EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Todo tiene solución

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Quince meses y catorce días antes de las elecciones presidenciales del año 2000, contando a partir del pasado jueves 18 de marzo, ha ocurrido en México un fenómeno equiparable al que se verificó en San Pedro de las Colonias, Coahuila, en febrero de 1988: la irrupción de las masas en favor del proyecto político de Cuauhtémoc Cárdenas. Pero si once años atrás el hecho se registró sólo en una pequeña población de La Laguna, desde donde el efecto multiplicador empezó a extenderse rápidamente, anteayer, en cambio, tuvo múltiples orígenes.

En la ciudad de México no sólo hubo una manifestación gigantesca que desbordó el Zócalo. Además, en el Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) ocurrió un acto de desobediencia masiva contra la momia viviente de Leonardo Rodríguez Alcaine, el supuesto ''máximo líder obrero'' del PRI. Al mismo tiempo, 18 mil personas en Monterrey, 10 mil en Tuxtla Gutiérrez, 4 mil en Morelia, 2 mil en Pachuca, 500 en Toluca, 200 en Tlaxcala y 100 en el puerto de Veracruz, salieron a las calles a protestar por la iniciativa del presidente Ernesto Zedillo que ahora intenta privatizar la industria eléctrica.

En ningún caso, las demostraciones fueron de adhesión explícita a la candidatura de Cárdenas, sino de abierto rechazo al ''gobierno'' federal. Y en ningún momento externaron preocupaciones electorales. Aquí y allá, la gente salió a ventilar y exigir soluciones a problemas tan diversos como el hambre, la desocupación, la inseguridad, la falta de atención médica, la angustia cotidiana, la incertidumbre, la corrupción y el saqueo en todos los órdenes que diariamente nos hace sus víctimas, y que nos flagela cada vez con mayor dureza desde que el PRI y el PAN legalizaron el Fobaproa.

Claro está que no fueron temas tan específicos, y a la vez tan abstractos, los que movilizaron a las multitudes ansiosas de un verdadero cambio. Lo que detonó este amplio desfile de rencores fue el amplio abanico de los más recientes errores y abusos del peor ''gobierno'' mexicano del siglo.

 

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En el Distrito Federal, por ejemplo, convergieron los estudiantes de la UNAM, indignados por el aumento de las cuotas escolares; las columnas del Sindicato Mexicano de Electricistas, sobre las cuales pende la amenaza de 15 mil despidos en el corto plazo; los que impulsan la consulta nacional contra la guerra en Chiapas; los que defienden la Unidad Artística y Cultural del Bosque de Chapultepec, y también, pero no al último, los guerrerenses que demandan una revisión justa de las elecciones de gobernador en su entidad, en donde el ''gobierno'' y el PRI cometieron un fraude tan escandaloso que, si no es atendido oportunamente, puede desencadenar una espantosa ola de violencia.

Nadie, insiste el tonto del pueblo, marchó en apoyo a Cárdenas, pero todos los que lo hicieron se saben partícipes ya de una gran alianza de proporciones nacionales que tiene ante sí tareas muy precisas: detener, a toda costa, la privatización de la industria eléctrica, obligar al régimen a cumplir los acuerdos de San Andrés, sacar al Ejército de Chiapas, impedir la guerra civil en Guerrero, encontrar soluciones para que no estalle la huelga en la UNAM, etcétera.

 

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Con gran sentido de la oportunidad, horas antes que todas estas fuerzas se manifestaran, Cárdenas presidió una discreta ceremonia en el Monumento a la Revolución para conmemorar el aniversario 61 de la expropiación petrolera. Desde ahí convocó al doctor Zedillo, pero ante todo al país, a debatir primero, y a decidir colectivamente, por medio de un referendo, el futuro de la industria eléctrica. Pero, asimismo, el jefe del gobierno capitalino expuso un programa de seis puntos, que sería eje del próximo gobierno federal, y llamó a conformar una amplia alianza política para impulsarlo. Poco más tarde, las fuerzas pioneras de esta alianza colmaban el Zócalo.

