La definición del anarquismo está contenida casi literalmente en el significado de esta palabra de origen griego: sin gobierno. Los primeros anarquistas se declararon enemigos de todo gobierno. La abolición del Estado era roca fundamental de sus principios. Su aspiración: la igualdad a partir de ser libres, libres de todo poder superior, ideológico o religioso; libres de toda opresión o ley; la pareja libre por encima del matrimonio burgués; libres por la soberana libertad de ser libres. Para Sebastián Faure, autor de la Enciclopedia anarquista, el anarquismo se resumiría en una sola palabra: libertad. De ahí que esta corriente ideológica se identificara con el nombre de movimiento libertario.
Al amparo de esta inmensa utopía, se cobijaron diversas tendencias y teorías. Punto de partida, en 1798, puede ser la del filósofo William Godwin, quien plantea que todo gobierno, aun el mejor, es un mal necesario, por su fuerza coactiva y nociva, propugnando una sociedad dominada por la ética de la razón. El pensador francés José Prou-dhon, posiblemente el primer hombre en llamarse anarquista, el de la propiedad es un robo, glorificaría la pobreza en su Filosofía de la miseria, rebatida por Carlos Marx en su Miseria de la filosofía. Sus ideas alcanzaron influencia en la Primera Internacional, hasta su disolución en 1872. Dentro de ella, el ruso Miguel Bakunin, agitador y conspirador, y por ello perseguido, defendió ardorosamente el ideal anarquista, bajo la creencia de que ningún hombre puede ser libre mientras dependa económicamente de otro, pero aceptando ciertas formas de organizaciones colec- tivistas. A él se atribuiría el concepto de comunismo libertario. Por su parte, otro ruso, el príncipe Pedro Kropotkin, partidario también de la desaparición del Estado, quiso dotar a la ideología anarquista de bases científicas, mediante el desarrollo de pequeñas comunidades autárquicas, en las que todas las cosas fuesen de propiedad común y cada individuo trabajase tan bien como pudiese para recibir tanto como necesitase. El sabio francés Eliseo Reclus sería una especie de apóstol de la naturaleza, desde el horizonte de la plena libertad del ser humano. La amplitud del ideal anarquista ha adoptado, sin profesarlo, la tutela de figuras librepensadoras, cercanas a los principios igualitarios y de justicia social, como Rousseau, Stuart Mill, Nietzsche, Tolstoi... Panorama humano del individualismo y del idealismo en sus más generosas expresiones, incluidas la rebeldía iconoclasta y la filosofía nihilista.
Podría decirse que el concepto gremialista de la organización de las fuerzas productoras de Bakunin influyó determinantemente en el rumbo orgánico del anarquismo, a través del movimiento sindical, marcando los espacios de lo que habría de ser el anarcosindicalismo, como un medio para agrupar al proletariado y dirigirle hacia la revolución. Entre sus registros históricos se ha incluido el sacrificio de los líderes obreros que organizaron, en 1886, la huelga general de Chicago, cuya reivindicación de la jornada de ocho horas de trabajo originaría la fiesta nacional del Primero de Mayo. Dos centrales poderosas surgieron en Europa, la Confederación General del Trabajo ųCGTų, en Francia, y la Confederación Nacional del Trabajo ųCNTų, en España, hilvanando a fines del siglo XIX y comienzos del XX la continuidad histórica de una ideología perfilada en las postrimerías del XVIII, con sus extensiones en Italia, Bélgica, Brasil, Perú, Estados Unidos, Uruguay... Y, sobre todo, en Argentina, donde la Federación Obrera Regional Argentina tiene un desarrollo sorprendente, con raíces tan profundas que alcanzarían el fenómeno del peronismo, capitaneado por el populismo de Eva. El historiador ácrata Max Nettlau ha dejado constancia de que el centro editorial anarquista de Buenos Aires podía equipararse al de Barcelona en los primeros años de nuestro siglo. En esta reseña, Max Nettlau incluye el periódico Regeneración, de los hermanos Flores Magón, en México.
La organización sindical constituyó un apoyo enorme para el activismo anarquista y su secuela terrorista. Inspirados en la consigna libertaria de la propaganda es acción, lanzada por el italiano Erico Malatesta, la violencia fue considerada un arma legítima contra la tiranía y el asalto bancario una necesidad justificada para la expropiación burguesa en beneficio económico de la propia organización. Así, adquieren notoriedad los grupos de acción. En España asesinan al cardenal Soldevilla y al jefe de gobierno, Eduardo Dato. Durruti, el legendario anarquista español, es encarcelado en Francia por un intento de asesinato del rey Alfonso XIII, sobreviviente de otros anteriores. Huye a América con su inseparable compañero Ascaso, pareja que será conocida con el título de Los Errantes. La que en México, en 1925, roba una buena cantidad de dinero en la fábrica de hilados y tejidos La Carolina. Una gira de asaltos, que ha sido iniciada en Cuba, continuará en Chile y Argentina, consiguiendo importantes fondos, con los cuales se fortalecen orgánicamente los movimientos confederales y anarquistas de Iberoamérica. En Barcelona, el diario de la organización confederal, Solidaridad Obrera, se convierte en un periódico pujante, que circula en toda la península y que pasa rápidamente de los 50 mil a los 100 mil ejemplares diarios. A la pareja se une García Oliver, formando el trío de Los Solidarios. Sus hazañas se multiplicarán con resonancias míticas, hasta llegar a la guerra civil de 1936.