fiesta, cuando se case alguno de sus hijos. "Entonces comeremos un buen caldo".
Todas las rutas llevan al Bronx
Todas las rutas de la Mixteca conducen al Bronx. Al menos eso es lo que parecen creer la mayoría de los jóvenes de Piaxtla, un pueblo de 5 mil habitantes, a dos horas de Puebla, que tiene una tradición migratoria de más de medio siglo.
En este municipio, aproximadamente 85 por ciento de las tierras es de temporal y el restante 15 por ciento es de riego. Cada año el volumen de lluvias es menor, abundan los cerros erosionados y las parcelas están cada día más pobres. El maíz y el frijol nunca están seguros.
En los años cuarenta, cuenta el profesor Galo Sánchez Villanueva, se fue a Estados Unidos la primera migrante: miss Maurilia Arriaga, una piaxteca de aferrada soltería, que allá encontró trabajo en el servicio doméstico. Al poco tiempo se llevó a algunos de sus familiares, pero estos primeros viajeros no hicieron escuela.
En la década de los sesenta un nutrido grupo de hombres del pueblo viajó a California a trabajar en la pizca del tomate, como parte del Programa Bracero ųconvenio migratorio entre México y Estados Unidosų. Al terminar sus contratos algunos de ellos exploraron posibilidades de trabajo en los estados del norte. Nueva York fue uno de los lugares donde tuvieron buena acogida, sobre todo en el área de servicios como lavaplatos, meseros o cocineros.
Uno de los que partieron en esa época fue Félix Sánchez, El rey de la tortilla. En Nueva York, después de probar en varios trabajos, entró al comercio. Ahí se pudo dar cuenta de que la comunidad mexicana no tenía cómo proveerse de tortillas.
Empezó a producirlas y distribuirlas artesanalmente y al poco tiempo controlaba ya todo el mercado. Hoy en día las tortillas Mi Pueblito son la marca líder entre la comunidad mexicana.
Este logro impulsó al comerciante poblano a probar ųexitosamenteų con otros productos esenciales para la comida mexicana.
El profesor Galo explica que Sánchez ha hecho escuela entre la comunidad poblana residente en Nueva York: "El se ha llevado mucha gente de aquí. Les enseña cómo se hace la tortilla, cómo se distribuye y cómo se vende. Algunos, después de varios años de trabajar en su fábrica, juntan su dinerito, se apartan y ponen su propia tortillería".
Un ejemplo de que el peso de los migradólares es cada vez mayor en el ámbito político se dio durante la pasada campaña electoral por la gubernatura de Puebla. El entonces candidato del PRI, Melquiades Morales, viajó especialmente a Nueva York a buscar el apoyo ųy las futuras inversionesų de El rey de la tortilla.
En Piaxtla todos hablan de don Félix con veneración. Cada 15 de agosto, durante las fiestas patronales, el empresario regresa a su pueblo y visita su casa de descanso ųuna ostentosa construcción estilo californiano con techos de tejas, pisos de mármol blanco y enorme piscinaų. Para los piaxtecos, la mansión se ha convertido en un símbolo de que los sueños se pueden volver realidad.
"Hoy ųconcluye el profesor Galo con gesto de Ƒqué le vamos a hacer?ų, los muchachos apenas salen de la secundaria y ya empiezan a preparar sus maletas. ƑEl rumbo? Nueva York, špor supuesto!".
Territorio desolado
n De 35 municipios que integran la región, 25 registraron tasas de crecimiento demográfico negativas entre 1990 y 1997
La desolación de la Mixteca poblana no es una metáfora: en la última década la población de la región ha decrecido. De los 35 municipios que integran esta zona, 25 registraron tasas de crecimiento negativo para el periodo de 1990-97, a pesar de tener tasas de natalidad anual de 3 por ciento. La migración es el motivo principal.
Emigrar es una forma de vida y patrón cultural de los mixtecos, explica Sergio Cortés Sánchez, investigador de la Universidad Autónoma de Puebla. El 46 por ciento de los padres de familia de esa zona tienen al menos un hijo y/o un hermano emigrado.
Hasta 1983, agrega el investigador, la mayoría de los emigrados tenía como destino el mercado nacional, el Distrito Federal y la ciudad de Puebla, principalmente. "Sin embargo, a partir de ese año y motivado por la crisis económica que desplomó el mercado laboral del país, la emigración se dirigió mayoritariamente hacia Estados Unidos (70 por ciento). Las medidas antinmigrantes ejecutadas por aquel país han encarecido el precio del traslado y el periodo para cubrir ese financiamiento, pero no han parado el flujo migratorio", puntualiza.
A su vez, Marcos Sotomayor, párroco de San Juan Tianguismanalco, menciona a Nueva York, Chicago, Los Angeles, Houston y Oregon como los principales destinos de los mixtecos poblanos. Sin embargo, la mayoría están concentrados en Nueva York y sus alrededores. (María Rivera)