Teresa del Conde
Yishai Jusidman, pintor

Este artista y crítico de arte (1963) exhibe hasta el 26 de abril en el Museo Carrillo Gil. Desde finales de los años ochenta realiza lo que él llama ''investigaciones pictóricas", obras que conforman series mostradas siempre con éxito en el extranjero y en México, a veces por medio de la Galería OMR. Cuenta, asimismo, con participaciones colectivas relevantes. La exposición reviste especial importancia porque da a conocer su producción más reciente, 15 retratos que configuran la serie Bajo tratamiento. A ellos se añaden sus pinturas sobre SUMO, disciplina de lucha japonesa que tiene como protagonistas a los luchadores, sus masas, posturas, ritmos, en concatenación con diversos modos de encarar la composición pictórica. Existe una cuidada y bien impresa edición SUMO, prologada por Oswaldo Sánchez. ''El estilo es citado, no desde el icono, sino desde el dogma pictórico que le subyace", anota el actual director del recinto.

Me interesa Bajo tratamiento por dos razones: primero, independientemente del tema las obras son deveras pinturas, buenas pinturas dentro del género retratístico. Parten de una tradición con múltiples puntos cúspide en la historia del arte; por su planteamiento, a quien más recuerdan es al Manet anterior a la fase impresionista. Todas las figuras sedentes de los retratados están plantadas en medio de la composición vertical, los fondos son aparentemente lisos, aunque en realidad obedecen a gradaciones muy finas de color, destinadas a actuar en interacción con la paleta que arma el vestuario y el rostro de cada personaje. Excepto dos, los demás sostienen un libro abierto de formato apaesado, ilustrado con reproducciones de pinturas famosas. En ocasiones la lámina ocupa la mayor parte del libro, como sucede con el paciente que sujeta Virheroicus Sublimis, típica composición minimalista de Barnett Newman; en otros casos puede haber una página en blanco o bien la ilustración ocupa sólo un cuadrante del espacio, como ocurre con La lavandera, de Toulouse-Lautrec. El blanco del papel juega función importante en la orquestación cromática del cuadro, por lo que su dosificación es muy pensada.

Puedo ver esta serie tal y como el autor lo pretende, simplemente como pinturas de toque conceptual que se amarran a la vez en la idea de la intemporalidad de la pintura a partir de que el artista es autor, en el Renacimiento. Pero es imposible desentenderse de una iconografía que a su vez configura un eslabón dentro de otra tradición: la de las pinturas que específicamente representan alienados, por lo menos desde Goya. Gericault sería el antecedente más importante a esta serie. Los modelos están tratados con sumo respeto. Algo llamativo es el vestuario que contribuye a la efectiva composición pictórica. No es indiferente, por ejemplo, el que una de las modelos femeninas, sin libro en las manos, vestida con conjunto de pants y camisola en blanco (trabajado con texturas que harían pensar en un lienzo de lana cruda) pueda evocar, involuntariamente, la idea de una camisa de fuerza en tanto que otra mujer usa suéter rosado (no es lo mismo que el cursi ''color de rosa" quinceañero) y mira hacia fuera habiendo elegido la lámina de la Visión de San Francisco del Españoleto reproducida en el libro que sostiene.

Este pintor, José de Ribera, está dentro de la tradición de quienes realizaron retratos de personajes psicóticos cuando no existía ni la palabra para designarlos. Tiempo después Gericault, a petición de un amigo, el médico Etienne Georget, discípulo de Esquirol, le encargó 10 retratos de alienados ųse conservan sólo cincoų para ilustrar sus sesiones sobre La Follie.

Aquí no hay nada de eso: Jusidman dice que no quiere probar cosa alguna fuera de la presencia pictórica, pero se involucra con los diagnósticos, en buena medida prefigurados, es decir, retóricos, con que los médicos etiquetaron a estos pacientes, internos del Hospital Fray Bernardino Alvarez, que sustituyó a La Castañeda. Un ejemplo: R.M. (iniciales disfrazadas en todos los casos) es un paciente ''con demencia senil degenerativa manifiesta por síndrome amnésico maligno... (acompañado de) desinhibición prematura". El retratado es el único que trae el pants arremangado por encima de los tobillos, pero el libro que sostiene trae como ilustración nada menos que El desposorio de la Virgen, de Rafael, perfectamente distinguible, en visión casi anamórfica dado el ángulo en que se captó.

El pintor dio a escoger láminas a sus modelos, quienes eligieron las afines a sus condiciones. Así, una mujer ''de ideación paranoide-negativa" eligió composición de Mondrian de la época del Stijl. Se ve elegante con su terno azul, bufanda y pierna cruzada. Ella parece vernos, angustiada, desde la tabla pintada al temple de huevo.