n Con homenajes en el DF y Tuxtla Gutiérrez se recordará al autor de Tarumba
''Uno apenas es una cosa cierta'', diría el poeta Jaime Sabines
n Silencioso llanto del escritor, cuando celebró en Bellas Artes sus siete décadas n Cumpliría hoy 73 años
Mónica Mateos n Cuando Jaime Sabines cumplió 70 años, en 1996, los celebró con un memorable recital en el Palacio de Bellas Artes donde se dejó herir por las ovaciones: ''estos son los aplausos que lo lastiman a uno'', dijo entonces el poeta, con los ojos llenos de lágrimas, y les tumbó el alma a las centenas de jóvenes que lo habían esperado más de tres horas.
A las 20 horas, en punto, de aquel sábado 30 de marzo, el telón metálico del teatro se elevó y dejó ver a un señor de edad avanzada en silla de ruedas, frente a un escritorio de madera reluciente, flanqueado por dos columnas que sostenían sendos arreglos florales. Sin preámbulos, los aplausos brotaron, primero tímidos, para no lastimar la fragilidad del hombre; pero cuando el poeta trabajosamente se puso de pie, entonces, como para sostenerlo, el público le lanzó una vigorosa ovación.
El festejo iniciaba. El lento, amargo animal que es, que será Sabines leyó, caricia a caricia, una selección de 33 poemas, en riguroso orden cronológico, como le fueron saliendo en la vida: ''Todo se hace en silencio. Como se hace la luz dentro del ojo. El amor une cuerpos", contaba y los solitarios apretaban sus puños mientras decenas de fotógrafos rasgaban la penumbra y el silencio con el accionar de sus flashes.
Todos querían más soledad, más vida
''Uno apenas es una cosa cierta..." decía la voz del hombre de siete décadas recién cumplidas, y contraía la mano derecha, hacía una pausa, se limpiaba la boca con un pañuelo blanco, miraba a su embelesado amante de mil cabezas y sonreía al saber exactamente qué mimo utilizar para estremecerlos de placer: ''... juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no irse. Juegan el largo, el triste juego del amor".
Para muchos ese fue el primer estremecimiento de la noche, otros aguantarían las lágrimas y los recuerdos hasta escuchar: ''Morimos en mi cuarto en que estoy solo, en mi cama en que faltas, en la calle donde mi brazo va vacío, en el cine y los parques, los tranvías, los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza y mi mano tu mano y todo yo te sé como yo mismo".
El poeta preguntó, ''Ƒtodavía aguantan más?''. Y las peticiones se escucharon a pleno pulmón desde todos los lugares del teatro: "Quería leerles Tarumba, pero si no se lee completo hace daño. Voy a leer los que tengo marcados'', y continuó con la estocada: ''No es nada de tu cuerpo, ni una brizna, ni un pétalo, ni una gota, ni un grano, ni un momento: Es sólo este lugar donde estuviste, estos mis brazos tercos", escuchó el público con los sueños revueltos mientras Sabines intentaba devolverlos a la realidad: ''ya tenemos una hora, Ƒaguantan más?''. La respuesta, engolosinada, fue obvia: ''šsííí!''.
A las 21:10 horas, como final, dio de beber a sus lectores cucharadas de esa luna que ''es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los intoxicados de filosofía". El acto de amor se había consumado. La intensidad de los aplausos, el caer incesante de flores rojas sobre el escenario y un espontáneo coro que le brindó Las Mañanitas hizo brotar en el poeta su silencioso llanto.
Un par de jóvenes mujeres burlaron la vigilancia que impedía acercarse al autor para la tradicional firma de libros y consiguieron lo que cientos anhelaban: besar a Sabines, apapacharlo, darle las gracias por hablar el idioma de quienes ''andan como locos, porque están solos, solos, solos".
El presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Rafael Tovar, en medio de la algarabía, se acercó a entregarle al poeta una medalla conmemorativa y a pesar de que reconoció que después de escuchar a Sabines poco se podía decir, se echó un discurso mientras alguien, en galería, gritó en solitario: ''šViva Chiapas!''.
Jaime, el poeta, el hombre de 70 años, seguía de pie, sosteniéndose del escritorio mientras bajaba el telón metálico y las personas aplaudían dentro y fuera del Palacio de Bellas Artes. Lo llamaban, protestaban, porque ya era el fin, porque todos querían más, más Sabines, más poemas, más soledades, más vida, más amor.
Calmar al viento
Hoy, jueves 25 de marzo de 1999, Jaime Sabines habría cumplido 73 años. En muchas páginas se escucharán Las Mañanitas, y quizá entre las muchas parejas y solitarios que hace tres años celebraron con el poeta, la memoria le dedicará una sonrisa, pues hay que festejar la vida que, imperecedera, habita la obra de este escritor que lo mismo afirmaba ser miembro de la tribu de los que mueren de amor, que confesaba haber perdido muchas clases cuando iba a la primaria porque le gustaba irse de pinta.
