n Inusitado y por momentos tenso desayuno en un exclusivo hotel de Polanco


Delegados zapatistas y empresarios compartieron palabras y alimentos

n El gobierno federal no ha sabido resolver el conflicto armado en Chiapas, coincidieron

José Gil Olmos n En uno de los hoteles más caros de la ciudad, a puerta cerrada, tres indígenas delegados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se reunieron con un grupo de los empresarios más importantes del país. Al desayuno inusitado asistieron también ex funcionarios, embajadores y periodistas, y por más de hora y media los 60 comensales no sólo compartieron el pan y la sal, sino también visiones distintas de un mismo problema que, coincidieron, el gobierno no ha sabido resolver: el conflicto en Chiapas.

Organizado por el reconocido empresario Juan Sánchez Navarro, al exclusivo Club de Industriales asistieron, entre otros: el ex procurador Ignacio Morales Lechuga, el ex canciller Bernardo Sepúlveda Amor, el ex gobernador y actual empresario Mario Ramón Beteta; el periodista Julio Scherer y el panista Juan José Hinojosa; el representante de Bacardí en México, Isaac Chertorovsky; el empresario de aseguradoras, Fernando Amerlinck; el abogado Néstor de Buen, así como los embajadores de Francia, Bruno Delaye, y de Polonia, Joanna Kozinska.

De los zapatistas, sólo los indígenas chiapanecos, comunidades de base del EZLN, Regina, Ramón y Marcos, acompañados por Rosario Ibarra.

El encuentro entre los integrantes del grupo rebelde y los empresarios se desarrolló de manera respetuosa, pero fijando posiciones, dijeron algunos de los asistentes. Los zapatistas atrajeron la atención de sus anfitriones, sobre todo para conocer de viva voz su versión de lo que acontece cotidianamente en sus comunidades de las montañas y la selva Lacandona.

Desde hacía varios meses, Juan Sánchez Navarro ųdueño de la Cervecería Modeloų había propuesto tender puentes de diálogo con el grupo guerrillero y ahora, a propuesta de algunos de los asistentes ųasiduos a los elegantes desayunos del Club de Industrialesų invitaron a los delegados zapatistas que se encuentran promocionando la Consulta Nacional por los Derechos Indígenas y el Fin de la Guerra de Exterminio.

Y, con esta intención, los tres indígenas chiapanecos llegaron puntuales a su cita en la colonia Polanco, a las ocho y media de la mañana.

El pasamontañas, la

manzana de la discordia

 

''Se dieron puntos de vista diversos con una enorme libertad; creo que es un principio útil para lo que buscamos todos los mexicanos: la concordia entre nosotros, la paz y la justicia'', aseguró Sánchez Navarro, al salir muy contento de la reunión ''que yo mismo organicé'', dijo.

A las puertas del hotel de gran turismo, donde los reporteros fueron desalojados por los elementos de seguridad, el llamado ideólogo del sector empresarial mexicano aseguró que en el desayuno se manifestaron todos. Pero lo que no comentó fue que su esposa, Teresa Redo Vidal, fue una de los participantes que con mayor molestia se dirigieron a los tres zapatistas. Sobre todo por traer pasamontañas.

''En mi casa me educaron a mostrar la cara'', recuerda uno de los asistentes que dijo la señora en la mesa a los zapatistas, que nunca dejaron su pasamontañas durante el desayuno, consistente en jugo de naranja, huevos a la mexicana y café.

Poco después de terminar la reunión, Sánchez Navarro había explicado a los invitados que nunca había llevado a su esposa a uno de los desayunos, pero que en esta ocasión ella le había pedido la invitara y que ya en la mesa pidió la palabra, ''y ni modo de no dársela''.

Marcos, delegado de las comunidades de base zapatistas, explicó entonces a la esposa de Sánchez Navarro que cuando no usaban el pasamontañas el gobierno los desconocía, y que por ello fue necesario ocultar el rostro.

Intercedió entonces Julio Scherer y, de acuerdo con la versión de otro de los asistentes, explicó que ''la capucha es un testimonio de valor que los identifica y no los oculta, y por ello no es condenable''.

Agregó: ''Su capucha se ha convertido en el rostro inocultable de lo que quieren, de lo que persiguen''.

Y ante los reclamos que también les hicieran de que los indígenas piden ''leyes especiales'', Scherer de nuevo apuntó que ''no se puede hablar de igualdad cuando hay opulencia y marginación'' en el país.