Sin embargo, mientras Cárdenas hace política de alta escuela, su partido, el PRD, se debate en medio de la confusión. Las elecciones internas del domingo pasado no lograron sino constatar que en México nadie escapa a la perversa cultura del PRI. En un país donde, tras la dictadura de la monarquía española, transcurrió casi un siglo de guerras civiles antes de la dictadura militar de Díaz, al cabo de la cual hubo otra década de guerras civiles antes de la dictadura electoral del Partido Revolucionario Institucional, Ƒalguien puede honestamente exigir que exista, porque sí, una cultura democrática?

ƑCómo sentar las bases para fomentar el desarrollo de una cultura verdaderamente democrática entre las ruinas de un sistema autoritario? La respuesta es clara, aunque no fácil: fundando nuevas instituciones, respaldadas por el consenso, que actúen con rigor implacable en la hora del conflicto. Esto es lo que no tiene el ''gobierno'' federal ųni instituciones, ni consenso para resolver los enormes problemas del paísų, pero en cambio, es lo que construyó la dirigencia de Andrés Manuel López Obrador en el PRD ųdos instituciones internas, llamadas Comité de Servicio Electoral y Comisión de Garantías y Vigilanciaų, que le permitirán sacar a su partido de esta crisis y al mismo tiempo dar una última lección de astucia política y autoridad moral, antes de dejar su cargo.

López Obrador anticipó un semestre las elecciones partidarias, previstas para agosto, a fin de evitar que, si hubiera líos, éstos contaminaran vísperas de los destapes en todos los frentes políticos del país. En segundo término, se colocó al margen de la contienda, en una actitud tan estricta que muchos se la reclamaron, y dejó todo en manos del Comité de Servicio Electoral, una instancia que el domingo pasado falló en variados aspectos técnicos, por falta de recursos, pero que no indujo los favores del aparato en beneficio de ningún aspirante. Ahora que por todas partes saltan evidencias de acarreos, alteración de actas, robo de urnas y otras anomalías deleznables, creadas por la cultura priísta pero adoptadas por numerosos cuadros y líderes pequeños y medianos del PRD, ha entrado en acción la Comisión de Garantías y Vigilancia, y el martes próximo deberá dictaminar si la elección fue tan sucia que debe ser anulada, o si por el contrario, una vez descartados todos los votos que fueron depositados en las urnas o añadidos al conteo en forma fraudulenta, es posible anunciar, sin la sombra de la duda, el nombre de quien ganó.

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Todo tiene solución en México. Cárdenas, el jueves, ofreció una salida alternativa al proyecto privatizador de la industria eléctrica dictado por el Banco Mundial y acatado por Zedillo. La sugerencia del jefe del gobierno capitalino está lejos de ser estatólatra o nostálgica del viejo nacionalismo revolucionario. ''Hacen falta, nadie lo pone en duda, nuevas inversiones para aumentar la capacidad de generación (de energía eléctrica) en el país. Existen en la ley esquemas mediante los cuales los inversionistas privados pueden participar. Si alguno de estos esquemas obstaculiza la inversión privada, ya permitida por la ley, que se revise. Y la nueva inversión, la que pueda proceder de fuentes privadas, debiera orientarse, toda, a nuevos proyectos, no a la compra de las plantas existentes y en ningún caso a la compra de las hidroeléctricas que hoy, al estar completamente amortizadas, ya sólo producen utilidades. En el caso de las termoeléctricas existentes, donde se requiera inversión para modernizarlas, cabría asociar la inversión privada con la Comisión Federal de Electricidad. Debiera quedar muy claro, en la ley, que la inversión privada es aceptable, a condición que aumente la capacidad de producción eléctrica, no simplemente para sustituir a un dueño por otro'' (el Estado, dice el tonto del pueblo, por los amigos del presidente).

Todo tiene solución en México. La crisis interna del PRD, por más grave que parezca, será resuelta por medio de la legalidad. La guerra civil que amenaza al estado de Guerrero puede ser conjurada a tiempo si el Tribunal Federal Electoral se conduce con honestidad y accede a la justa petición de revisar el proceso en su conjunto. La huelga en la UNAM, citada ya para el 15 de abril, puede ser atajada a tiempo si el doctor Francisco Barnés adopta una actitud flexible y revoca una decisión del Consejo Universitario que sólo incrementará 3 por ciento los ingresos de la máxima casa de estudios, pero abre la posibilidad de que las colegiaturas aumenten cada año hasta que se vuelvan inaccesibles para la gran mayoría.

