Gustavo Rodríguez Elizarrarás
El debate por el futuro del petróleo mexicano

El 18 de marzo se conmemora un aniversario más de la Expropiación Petrolera. Acto que la mayoría de los mexicanos damos como ejemplo de acción soberana de un mexicano frente al embate del poder político y económico de empresas y naciones más poderosas.

Hoy, en los albores del siglo XXI, la globalización de las economías parece llevarnos aceleradamente a la privatización indiscriminada de lo que resta del patrimonio nacional. La industria eléctrica esta en turno. ƑCuál es el futuro del petróleo mexicano?

Frente a esta cuestionante es obligado revisar la conferencia en la que el director general de Pemex, Adrián Lajous, presentó ante la comunidad petrolera internacional, lo que podemos interpretar como el prolegómeno de la fase terminal del esbozado proceso privatizador de la industria mexicana del petróleo, particularmente en lo que se refiere a la exploración y explotación de los hidrocarburos (ver La Jornada, 16/12/98).

En dicha conferencia, Adrián Lajous hace un balance del colapso de precios ocurrido en 1998, presentando las causas del desplome del mercado, las estrategias seguidas por las compañías petroleras, las iniciativas de cooperación adoptadas por México buscando junto con otros países revertir la crisis y, lo más importante, algunas vías que están utilizando los grandes países exportadores para enfrentar la dramática caída de sus ingresos, entre otras, la apertura de sus industrias petroleras a la inversión extranjera.

Este último punto es el que más llama la atención porque, con suma destreza, el director de Pemex evitó hablar de México en forma explícita, dejando al lector la tarea de colocar al país en alguna de las categorías de país productor a las que se refirió, así como el cuidado de sacar las conclusiones del caso. En este artículo nos limitaremos a interpretar las entrelíneas del trascendental mensaje que, de hecho, pone en juego el futuro del petróleo mexicano.

Así, si colocamos a México dentro del grupo de países con infraestructura petrolera débil, con necesidades apremiantes de rehabilitación y mantenimiento, que ha tenido acceso limitado a capital y tecnología, entonces el discurso de Adrián Lajous puede interpretarse como el anuncio de la próxima apertura de la industria petrolera a la inversión extranjera ''bajo muy diversos esquemas contractuales'' (o más bien, hacer explícito el esquema velado que parcialmente ya se aplica).

En cambio, si colocamos a México dentro del grupo de países en los que la empresa estatal cuenta con una mejor dotación de capital, tecnología y capacidad de gestión, entonces se estaría anunciando que el gobierno federal se propone poner en práctica ''formas transicionales'' de participación extranjera, tal como lo ha hecho ya Venezuela, ya que la apertura de esas actividades pareciera que ''ofrecen menor oposición interna que la concesión de activos de mayor valor''.

Pero, queriendo interpretar positivamente el discurso, la lectura también acepta que Adrián Lajous estaría enviando un mensaje a los grupos nacionalistas, previniéndonos de la intención del gobierno federal de abrir a la inversión extranjera tanto los yacimientos marginales de petróleo, como las reservas de gas libre, dos estrategias a las cuales él se opondría por ser económicamente poco justificables en las circunstancias actuales. Se trataría, pues, de una llamada de auxilio a la sociedad para que lo ''ayude'' a contener las tentativas aperturistas.

Sin embargo, esa tercera interpretación conlleva una paradoja: ahora Adrián Lajous estaría queriendo detener, entre otros, uno de los procesos que ha venido impulsando enérgicamente desde hace algunos años: la creación de un mercado de gas natural en América del Norte. Cual aprendiz de brujo enfrentado a terribles fuerzas que él mismo desató, ahora estaría dando la razón a los que pronosticamos que la desregulación de las actividades down stream generaría tarde o temprano incontenibles presiones para conseguir la apertura de las actividades up stream. Y es que la lógica de ese mercado no podía aceptar por mucho tiempo un posición monopólica de Pemex, como quisieron creerlo los que han venido tomando decisiones en materia de hidrocarburos en los últimos años.

En el mejor de los casos, ese discurso traduce una dura pugna al interior del grupo gobernante entre, por un lado, quienes quieren abrir completamente la industria petrolera para obtener recursos financieros rápidamente y dar gusto a los que presionan desde afuera ųel FMI, el Banco Mundial y el gobierno de los Estados Unidos entre otrosų y aquellos que desean que el Estado conserve el monopolio en, por lo menos, algunas actividades de la industria petrolera. ƑCuál es el verdadero mensaje que quiso enviar el director general de Pemex?, Ƒquién ųo quiénesų es el destinatario? La palabra la tiene el propio Adrián Lajous. Estamos atentos. Esperamos que el próximo 18 de marzo despeje las dudas que a muchos mexicanos nos ha creado su mensaje.