n Gigantesca columna de obreros, estudiantes y campesinos hacia el Zócalo


Marchan miles contra intentos privatizadores

Elizabeth Velasco, Fabiola Martínez y José Gil Olmos n En el Zócalo capitalino no cabía ya ni un alfiler. Como en 1988, la Plaza de la Constitución fue ocupada por una sociedad irritada con el gobierno y que ayer hizo un pacto de unión para enfrentar los intentos privatizadores de las industrias eléctrica y petrolera, el incremento a las cuotas universitarias, la indefinición en torno al conflicto indígena en Chiapas, el "fraude" electoral en Guerrero, la restructuración en la burocracia y la imposición de una política económica "dictada" desde el extranjero por los organismos financieros internacionales. A una voz, miles de gargantas gritaron: "šYa basta!"

Miles, quizá más de cien mil, convocados por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), acudieron a lo que llamaron "una cita con el destino histórico del país" para recuperar la dignidad, las raíces de la Revolución Mexicana y de allí delinear un cambio de gobierno rumbo al 2000.

La gigantesca columna marchó durante más de tres horas desde el Angel de la Independencia hasta el Zócalo. La encabezaban dirigentes sindicales, políticos, estudiantiles, magisteriales, campesinos, de organizaciones populares y ciudadanas, jubilados que, en más de una ocasión, fueron rebasados por los contingentes que caminaron por el Paseo de la Reforma y se ramificaron por las calles de Madero, 5 de Mayo y 16 de Septiembre.

Al entrar a la Plaza de la Constitución formaron una sola corriente y entre empellones y el vigor de cada manifestante exclamaron: "šZedillo, entiende, la patria no se vende!", "šZedillo, privatiza tu fundillo!", "šZedillo y Salinas, el mismo batidillo!" El ingenio y la ira popular se centraron en la figura presidencial.

 

Contra el olvido

 

En esta magna concentración, los electricistas apostaron a no olvidar el pasado y a defender la soberanía del país. Rosendo Flores, líder del SME, dijo que existen gobernantes que quieren imponer el olvido. "Esos gobernantes pretenden empezar desde cero, como si eso fuera posible. Lo importante es el futuro, dicen, recalcan... Pero nosotros decimos que ellos mienten y con firmeza advertimos: šBasta!"

En la plancha de concreto, que no dejaba de recibir a los contingentes con sus gigantescas mantas y el puño en alto, el dirigente invocó al ex presidente Adolfo López Mateos y su histórico discurso de 1960, en el que propuso que la nación fuera la única propietaria de la industria eléctrica.

Exclamó que para los electricistas y para los mexicanos es imposible olvidar 45 años de explotación de la empresa extranjera y del capital imperialista "que hoy pretende retornar". De cara a la propuesta presidencial para abrir la industria eléctrica a la inversión privada, los del SME juraron lealtad a las raíces históricas y a la patria como propietaria inalienable de los recursos naturales. "La patria no tiene precio y la Constitución no se vende".

"Por eso ųagregóų el SME repudia a los que confunden soberanía con el derecho a vender la industria eléctrica al mejor postor, porque prostituye la esencia nacionalista que nos legó López Mateos".

Antes, la voz de Regina, delegada del EZLN, había hecho llegar a la multitud a la exaltación. Con frases pausadas, la indígena chiapaneca con pasamontañas exclamó: "šNosotros los zapatistas decimos que no queremos que se privatice la industria eléctrica; queremos que este suelo, el suelo de México y lo que produce sea de todos los mexicanos; la patria no se vende, la patria se vive, la patria se cuida, la patria se hace crecer, la patria se mantiene y no se deja morir!"

Al unísono, el colectivo respondió con las siglas de šE-Z-L-N! šE-Z-L-N! ..., que se mezclaban de uno a otro lados de la plaza con el grito: "šZedillo, entiende, la patria no se vende!"

Regina, con su palabra sencilla, volvió a captar la atención de la multitud. "Siempre nos han dicho que lo que hace el gobierno es porque no hay otra salida, y es mentira. Sí hay muchas salidas. La más importante es que ellos se vayan y dejen su lugar a gobernantes que sí quieran servir al pueblo, que sí busquen caminos que no destruyan a nuestra nación, que sí manden obedeciendo".

En el centro de la magna concentración los manifestantes levantaron a un electricista crucificado en postes de energía eléctrica; había pasado una hora y media y los contingentes seguían arribando.

Las mantas se agitaron, las voces arreciaron: "šFuera, fuera!...šNo pasará, no pasará!"

Habló también en defensa de la educación superior gratuita que, dijo, "es patrimonio nacional, es patrimonio de todos los mexicanos, y nuestra responsabilidad es recuperar el carácter público y gratuito de la UNAM".

Antes, el consejero universitario de la Facultad de Medicina Mario Sánchez Acuña, llamó a unificar la resistencia social y avanzar a un pacto de unidad. El derecho de rebelión, exclamó, es sagrado. El estudiante hizo un recuento de las "batallas" de la comunidad universitaria contra el plan Barnés, y advirtió que el movimiento estudiantil ya no tiene reversa.

"Desde esta plaza pública le advertimos al rector Barnés: ni sus amenazas ni el chantaje nos detendrán. Ya pusimos a discusión de todas nuestras escuelas el estallamiento de la huelga general como último recurso. No fuimos nosotros quienes cerramos el diálogo. Quien cerró ese camino fue el rector, que ni nos vio, ni nos oyó, que canceló toda posibilidad de interlocución al aprobar al vapor y en la clandestinidad su reforma..."

Convocó a un diálogo nacional en defensa de la educación pública y gratuita para el 9 y 10 de abril, y anunció un paro el próximo 24 de marzo en las escuelas y facultades de la UNAM.

Avanzada la noche, los campesinos de Guerrero con Félix Salgado al frente, cerraron este capítulo de acercamiento y reclamos comunes que culminó con la entonación del himno nacional y la V de la Victoria en alto.