La Jornada jueves 18 de marzo de 1999

PRI: RELEVO Y PERSPECTIVAS

Las salidas de Mariano Palacios Alcocer y Carlos Rojas Gutiérrez, de la presidencia y la secretaría general del CEN del Partido Revolucionario Institucional, son un relevo que se predecía hace varias semanas.

Los movimientos en la cúpula priísta parecen responder a diversos factores. Por una parte, ha de considerarse los malos desempeños electorales del partido oficial en los recientes comicios estatales de Zacatecas, Tlaxcala, Baja California Sur y Guerrero, en donde si bien el PRI obtuvo un triunfo electoral, fue a costa de refrendar una imagen cavernaria que parecía superada. Por la otra, la directiva priísta saliente no ha sido capaz de remontar la inocultable fragmentación que ha experimentado el tricolor de cara a la sucesión presidencial del año próximo.

Desde la perspectiva actual, tal elección parece implicar una coyuntura crítica y difícil para el partido del gobierno. Además de enfrentarse, en las elecciones del 2000, a las alternativas opositoras de poder real que se han desarrollado en el país en años recientes, el PRI llegará a esos comicios sin uno de sus componentes históricos fundamentales, es decir, sin la maquinaria disciplinada (y disciplinante) que ponía en manos del presidente de la República las decisiones últimas y que convertía al candidato oficial en sucesor automático. Aunque no debe desconocerse el todavía vasto margen de maniobra que conserva el titular del Ejecutivo en estos asuntos, no parece probable que, en esta ocasión, pueda imponer determinaciones indisputadas a los sectores del oficialismo ųla CROC es un ejemploų que transitan a una cada vez más abierta rebeldía.

En el proceso mismo de relevo de Palacios Alcocer y de Rojas Gutiérrez pudo constatarse una pequeña insubordinación, en materia de procedimientos, ante las instrucciones superiores; se creó así la novedosa circunstancia de una selección de dirigentes por voto individual y secreto de los integrantes del Consejo Político Nacional.

En términos generales, el gran desafío del momento en el manejo del partido oficial es avanzar a procesos de democratización interna que se traduzcan en fórmulas creíbles y atractivas para el electorado en los comicios del año entrante, y que ello no implique una desestabilización de la estructura partidista que, dada su simbiosis proverbial con el poder público, podría convertirse en inestabilidad y desasosiego institucionales.