n La autonomía no implica división: León Portilla
Desoír a los indígenas puede hacer de México ''otra Yugoslavia''
Ciro Pérez Silva n Si el gobierno sigue sin prestar atención a las demandas de autonomía para los pueblos indígenas, se corre el riesgo de que México se convierta en ''una Yugoslavia'', afirmaron investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sostuvieron que la propuesta de autonomía no sólo está lejos de significar una división del territorio nacional, sino que representa la oportunidad de incorporar a esas comunidades de manera real al sistema jurídico y político del país.
Durante la Jornada de investigación y análisis de las insurrecciones de los pueblos indios en México: la rebelión zapatista en Chiapas, que se organizó dentro de los eventos de la Feria Internacional del Libro, en el Palacio de Minería, el historiador de la UNAM, Miguel León Portilla, sostuvo que los indígenas se manifiestan con la Bandera Nacional e incluso con la Virgen de Guadalupe, ''con todo lo que de alguna manera constituye la identidad de México, de tal suerte que yo no conozco ningún grupo indígena que no quiera ser mexicano''. Insistió en que el riesgo no está en reconocer las autonomías, ''el peligro es al revés: si no se presta oídos a las demandas, estos clamores irán creciendo y se pueden llegar a amorcillar, como los toros que nunca quieren morir, es un peligro terrible, y tenemos la experiencia de Yugoslavia, Ƒqueremos en México otra Yugoslavia por no prestar oídos al problema?''
A su vez, el integrante del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, Luis Villoro, aseguró que más allá de resolver problemas ancestrales que viven comunidades indígenas en Chiapas, el movimiento zapatista plantea un nuevo proyecto de nación para México contra un Estado centralista, unitario y homogéneo, que no tiene respeto por las diferencias.
Dijo que el proyecto es de un Estado plural, que reconocería todas las diferencias y con ello ''las facultades que tienen los diferentes de regir sus vidas conforme a sus propias reglas y leyes; regir su vida conforme a sus propias leyes se dice en griego: autonomía''.
Villoro dijo que este es el primer punto del proyecto zapatista, que se complementa con el de propiciar el poder, no para ese grupo, sino para la sociedad civil, que se constituye por todos los hombres y mujeres que se manifiestan y eligen su vida autónomamente en sus lugares de trabajo y donde desarrollan su vida personal.
''Un proyecto de poder de la sociedad civil no es el proyecto de poder de unos cuantos grupos burocráticos, técnicos o representantes de partido que una vez que los ciudadanos depositan su voto son ellos los que deciden el rumbo que ha de tomar el país. Un poder de la sociedad civil es de todos los ciudadanos que implica una democracia participativa y real que no contradice ni suplanta a la democracia representativa, sino que la complementa'', enfatizó.
Esa democracia, dijo el filósofo, es la que tratan de poner en funcionamiento los zapatistas ''con sus limitaciones, falta de recursos, torpezas y equivocaciones'' en la consulta, dejando que espontáneamente los ciudadanos se organicen en brigadas y se dirijan a los zapatistas para realizar la consulta. Se trata, dijo, de volver a ''ciertas virtudes'' de una ética política comunitaria para hacer a un lado ''el individualismo corruptor que nos corroe''.