José Steinsleger
Consagración de un delator

Buscado en Italia por sus arengas radiofónicas a favor del fascismo, la policía militar estadunidense detuvo a Ezra Pound el 2 de mayo de 1945. El poeta fue encerrado en el temible Disciplinar Training Center, cerca de la ciudad de Pisa, en una jaula con barras de acero especialmente construida para él. Pound vivió en la jaula seis meses de aislamiento total: de día estaba expuesto al sol, y de noche le enfocaban potentes proyectores.

Tumbado en el cemento, sin techo que le resguardara, sin poder moverse, calcinado por el sol, empapado por las lluvias, Pound tradujo del chino a Confucio en estas condiciones, única lectura que le era permitida. "...Gigantes en 4 esquinas/tres hombres jóvenes ante la puerta/ y han cavado una zanja a mi alrededor/para que la humedad no me corroa los huesos".

Allí, el descubridor de James Joyce, el impulsor de Thomas Elliot, el defensor de D.H. Lawrence, de Henry Miller, y el mecenas de Hemingway perdió la memoria y la razón en un sitio programado para que la vida de los desertores fuera aún más dura que en la primera línea de combate. El 13 de febrero de 1946, Pound fue juzgado en Estados Unidos por una corte del distrito de Columbia.

Presidente de la sala: "Sr. Pound, mire al jurado y diga su identidad". Pound: "Soy nadie. Mi nombre es nadie".

Exponiéndose a castigos severos por defender a quien estaba acusado de "alta traición", los amigos de Pound hicieron malabarismos para declararle loco y conjurar una eventual pena de muerte. La situación era difícil, porque durante el juicio Pound gritaba que no iban a volverlo loco.

Fiscal: "Sr. Hemingway: se le ruega que diga su nombre y profesión".

Hemingway: "Puede irse al diablo con los formulismos, amigo. Soy Ernest Hemingway, y Ezra Pound es amigo mío. Con esto basta. Tampoco he entendido ni una puñetera palabra de todas esas eruditas chorradas y chocheces que soltaron sobre fascismo y élites... Pound dedicaba la mayor parte de su tiempo a mejorar la situación material de sus amigos y las condiciones de su trabajo artístico... y de lo que ese matasanos ha contado, de sus rollos sobre cerebro y cojones, todo eso me la suda. ƑLoco? ƑY qué? šClaro que está loco!... como mínimo desde 1933".

El poeta fue internado en el manicomio del St. Elizabeth Hospital junto a pacientes sometidos a electroshock y camisa de fuerza.

A fines de los cincuenta, Allen Ginsberg dialogó en Venecia con Pound, ya en libertad: "Mi mayor error --admitió-- fue mi antisemitismo, ese estúpido prejuicio pequeñoburgués".

Evoco el juicio a Pound con motivo del galardón que la Academia de Hollywood otorgó a Elia Kazan, maestro del cine y orgulloso delator confeso.

Lo digo así porque Kazan fue uno de los tantos personajes que inspiró a la autora teatral Lillian Hellman en su obra sobre el macartismo: "Tiempo de canallas".

El macartismo formal funcionó de 1947 a 1954, y fue impulsado por el senador republicano Joseph McCarthy y Ricard Nixon, joven abogado y político que hacía fortuna defendiendo a la mafia italiana. Ambos constituyeron la Comisión Investigadora de Actividades Antiamericanas. La comisión interrogó a escritores, directores de cine y actores para averiguar cómo se había producido la "infiltración comunista" en la industria cinematográfica americana.

Productores como Jack Warner y Louis B. Mayer, y actores de segunda como Ronald Reagan, o de primera como Gary Cooper, facilitaron la tarea del comité. El chivo expiatorio era el "comunismo". Empero, en su libelo "Veinte años de traición", McCarthy postuló la idea de que, en general, la mente crítica terminaba siendo ruinosa para el país y el propio Partido Republicano, que no corregía las políticas de inspiración liberal de la etapa anterior.

Dos guionistas, Lester Cole y Ring Lardner Jr. ("Laura", "La mujer del año") prefirieron la cárcel a delatar a sus amigos. Por su lado, Dashiell Hammett se tomó veinte whiskies antes de hablar y uno más que en la sala, a hurtadillas, le pasó Lilian Hellman, su fiel compañera de tragos, amor violento y lealtad incondicional. En 1951, luego de que Hammett se negó a decir los nombres de los contribuyentes de una organización comunista, el comité lo condenó a seis meses de cárcel.

Actores, actrices y directores (Gene Kelly, Laureen Bacall, Humphrey Bogart, Orson Welles, John Huston, Jane Wyatt, y muchos más) protestaron ante el comité. Chaplin se exilió en 1953 y jamás regresó a Estados Unidos, país donde a su juicio, el FBI no podía quejarse por falta de delatores ya que el acto de acusar al prójimo está previsto en la Constitución.

Pound y Kazan. Genios y paradigmas. Del hombre íntegro el uno, de la miseria moral el otro, Kazán delató a sus amigos sin que la comisión se lo pidiera. No delató por su "conciencia" de comunista arrepentido, ni como "defensor de la libertad". Lo hizo para salvaguardar su carrera y hacer las buenísimas películas que dirigió después. Solo que, a diferencia de Ezra Pound, Elia Kazán jamás se arrepintió. Por lo uno y por lo otro, merecía el galardón.