La Jornada sábado 20 de marzo de 1999

Miguel Concha
La Iglesia y la consulta

Con una postura crítica y con la voluntad expresa de no querer ser utilizada por nadie de manera partidaria, puede decirse que en general y con diversos matices es positiva por razones de principio la postura de la jerarquía de la Iglesia católica hacia la consulta nacional por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios y por el fin de la guerra de exterminio que se verificará mañana, lo cual también es un hecho social y eclesial importante. El arzobispo de Oaxaca, por ejemplo, quien es también presidente de la Comisión Episcopal para Indígenas, expresó junto con su obispo auxiliar en un comunicado, el jueves pasado, que "sacerdotes, religiosas y laicos relacionados con el apostolado de la arquidiócesis, personalmente o agrupados, por conciencia cristiana y en el ejercicio de sus derechos ciudadanos, están participando en la realización de la consulta. La casa de la Iglesia y otros espacios parroquiales abrieron sus puertas con alojamiento y comida a enviados zapatistas". El propio obispo de Tehuantepec me comentó hace dos días por teléfono que más de mil delegados zapatistas encontraron y encontrarán en el Centro de Pastoral de la diócesis cobijo y alimento en su venida y retorno para promover la consulta.

No sólo eso. En su comunicado, los obispos de Oaxaca reconocen también "el esfuerzo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional por involucrar a los ciudadanos en el proceso de reconciliación y de paz en Chiapas y en toda la nación. La preocupación por los miembros más débiles e indefensos de la sociedad ųasientan con convicciónų es preocupación por el justo desarrollo de todo el país".

Ya desde el 8 de febrero, y como un servicio para los obispos de toda la nación, la Comisión Episcopal para Indígenas había afirmado, en un documento interno, que después se hizo público, que "la consulta es una oportunidad de que la ciudadanía exprese su parecer sobre puntos que interesan a todo el país". En ese mismo documento, que por falta de costumbre fue más bien leído negativamente (cfr. La Jornada, 14 de marzo, p. 18), seis obispos de la comisión mencionada afirman que "si la consulta es de alcance nacional ayuda a despertar la conciencia nacional". Y que todos hemos de tomar conciencia de la realidad indígena, "pues está de por medio la dignidad humana de cada uno en cuanto imagen de Dios y nuestro carácter indígena común como raíz fundante de México". Poco antes habían considerado: "Es pues loable que la ciudadanía participe en la consulta, y será mejor cuando la sociedad la considere suya, involucrándose indígenas y ciudadanos en general". Reconocen: "De hecho, destacan ciudadanos que se empeñan sacrificadamente y parecen no buscar interés personal. Pero la consulta puede aún ser mejor vista no desde un concepto o expectativa de parte, sino vitalmente desde la deteriorada situación social de México".

En su documento, la Comisión Episcopal para Indígenas reconoce también con acierto que desde enero de 1994 la emergencia indígena tiene un proceso ascendente en nuestro país y que lamentablemente fue interrumpido el proceso de negociación por la paz, cuando ya se había iniciado. "Y ahora se requiere creatividad para comenzar", dicen los obispos, quienes descubren que "en este supuesto se ubica la promoción de la consulta, buscando la paz justa por el diálogo".

"Hay que decir que participe la ciudadanía ųexpresanų, pensando en la promoción integral de los indígenas, dentro de un amplio horizonte cultural y democrático. Y que las preguntas, más allá de meras respuestas afirmativas, sean ocasión para que los mexicanos reflexionemos sobre la realidad de los pueblos indios de México, sobre la misma raíz indígena que integra nuestra identidad, sobre los caminos del diálogo democrático e incluyente contra el recurso a las armas y sobre la integración del México pluriétnico y pluricultural asentado en la Constitución".

El obispo coadjutor de San Cristóbal afirmó desde el domingo pasado que la consulta "es bienvenida, porque representa un esfuerzo para salir del problema por la vía pacífica". Y contra los que pretenden desvirtuarla por otros intereses, añadió: "No hay que irnos con espejismos o someter a los indígenas a otras visiones; si el conflicto se ha prolongado, no es porque ellos lo quieran. šQue quede claro, por el amor de Dios! La situación de los indígenas y desplazados es muy dura" (La Jornada, 14 de marzo, p. 18).