 

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Hay, desgraciada o afortunadamente, según se vea, dice el tonto del pueblo, dos cosas que no tienen solución en México. Una de ellas es el PRI. No acababa el presidente Zedillo de comprometerse el 4 de marzo a fijar las nuevas reglas para elegir a su presunto heredero, trabajando con el equipo de Mariano Palacios, cuando el miércoles 17, en forma sorpresiva, el oscuro político queretano se colocó detrás de sus gigantescos anteojos ante el Consejo Político Nacional y presentó su renuncia.

La repentina jugada provocó reacciones instantáneas de asombro y en seguida desencadenó un profundo malestar en todos los flancos del partido del régimen. De inmediato, y de la misma manga por la que asoma la mano del dedo que se cortó y que ahora se ha reimplantado, Zedillo sacó a José Antonio González Fernández, secretario del Trabajo, para convertirlo en su operador personal, con el evidente propósito de servirse de él en las azarosas maniobras del destape.

En su primera declaración, al inscribirse el jueves como único aspirante a la presidencia nacional del PRI, González Fernández afirmó que tratará de quitar los candados estatutarios que prohíben a los tecnócratas del gabinete convertirse en presidenciables. Todo el mundo comprendió, de esta suerte, que el futuro líder histórico del priísmo estaba insinuando que el verdadero tapado podría no ser Francisco Labastida Ochoa, como es ya del dominio público, sino José Angel Gurría, el secretario de Hacienda.

Golpeado por el shock, el propio jueves, Labastida Ochoa viajó a la ciudad de Monterrey donde, en su afán por seguir iluminando al país con su clara orientación política, ya no dijo que la consulta nacional que se realizará mañana en todo México es ''absurda'', ni que el Partido de la Revolución Democrática ''simpatiza'' con el Ejército Zapatista, sino que ''el PRD tiene simpatías en parte con el EZLN y en parte con el EPR''.

Lo cierto es que a pesar de tan esclarecedores conceptos, y no obstante la campaña de prensa, radio y televisión, coordinada por Labastida con el fin de desacreditar el insólito ejercicio democrático de mañana, la consulta servirá para corroborar que, en la opinión pública, es obvio que el ''gobierno'' se negó a cumplir los acuerdos de San Andrés para seguir teniendo el pretexto de mantener a los indígenas chiapanecos dentro de un injustificable y costosísimo cerco militar, que le permite crear pánico nacional cuando al régimen o la bolsa le convienen, y repetir en julio del 2000 la fórmula psicológica de agosto de 1994, cuando el voto del miedo, entre otras cosas, llevó al triunfo al doctor Zedillo.

Por eso es tan importante participar mañana en la consulta.

En forma previa, y después simultánea a la consulta, hoy y mañana se llevará a cabo, en París, una Jornada Internacional por los Excluidos del Mundo, que reunirá a organizaciones solidarias de todo el viejo continente, así como a inmigrantes de Asia y de Africa, expulsados de su tierra por la miseria y la represión. Los temas centrales del encuentro ųavisan los y las de la Asociación Ya Basta desde Italiaų serán la lucha de los pueblos indios de México y la resistencia del pueblo kurdo, profundamente afligido por la captura de su dirigente histórico, Abdalá Ocalán, a quien los buenos campesinos de aquella nación sin territorio, pateados y escupidos por la prepotencia en todas partes, llaman con cariño El Tío Ocalán, hoy preso en Turquía y en riesgo de ser condenado a muerte.

 

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La otra cosa que no tiene solución en México ųšy no debe tenerla, nunca!ų es algo en verdad increíble. Agárrese usted, pues las torres de la catedral de Guadalajara están recubiertas con mosaicos šamarillos!, ribeteados con franjas šazules! Nada más, pero nada menos, que los colores del América, el adversario histórico de las Chivas.

 

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