La Jornada Semanal, 28 de marzo de 1999
-Canonicemos a Jaime Sabines por haber canonizado a las putas, los
tristes, los amorosos, los vivos, los por morirse y los muertos,
saltándose a la chiapaneca, los preceptos del canon.
-Canonicemos a Jaime Sabines por haber dado a todas las gentes
pequeñas -es decir, todos nosotros- las palabras para expresar el
amor, la ausencia, el olvido y los benditos segundos del éxtasis.
-Canonicemos a Jaime Sabines por levantar, como don Jorge Manrique y
Federico García Lorca, su protesta humana frente al interminable
fracaso de la creación.
-Canonicemos a Jaime Sabines por entregarnos, como don Jorge Manrique
y Federico García Lorca, el consuelo de la memoria que se opone al
olvido.
-Canonicemos a Jaime Sabines por ser nuestro poeta más entrañable, más
sabio en poesía, más memorizado por su pueblo, más luminoso y hundido
en las sombras, más cargado de humanidad adolorida y jubilosa... y
menos, pero mucho menos canónico.
-Digamos con Jaime Sabines: Laus Deo en medio del dolor y de la
vida... santo, santo, santo... mientras camina el señor de los
ejércitos y nosotros levantamos esta arca de palabras. En ella late la
hermosa y horriblemente débil alianza humana.
Laus Deo