n Se estrenó en México la obra más reciente del maestro Béjart
Ballet por la vida marcó un hito
en la memoria de Bellas Artes
n Es un homenaje a Freddie Mercury, Gianni Versace, Jorge Donn y las víctimas del sida
Mónica Mateos n Ballet por la vida, el estreno en México de la obra más reciente de Maurice Béjart, marca un hito en la memoria del Palacio de Bellas Artes al dejar diseminados ųen el escenario, en las mentes y corazones de los espectadoresų los muchos estallidos de pasión que fluyeron como líquido linfático de los cuerpos de 32 bailarines por obra, gracia y espíritu de la música de Queen y Mozart.
La creación maestra de un Béjart que, sin dejar de ser idealista, abre las entrañas del alma, es un grito bailado por la vida, es su homenaje a Freddie Mercury, a Gianni Versace, a Jorge Donn, a las víctimas del sida. Es una voz dancística que estremece.
Llamada también, a manera de clave secreta, El presbítero no ha perdido su encanto ni el jardín su esplendor, dicha coreografía sedujo por primera vez al público en enero de 1997. A ese estreno, efectuado en el teatro Challot de París, acudieron como invitados especiales John Deacon, Brian May y Roger Taylor, ex integrantes del grupo Queen, cuya música arma esta especie de tragedia griega por aquello de que germina en una madrugada y concluye al siguiente amanecer.
Terrible lucha contra la fatalidad
It's a beautiful day es la primera de 16 rolas del grupo británico que hace tronar bajo sábanas blancas a decenas de jóvenes cuerpos que nunca se rendirán ante la enfermedad. Time, let me live y el dramatismo de la guitarra de Brian May en Brighton rock son las primeras hebras del goce que les produce a los bailarines convertirse en figurines de Versace y proclamarse hacedores de delicias.
Béjart crea un cielo para cada uno de sus discípulos, quienes disfrutan hasta el más imperceptible movimiento de sus músculos. El maestro rencarna así no sólo en la eficacia técnica, sus muchachos, sino en su voluptuosa manera de expresar miedo y angustia, lo cual los mantiene inmunes al dolor de la muerte. Danzan al ritmo de I was born to love you para soñar que son mariposas y novias de ausentes.
Esta escena, que dura 103 segundos, transcurre mientras un personaje atraviesa el foro caminando sobre cubos pintados con las iniciales F.M. (Freddy Mercury), seguido por otros que tienen televisiones sobre sus cabezas.
En Bruselas, Béjart fue demandado hace un año por un director de escena que se sintió plagiado por el creador francés: ''El afirma que atravesar el foro de un teatro con televisiones en los pies (como originalmente era dicha escena de Ballet por la vida) es de su invención. Por tanto, nosotros pusimos esos aparatos sobre la cabeza de los bailarines, para evitar toda imitación. Sin embargo, considero que la demanda es un atentado grave a la libertad de creación", dijo entonces el coreógrafo.
En este punto aparece Mozart y su ópera bufa Cosi fan tutte para marcar una transición en el discurso narrativo y aprender A kind of magic, una especie de magia que vuelve posible, infatigablemente, hacer el amor y no la guerra. En Béjart, esto significa transmutar las pinceladas de sordidez o pesadumbre que se dejan ver cuando se escucha Thamos o Get down make love en colores brillantes.
Todos bailan, incluso sobre camillas, a pesar de la noche, a favor de la dulzura y sobre los acordes del Concierto número 21 para piano, de Amadeus. La lucha terrible contra la fatalidad no afloja un segundo: la luz es nuevamente convocada en la escena de playa, mar, arena, sol y el oleaje de You take my breath away.
Gil Roman, director adjunto del Béjart Ballet Lausanne, primer bailarín, cuerpo en erupción, irrumpe en el escenario con la pregunta que afrenta a su maestro: "Ƒpor qué ahora el amor nos hace la guerra a nosotros?" Se escucha Masonic funeral music K477 y luego la Sinfonía concertante in E Flat major K364 del genio que también muy joven se fue de la vida, el ánimo se entrega, suavecito, a la contemplación de los perfectos trazos dancísticos.
El show tiene que seguir
Dedicada a quienes en ese momento están ya engolosinados con el bramido de Béjart, llega la escena ''de los hombres solos", con Radio Ga Ga como eléctrico impulso que hace crepitar los poros: šhombres, hombres, hombres!, todos los millones de ellos caben y bailan en un cuadrito, son de todos colores y buenas formas, moviéndose como el coreógrafo manda. Y este creador es nada menos que un romántico empedernido que toma como pretexto el tema A winter's tale para desparramar sobre los cuerpos que se aman plumas de ángel, la ilusión que fácilmente brota de una almohada.
Sigue un momento de reposo, justo para ser tomado por quienes no deben olvidar deletrear: ''S... silencio, soledad, (e)spectáculo, I... incertidumbre, insomnio, ideal, D... delicioso, dolor, distancia, A... análisis, angustia, amor", y una lista interminable de nombres de amigos desaparecidos, entre los que se recita, bien fuerte Freddie, para que aparezca él, con sus tacones rojos entonando The millionaire waltz.
Otra vez suena Brighton rock para anunciar que el círculo se está cerrando. Gil Roman y su enorme sombra reflejada en una pantalla, Freddie y su Rapsodia bohemia, Béjart y sus pasiones lo son todo en un foro que se encamina al clímax.
En completo silencio, los 32 bailarines se acurrucan en un rincón y Jorge Donn colma la mirada primero, las venas después, con su imagen proyectada en un video donde interpreta su indómito Bolero, mientras Mercury desgarra el aire con I want to break free. La pasión del bailarín está ensartada en la creatividad de Béjart, y esa conjunción de talentos desata un voluptuoso torrente de ideas e imágenes que se instalan fogosamente en el espectador.
ƑCuánto tiempo tardará en que se desvanezca la sensación de haberse dejado penetrar hasta las tripas por la esperanza? No importa la respuesta, pues Béjart ha confirmado que no es frágil sino intensa como la certeza de que, como ahora bailan y cantan sus muchachos: el show tiene que continuar: The show must go on. El Ballet por la vida ha hecho gemir los años que a todos nos restan por morir.
(Hoy el Béjart Ballet Lausanne se presenta otra vez en el Palacio de Bellas Artes, a las 20 horas. Y mañana, a esa hora, en la Plaza de la Constitución, gratis.)