La Jornada viernes 19 de marzo de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

Son tantos los escenarios en los que al mismo tiempo se están produciendo hoy acontecimientos, declaraciones o cambios importantes, que por ello no se ha medido con suficiente precisión la profundidad y la importancia de la movilización nacional de zapatistas que, promoviendo su consulta nacional del próximo domingo, han conseguido ya un propósito de gran trascendencia: extender su movimiento por todo el país, pero no sólo en terrenos publicitarios o de imagen, sino de comunicación y convencimiento directo con miles de mexicanos, no sólo con aquellos de antemano dispuestos a solidarizarse con la causa chiapaneca sino, sobre todo, con sectores que hasta ahora habían sido lejanos, como los empresarios o como los jóvenes que no habían sido tocados por el embrujo zapatista.

La capacidad de movilización y de convencimiento de los zapatistas han producido una reacción endurecida del aparato oficial.

Como resultado del avance zapatista por todo el país, se ha buscado cerrar al máximo posible la difusión amplia de las históricas actividades de los chiapanecos, sobre todo en los medios electrónicos.

En dos programas noticiosos, uno de televisión, y otro que combina lo televisivo con lo radiofónico, se cancelaron ayer debates o entrevistas que habían sido programadas y confirmadas con toda anticipación. En ambos casos revoloteó la percepción de que altas fuentes de poder habían intervenido para que no se produjesen tales trabajos periodísticos.

Zapatistas de etiqueta

Pero el despliegue zapatista continúa. Hoy, a las 8 de la mañana, para dar un ejemplo, se reunirá una brigada de enviados del sureste con el grupo de empresarios, políticos y periodistas que desayunan juntos determinados viernes en el Club de Empresarios y que suelen invitar a algunos personajes a dialogar.

En esta ocasión, con los zapatistas como invitados, el problema fue de etiqueta: al exclusivo sitio no se puede ingresar sin saco ni corbata y mucho menos con huaraches, botas o tenis. Anoche se buscaban alternativas. Por lo pronto, se acordó aceptar que los paliacates al cuello suplan la corbata. Hoy se verá qué otros cambios aceptarían los zapatistas o qué concesiones harán los anfitriones.

Lo importante, desde luego, no está en los detalles de la vestimenta, sino en el acercamiento a esas zonas normalmente inaccesibles para la palabra directa de los zapatistas. En Michoacán, para citar otro ejemplo, un boletín gubernamental oficial acusó a los directivos de Organización Ramírez, la poderosa empresa de exhibición cinematográfica, de financiar mediante líderes magisteriales democráticos el arribo de zapatistas a aquellas tierras.

Otro punto interesante del deambular zapatista por el país se ha dado con estudiantes de instituciones privadas de educación superior. La Jornada San Luis ha documentado, en crónicas de Raúl Tortolero, la insólita aceptación que los encapuchados han tenido en una sociedad difícil, por su conservadurismo, como la potosina.

En diversas reuniones con jóvenes de universidades privadas, el saludo marcial de los zapatistas, con la mano izquierda colocada a la altura de la sien, fue correspondida plena, consciente, comprometidamente, por los estudiantes.

A pesar del silencio impuesto desde las cúpulas, por encima de las campañas de distorsión, el zapatismo ha avanzado, y de una manera trascendente, profunda, en una histórica semana de activismo.

Un aparato en crisis

La inconformidad cunde. Ayer, en la ciudad de México, confluyeron diversas manifestaciones de protesta. Lo mismo de trabajadores electricistas inconformes con la anunciada privatización zedillista, que estudiantes inconformes con la pretensión de aumentar cuotas escolares, que guerrerenses denunciantes de fraude electoral en su estado, que zapatistas promotores de su próxima consulta nacional, que ciudadanos de diversa procedencia hartos de problemas sin solución.

Pero no son sólo esas las muestras de enojo y de desesperación. El aparato cruje. La conducción (Pero, ¿Dónde está el piloto?, podría ser un éxito fílmico en este momento) política del país parece errática y confrontacional. El cambio democrático, pacífico y civilizado, aparece por momentos como una opción viable, como un proceso en curso, pero luego también los nubarrones y los desvaríos ensombrecen el panorama y desvanecen las esperanzas.

Marcha múltiple. Reclamos varios. Pasos sobre el asfalto, coros y consignas en la calle. La confluencia de reclamos similares frente a la ineficacia de los mismos responsables históricos.

Pero no sólo están allí los peligros para el septuagenario sistema político mexicano. También se están desarrollando con gran velocidad en el interior del PRI, estremecido por el fulminante despido de Mariano Palacios y de Carlos Rojas hecho el pasado miércoles, y por el aterrizaje del dedo supremo en la oficina principal de la Secretaría del Trabajo.

Y el timón se mueve peligrosamente de un lado a otro. José Antonio González Fernández aparece ya como el enviado presidencial para destrabar el asunto de los famosos candados estatutarios y para frenar la iniciativa presentada contra cuatro consejeros del IFE que no logró nada contra esos funcionarios pero sí, en cambio, juntar de nueva cuenta el agua y el aceite partidistas del PAN y el PRD.

Y así se resquebraja esa clase política tradicional: la dinosáurica en cuanto experta, la populista y no tecnócrata, la desplazada durante los sexenios de Miguel de la Madrid, de Carlos Salinas de Gortari y de Ernesto Zedillo. Esa clase priísta, hoy mayoritaria, se ha sentido injustamente lesionada por un arranque presidencial de humor cuyo sentido no parece otro que el sujetar con firmeza descarnada el control de la sucesión presidencial.

Por ello, Manuel Bartlett expresa ya sus preocupaciones graves sobre lo que está pasando en su partido. Y Roberto Madrazo se vuelve crítico del virtual dedazo operado en favor de González Fernández. Y dos que tres más arriesgan el disentimiento público, mientras la mayoría cuchichea sus enojos.

Pero el problema va mucho más allá de las marchas como las que ayer se conjuntaron en el Distrito Federal o de los enojos de los políticos de cúpula que en un dado caso pueden trocar con gusto sus disidencias por cargos o prebendas.

La inconformidad llega, por ejemplo, a los trabajadores electricistas cetemistas presuntamente dirigidos por Leonardo Rodríguez Alcaine. Ayer mismo, en el auditorio Oro y Plata del SUTERM, trabajadores enardecidos, despojados de controles de décadas, insultaron y abuchearon a la pintoresca Güera Rodríguez Alcaine. Desatados están los controles también allí, liberados en parte los ánimos críticos en la sede misma del corporativismo histórico.

Astillas: Una avioneta se habría desplomado ayer en tierras chiapanecas, con cinco militares a bordo que habrían muerto, según la información disponible a la hora de cerrar esta columnaÉ En Tabasco, y no hay que dejar de lado este dato, sino guardarlo porque es un indicio de la lucha interna priísta que podría generar una nueva escisión, Arturo Núñez y Humberto Mayans expresaron en público sus diferencias. Mayans se queja de que el aparato oficial apoya a Núñez para que sea candidato a suceder a Roberto Madrazo. Mayans se encamina cada vez más hacia una postura parecida a la de Pablo Salazar en ChiapasÉ

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