Otro que los increpó duramente, pero sin faltarles al respeto, fue el representante de Bacardí en México, Isaac Chertorovsky, quien hizo tres reclamos a los zapatistas: ''ƑPor qué se quejan de la presencia del Ejército si ustedes declararon la guerra?'', comenzó diciendo. Enseguida, el representante de la industria mundial de producción del ron inquirió a los indígenas sobre el porqué no permiten el consumo de alcohol en sus comunidades, si el Ejército incluso ha descubierto plantíos de mariguana en las zonas zapatistas. Y para concluir, criticó que las preguntas de la consulta sobre derechos indígenas ya tengan una ''respuesta predeterminada''.

Al momento de increpar a los tres delegados indígenas el ambiente se tensó, pero éstos le explicaron al empresario que si se quejan del Ejército es porque desde enero del 94 se declaró una tregua y el EZLN desde entonces no ha realizado ninguna acción militar. Luego, le aclararon que los plantíos de mariguana son de campesinos que apoyan al propio Ejército Mexicano. Para terminar, remataron explicando que la consulta es para escuchar y preguntarle al pueblo de México qué gobierno quiere y qué piensa de los derechos de los pueblos indígenas.

''No es necesario los ejércitos, les dije que está haciendo daños y que nosotros tenemos voluntad de dialogar y que no veníamos a dictar nada al pueblo, sino a invitarlos a analizar la consulta'', explicó más tarde Marcos.

Los gazapos del gobierno

 

Bernardo Sepúlveda Amor, ex canciller mexicano que participara en el Grupo Contadora, explicó en su turno el papel fundamental que jugó esta instancia internacional en el proceso de negociación de paz en El Salvador, y la pertinencia de su trabajo para recuperar el diálogo entre las partes en conflicto. Invitado por el líder empresarial Juan Sánchez Navarro, el ex diplomático hizo un exhorto a que el EZLN acepte el imperativo del diálogo con el gobierno porque, dijo, ''es más provechoso dirimir las diferencias''.

Nuevamente Marcos, el indígena, recuerda que contestó que no debería de tomarse como una ''súplica'' el diálogo con el gobierno, y que en todo caso esta solicitud no debería ser al EZLN ''sino al mismo gobierno federal que incumplió los acuerdos de San Andrés''. Uno de los comensales comentó enseguida: ''Tenemos 60 años diciéndole lo mismo al gobierno''.

Sorpresiva fue entonces la intervención del ex procurador Ignacio Morales Lechuga, que sin texto de por medio detalló puntualmente los errores jurídicos que ha cometido el gobierno federal desde 1994 en el conflicto chiapaneco, principiando con la designación de Manuel Camacho Solís como comisionado para la paz, cuando esta figura no existe en las leyes mexicanas.

Dicen los que lo escucharon, que la descripción del político veracruzano fue brillante y que se refirió a las comisiones Nacional de Intermediación (la desaparecida Conai) y de Concordia y Pacificación (Cocopa), cuyo papel ha sido fundamental pero ajeno a la normatividad, y habló también de la forma en que el gobierno federal ha ''incumplido'' los acuerdos de San Andrés y ''malentendido'' la iniciativa de autonomía indígena.

Hora y media duró el desayuno. La mayoría de los asistentes salieron sonrientes. El ex gobernador mexiquense, militante del PRI, Mario Ramón Beteta, caminando hacia su automóvil dijo lo que tal vez buscaron la mayoría de los zapatistas: ''Es muy interesante ver con los propios ojos un problema que sin duda existe en México y conocer reacciones personales''.

Fernando Amerlinck, acompañando a los indígenas a la salida del hotel, reconoció que muchos de los asistentes se mostraron a favor de la causa indígena y que de manera respetuosa propusieron construir los puentes de entendimiento y comunicación. ''Soy burgués, al menos eso me hicieron saber en la reunión, pero todos los que estuvimos ahí somos mexicanos; fue una reunión de mexicanos que buscamos soluciones a los problemas que ellos tienen en su región'', sintetizó.

Mientras los indígenas esperaban a las afueras del hotel, algunos les pedían tomarse una foto para el recuerdo. Los trajes y vestidos de diseño contrastaban con las ropas desgastadas de los zapatistas. ''Nos sentimos muy contentos y con el valor de decir a los poderosos nuestra palabra verdadera'', dijo Marcos antes de perderse, junto con sus acompañantes, por las calles de Polanco.


n Recorrieron el Palacio de Bellas Artes


Zapatistas se llevan un buen

recuerdo de la ciudad de México

Angélica Abelleyra n "šA todo dar!", dijo Martinely, "llevamos un buen recuerdo de México a nuestras tierras". Y, sin más, el zapatista que junto con otros 13 delegados recorrió ayer los murales de Rivera, Siqueiros y Orozco, volteó hacia el palacio de mármol para despedirlo con los ojos. Les esperaba todavía la Metropolitana, la Catedral de a deveras, pero al menos ya habían caminado un pedacito de la "catedral de la cultura de México", esa que con tal rimbombancia les había sido presentada.