La poeta chiapaneca Nora Piambo comparte con La Jornada esta conversación que sostuvo con su paisano en 1996:
ųDon Jaime, Ƒcómo fue su infancia?
ųFui como cualquier muchachito: jugaba canicas, trompo y me gustaba ir nadar al río Sabinal, por ese motivo perdí muchas clases en la primaria porque me iba de pinta.
ųƑCómo era el Tuxtla de entonces?
ųMuy tranquilo, no tenía ni 30 mil habitantes. De esa época tengo un recuerdo muy grato: la señorita Matus, mi maestra. Recuerdo también que memoricé la historia de México en el cuarto año, la cual declamaba con mucho orgullo, fue una hazaña. El contacto con la tierra, con la naturaleza me enseñaron a ubicarme en la realidad de lo efímera que es la vida. Mi padre me decía ''polvo eres y en polvo te convertirás", nos leía la Biblia. El viejo no tuvo cultura universitaria, únicamente cultura de tradición oral. Nos contaba historias, por ejemplo, la del Mio Cid, los capítulos de Las Mil y Una Noches. Después trabajé en la tienda de telas La Modelo, donde tuve un gran ensayo de humildad. Era un poeta, ya había escrito Horal, La señal y Adán y Eva, sin embargo, cada mañana tenía que barrer la calle, levantar cuatro cortinas de acero, vender manta y delantales. Esos años me enseñaron a ser cualquier persona que necesita trabajar para subsistir. Después de dos o tres años comencé a sentirme humilde y a pensar de que de nada sirve la fama cuando uno ha muerto.
ųComéntenos algo acerca de su poema Comitán en el aire.
ųEs un poema reciente. Siempre me gustó mucho Comitán, tierra de Chayito Castellanos, quien era amiga mía, nos ayudábamos mucho en el terreno humano. Además de ser una gran poeta, era una mujer sencilla, inteligente y con un gran sentido del humor. En la época en la que visitaba Comitán cada ocho días, iba a su mercado. Yo vivía en mi rancho de Montebello, donde hay unos lagos muy hermosos de siete colores debido a las algas que contienen. Ahí disfruté paisajes paradisiacos. El rancho tenía 20 hectáreas cultivables, pero también estaba el viento, que todas las noches se quejaba, no nos dejaba dormir porque aullaba, me contaba cosas... lo llegué a conocer muy bien y que hasta lo llegué a calmar.
ųƑAún visita esa casa?
ųNo. Desgraciadamente, desde 1989 a raíz de mi accidente me quedé en México y desde entonces he ido de una operación a otra, y así como al viento, al umbral del dolor poco a poco lo he hecho mi amigo. Actualmente el rancho ya no me pertenece.
La disciplina, conducta cotidiana
ųƑCree que su estilo tan personal y fuerte haya hecho escuela o es único?
ųExisten muchachos que quieren escribir a la manera de Jaime Sabines, eso es obvio, pero es difícil que haya una escuela sabiniana porque son vivencias personales con una voz inimitable. Simplemente pueden contagiarse de ella, pero no es una escuela definida.
ųƑHa incursionado en otros géneros literarios o únicamente escribe poesía?
ųDe joven tuve tentaciones, sobre todo de escribir novela policiaca, pero me di cuenta de que soy incapaz de escribir, por ejemplo: ''Nora se levantó, tomó la taza de café, se fue al comedor y la puso ahí". No puedo relatar esas cosas. Entonces me dije ''estáte quieto, un poeta sólo puede escribir poemas". La poesía es un destino, ella tiene otra forma para expresar las emociones y los recuerdos, es más sustantiva, sintáctica y no analítica. No me imagino e invento cosas como los novelistas. Cuando escribo lo único que sé es que sufro de dolor, de esperanza, de alegría y sé que necesito decirlo.
ųƑQué consejo le da a los jóvenes poetas?
ųQue escriban, escriban, escriban. La disciplina es una conducta cotidiana.
A seis días del fallecimiento de Jaime Sabines, en el Centro Cultural que en la ciudad de México lleva su nombre, se reunirán esta tarde los escritores Elena Poniatowska, Hugo Gutiérrez Vega, Eduardo Hurtado y Alejandro Aura para recordar al autor de Horal. Selma Beraud se encargará de leer poemas, a partir de las 19 horas, en el recinto ubicado en avenida Revolución 1747, San Angel.
En Chiapas, el gobierno del estado rendirá un homenaje al poeta en el Polyfórum Mesoamericano de Tuxtla Gutiérrez. Además, en la explanada del palacio de gobierno se presentará la exposición fotográfica Adiós a Yuria, de Eliane Cassorla, y se bautizará con el nombre de Jaime Sabines el Centro Cultural de Chiapas, donde se develará una escultura con la efigie del escritor, realizada por Luis Aguilar.
šFeliz cumpleaños, Poeta!