n Exigen que rechace la privatización o renuncie al SUTERM
Reclamos y mofa de electricistas contra Rodríguez Alcaine
Elizabeth Velasco C. n Leonardo Rodríguez Alcaine pasó ayer uno de sus días más amargos, al ser recriminado, impugnado y ridiculizado por más de medio millar de trabajadores que, por encima de intimidaciones, rompieron el silencio para exigirle que asuma ante el presidente Ernesto Zedillo y el Congreso de la Unión una postura abierta de rechazo a la privatización eléctrica, o que renuncie a la secretaría general del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) si persiste en negarse a representarlos.
Enardecidos, los trabajadores obligaron al también líder cetemista a recibirlos en el auditorio Oro y Plata del SUTERM, donde, en medio de gritos como "šYa basta!", "šUleeero!", "šRenuncia, güero!", "šQue lo sustituya Rosendo Flores"!, orillaron a Rodríguez a revelar que, según el gobierno, "15 mil trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas van a irse a la calle, pero con ustedes yo me comprometo a defender con mi propia sangre el contrato colectivo de trabajo".
A cada palabra de Rodríguez Alcaine se exaltaban aún más los ánimos. "šMentiroso, habla con la verdad!"; "Sí, Leonardito, cómo no!" Decididos, los trabajadores le arrebataron el micrófono ųel líder cetemista estaba al frente en un presidium en compañía de su comitéų, y más de una decena pasó a rebatir sus argumentos, a exigirle la realización de un congreso nacional en el SUTERM para definir la postura de todos los afiliados en torno a la privatización, y a adquirir el compromiso de manifestarse ante el propio Zedillo.
Los electricistas, mujeres y hombres de las secciones 123 y 186 de Tula, Hidalgo, abandonaron sus labores para manifestarse a las 10 de la mañana en las instalaciones del SUTERM. Llegaron en ocho camiones que pagaron con su propio salario. Para cuando Rodríguez Alcaine llegó a la sede sindical, minutos después, aquello era un hervidero. Cientos, con la resolución de hablar con él, lo esperaban con carteles de rechazo a la privatización y con el ánimo exhaltado.
Rebasado, el líder cetemista optó por recibirlos y, ya en el auditorio, con afán tranquilizador les aseguraba: "No hay ninguna privatización del sector eléctrico y habrá un respeto absoluto a nuestro contrato colectivo de trabajo". Aunque admitía: "Hay un grave problema que en lo personal me preocupa, y es el asunto de los jubilados, de los que están por jubilarse, y lo relativo a sus pensiones y prestaciones sociales".
"šEso es mentira!", le gritaban los trabajadores, al tiempo que los más decididos pasaron al frente a tomar el micrófono. De frente, le recriminaron las amenazas e intimidaciones de que son objeto por la realización de asambleas en sus secciones para definir su postura en torno a la privatización: "Te entregaron unas listas y grabaciones de lo que se dice en nuestras asambleas".
Le reclamaron también por las mutilaciones a su contrato colectivo en relación con el escalafón y las jubilaciones, así como el centralismo y verticalismo en la toma de decisiones. Y le espetaron: "No somos ignorantes, sabemos que las reformas que propone el Presidente significan la privatización de la industria eléctrica, y tenemos temor porque cada privatización ha dado como resultado despidos masivos, mutilación del contrato colectivo, pérdida de prestaciones. La experiencia no los dice. Allí están los ferrocarrileros, los telefonistas, los de Dina...
"Pero más allá del contrato y de los electricistas, lo que está en juego es el patrimonio de la nación, ante el cual nuestro empleo no vale nada, y tú lo sabes: tener la energía es tener el poder. šTenemos que defender el patrimonio de nuestros hijos!"
Rodríguez Alcaine, nervioso y descompuesto luego de más de dos horas, reclamaba: "Sus posturas se están politizando, al igual de la de los partidos de oposición".
La reunión se convirtió en un diálogo de sordos. El líder llegó al grado de espetar que no necesitaba consejos, y les dijo: "En 15 días "ordenaré a mi gente que vayan a las secciones a pedir la opinión de los trabajadores".
Y aunque prometió luchar por sus representados y llevar las inquietudes ante el Presidente, los electricistas, molestos, se trasladaron a la Cámara de Diputados a manifestar su repudio a la privatización del sector eléctrico, con la consigna de "dar la batalla hasta las últimas consecuencias".