David, Lenin, Amalia, Mareola, Arbey, Marcos (otro, no el sup), Juárez, Martinely, Roselia y su pequeño hijo, hasta sumar 14, arribaron a las escalinatas del Palacio de Bellas Artes justo a las 10:50 de la mañana, para conocer la obra muralística que ahí se resguarda, y también para abarcar los pasillos, ver las lámparas art decó, sentarse en el butaquerío rojo del teatro e imaginarse, sólo imaginarse, el telón que con diseño del Dr. Atl realizó Tiffany Studios de Nueva York. Porque, ante la ausencia de esa maravilla que se desenrolla en actos de gala para la high, la guía Patricia Sandoval, visiblemente nerviosa ante el tour sui generis, en cambio, les desplegaba el tríptico que muestra en miniatura esa pieza de 22 toneladas y un millón de cristales, ideada para proteger de un incendio en el escenario a las mil 800 personas que pueden allí aposentarse.

"Vean aquí", "volteen allá", les conminaba la guía, añadiendo, por supuesto, un "por favor", y los visitantes con pasamontañas y cachuchas de Boing dirigían la mirada hacia la zona sugerida: que si los barandales o plafones, que si la terraza o los pilares de mármol de Carrara, que si los trazos en pintura de los Tres Grandes que los visitantes querían tocar pero no pudieron.

Ante la curiosidad de niños de escuela que toman la visita como recreo, más uno que otro turista culturoso, del teatro en penumbras el grupo hizo una escala técnica en el baño que casi generó bronca. Un fotógrafo y un encargado de custodiar a la delegación del EZLN intercambiaron insultos, pues el reportero gráfico, denunció una parte, quería tomar in fraganti a los zapatistas en el mingitorio. El primero negó el hecho, y finalmente el zigzag de mentadas se tornó en pastillitas de menta repartidas a los indígenas de Chiapas para refrescarse.

Para alivianar el ambiente en el vestíbulo, antes de los dulces se había deslizado el comentario del editor Jermán Argueta: "Eso de que el mármol de los baños haya venido de otros estados y también Chiapas no es mera coincidencia... El baño tiene un sentido de templo, es un lugar espiritual que hace descansar el alma, aunque también evoca algunas perversiones...", dijo, tras lo cual algunos le festejaron el chiste, otros le lanzaron miradas acusadoras ante la jalada, pero finalmente el aliviane llegó junto con las seis mujeres zapatistas que había a otro pasillo a descargar la vejiga, simple y llanamente.

Aunque predecibles ambas, dos versiones del coloso blanco tuvieron los zapatistas durante su visita de una hora: la combativa pero chacotera que les ofreció a cuentagotas el citado Argueta, y la oficialísima lección de historia a cargo de las guías Sandoval y, luego, Margarita Rocha, quienes explicaban las ideas de "justicia, lucha por la humanidad y democracia" plasmadas en los metros confeccionados por Siqueiros y Orozco, así como las visiones encontradas entre el socialismo y el capitalismo que retrató Diego Rivera.

Con la bandera mexicana desplegada en todo momento ante sus cuerpos, los zapatistas se situaron frente a El hombre en el cruce de caminos y Apoteosis de Cuauhtémoc, de Rivera; Nueva democracia, de Siqueiros, y La katharsis, de Orozco, es decir, las pinturas monumentales con una ideología convertida en arte.

Infortunadamente, no atendieron la obra de Rufino Tamayo en México de hoy y en Nacimiento de nuestra nacionalidad, porque las guías provocaron que pasaran de noche ante los trazos poéticos del oaxaqueño y ante la fuerza y el lirismo de Manuel Rodríguez Lozano en La piedad en el desierto y la Alegoría del viento, de Roberto Montenegro.

Sin discursos, sin palabras sobre la consulta nacional por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios que vienen a promover para el próximo 21, el grupo se retiró de Bellas Artes justo al mediodía. Lo hizo con un regalo, además de la ultrapasteurizada clase de historia: reproducciones de cuadros que le mandó la sección D III-22 de los trabajadores del INBA, más algunos refrescos y botellas de agua que se repartieron antes de iniciar el recorrido por otra catedral: la situada en el corazón del país, ese que Martinely asegura se llevan como recuerdo.