A Francisco Labastida Ochoa no se le conocen ideas, sino exabruptos. Manejar la política interior consiste, según él, en dar manotazos a la mesa y amenazar a la oposición. A casi quince meses de su llegada a la Secretaría de Gobernación ha sido incapaz de ofrecer una salida decorosa el conflicto de Chiapas.
Fiel a sí mismo, deseoso de alimentar la leyenda que lo ubica como el comisionado para Chiapas de más bajo nivel y pobre desempeño que el Ejecutivo federal ha nombrado en poco más de cinco años, Emilio Rabasa se esmera en cometer más y más rabasadas. En enero de este año dijo en una conferencia de especialistas de procesos de paz, realizada en el ITAM, que la guerra en el Salvador había durado 30 años en lugar de 12. En el último número de la revista Proceso aseguró que el PT había presentado una iniciativa de ley sobre derechos y cultura indígenas, cuando ese partido apoya la propuesta elaborada por la Cocopa; propuesta que, acaba de afirmar, es šinconstitucional!
A coro, jefe y subalterno la han emprendido en contra de la Consulta Nacional por los Derechos de los Pueblos Indios y por el Fin de la Guerra de Exterminio, convocada por el EZLN. "Es absurda y amañada", dijo el tapado que quiere ocultar su rostro como precandidato presidencial del PRI. Sí, sí, sí, así es, añadió su empleado, en una muestra más de la imaginación e independencia política a la que nos tiene acostumbrado.
Ironías del juego de espejos de la política institucional, ahora resulta que dos figuras emblemáticas del autoritarismo presidencialista, dos personajes designados a dedo, dos funcionarios a los que se les desconoce cualquier credencial democrática, se rasgan las vestiduras ante un ejercicio democrático, como la consulta convocada por los zapatistas. Que a un político acostumbrado a pedir permiso arriba sobre lo que debe hacer le parezca "absurdo" el que se le pregunte a los de abajo sobre el rumbo a seguir, suena lógico. Desde su visión y experiencia, gobernar se reduce a promulgar bandos de conducta. Pero que un funcionario acusado de organizar fraudes electorales califique de "amañada" una iniciativa de democracia participativa, no hace sino evidenciar su intolerancia y desprecio a todo aquello que no sea política palaciega. Más aún, si representa a un gobierno que se ha negado a aprobar sistemáticamente las figuras de referéndum y plebiscito.
Descalificaciones semejantes sufrieron en su momento las consultas organizadas por grupos de ciudadanos para conocer el punto de vista de la población sobre problemas relevantes del acontecer político. Eso sucedió cuando se auscultó a los habitantes del Distrito Federal sobre su forma de gobierno; también cuando en 1995 se le preguntó a la ciudadanía sobre el futuro del EZLN; o cuando se solicitó la opinión de los morelenses sobre el hoy ex gobernador Jorge Carrillo; o cuando el PRD recogió el sentir nacional sobre el Fobaproa. Todas esas consultas terminaron, a pesar de las campañas gubernamentales en su contra , obteniendo resultados favorables. Al frente del Ejecutivo del Distrito Federal se encuentra hoy un jefe de Gobierno electo; Carrillo Olea ya no es gobernador de Morelos; los zapatistas rompieron el cerco en 1995, y aunque el PAN y el PRI aprobaron Fobaproa, tuvieron que pagar un altísimo costo político.
Es falso que las respuestas a las preguntas de la consulta sean de obvia resolución. Un recuento del debate sobre el tema muestra que las opiniones que hay son encontradas. Las interrogantes planteadas condensan el centro del diferendo. Por ejemplo, hay quien sostiene que los pueblos indígenas como tales no deben de ser incluidos en la construcción de un México nuevo, pues consideran que al ser mexicanos su identidad india debe desaparecer. O hay quien afirma que los indígenas no deben tener derechos especiales reconocidos en la Constitución. En el gobierno hay un abierto rechazo a reconocer los acuerdos de San Andrés. ƑA poco el secretario Labastida está de acuerdo, como lo afirma la tercera pregunta, en que el país se desmilitarice y los soldados vuelvan a los cuarteles? ƑO desde cuándo cree que el gobierno debe funcionar sobre la base del "mandar obedeciendo"?
No, las preguntas que plantea la consulta zapatista no están amañadas. Sus respuestas no están inducidas. Su difusión ha ido acompañada de un intenso debate. Se puede responder sí o no o no sé. Si sus críticos votaran en ella y fueran consecuentes tendrían que votar por el no. Su rechazo a la consulta no parte de "objeciones metodológicas", sino de la profunda aversión que les provoca la democracia participativa, o la democracia a secas.