Jean Meyer
De cine y política

El 21 de marzo la Academia de las Artes y Crítica Cinematográficas de Hollywood entregará un Oscar honorífico a Elia Kazán, el gran director que tiene ya 89 años. ƑPor qué no lo hizo antes?, si cuenta entre los cinco grandes K del cine: Keaton, Kieslowski, Kubrick y Kurosawa. Es que desde 1952 Elia Kazán está castigado como "soplón", "macartista", ultraderechista. Ciertamente, el 10 de abril de 1952, convocado por el Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso de Estados Unidos, Kazán dio ocho nombres de personas que habían pertenecido con él al Group Theater y que habían sido, como él, miembros del partido comunista en los años treinta. Desde aquel entonces corre la voz de que Kazán, si bien es un gran talento del cine y del teatro, es un ser vil y despreciable.

Abraham Polonsky y B. Gordon, que fueron víctimas de la lista negra anticomunista elaborada en Hollywood en ese tiempo, cuando triunfaba el terrible senador McCarthy, invitan al público de la ceremonia de los Oscares "a no aplaudir a Kazán si no se arrepiente antes". Además Polonski espera que "alguien le meta un balazo (a K), eso nos salvaría de una noche aburrida". Dicho ataque es muy simbólico: tanto la autocrítica pública como los nueve gramos de plomo remiten al mejor tiempo del estalinismo. Lo que no se le perdona a Kazán es que nunca se arrepintió, nunca pidió perdón.

Bueno, Siqueiros tampoco se arrepintió de haber intentado asesinar a Trotsky y de pedir perdón lo hubiera hecho por haber fallado. Pablo Neruda tampoco pidió perdón por haber escrito unas abominables odas a Stalin; ni Siqueiros ni Neruda se arrepintieron de la aprobación pública que dieron al aplastamiento de la revolución húngara de 1956 por los tanques soviéticos. Estaban en su derecho.

Paul Robeson, el famoso cantante norteamericano (1898-1976) y compañero de generación de Kazán, pro comunista toda la vida, defendió la represión en Budapest y la URSS hasta su muerte. Nadie se lo reprochó: era un admirable cantante. ƑA poco Kazán no es un admirable director, el inventor de Marlo Brando y James Dean? Tanto Robeson como Kazán siguieron la voz de su conciencia; con una diferencia: Kazán fue más lúcido que Robeson en cuanto a la naturaleza del comunismo soviético. Kazán no fue un macartista, sino un defensor de la libertad. Decir de él que era un fascista es como calificar a cada liberal norteamericano de la época de haber sido un agente estalinista.

Kazán no fue solo en 1952; Sterling Hayden, Lee J. Cobb, Jerome Robbins y otros más "denunciaron"; en 1949 George Orwell, el autor de Morir en Cataluña, La granja de los animales y 1984 dio al Foreign Office británico una lista de artistas, intelectuales y científicos que consideraba como "enamorados de la URSS al grado de perder su independencia política". En 1950 antiguos comunistas o "compañeros de marcha" como Koestler, Silone, André Gide, Richard Wright, Louis Fisher, etcétera publicaron El Dios que falló. Para todos, en esas peores horas de la guerra fría y del estalinismo no se trataba de un gesto mediocre o de una vendetta privada, sino de luchar contra la amenaza totalitaria que conocían demasiado bien, por haberla vivido desde adentro.

Kazán fue fascinado un tiempo por el comunismo y no lo olvidó nunca. Por eso, en sus memorias escribe que no se arrepiente, que sus motivos fueron claros y exclusivamente políticos: luchar contra esa "esclavitud del alma". Lo que eso le costó psicológicamente lo adivinamos en esas hermosas películas Nido de ratas y Los visitadores, dos historias de denuncias de ex amigos.

La academia reconoce hoy que Kazán es uno de los grandes del cine: Un tranvía llamado deseo, Viva Zapata, Al Este del paraíso, Esplendor en la hierba, Río Salvaje, América, América, El Arreglo.