PRD: IRREGULARIDADES Y DEMOCRACIA
Las elecciones realizadas el domingo por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) para renovar a sus directivas nacional y capitalina distan de ser un ejercicio democrático impecable, pero constituyen un importante paso en el desarrollo de la cultura cívica de la sociedad y en el establecimiento, en el país, de normas interpartidarias participativas que trasciendan las decisiones cupulares, los designios de grupos de notables y los dedazos.
Es imposible desconocer, en efecto, las denuncias sobre irregularidades, las impugnaciones, las prácticas desaseadas y los graves errores técnicos que ocurrieron durante la jornada del domingo ųpor mencionar un solo caso, la no instalación de cerca de 60 casillas en la región del istmo de Tehuantepec, lo que impidió sufragar a miles de votantesų, así como las inoportunas proclamas de triunfo por parte de los principales contendientes a la presidencia del CEN del PRD, Amalia García y Jesús Ortega, mucho antes de que el organismo electoral del partido proporcionara tendencias sólidas. A ello ha de agregarse la actitud de la candidata perdedora a la presidencia del PRD capitalino, Dolores Padierna, la cual descalificó la elección en su conjunto y atribuyó su derrota a un supuesto "fraude".
De acuerdo con los datos disponibles 24 horas después de cerradas las casillas, las prácticas irregulares no fueron escasas, en el país y en el Distrito Federal, pero parecen ser expresión del generalizado atraso político y de rivalidades localizadas, y no de un operativo a gran escala ni de una determinación de la directiva partidista para alterar el sentido de los sufragios. En otros términos, en los comicios internos del PRD se ha manifestado la subcultura política que aún prevalece en diversos sectores de la sociedad.
Estos hechos no deben eclipsar la trascendencia que este ejercicio imperfecto, pero democrático, tiene para la vida política del país en su conjunto, toda vez que el resto de nuestras organizaciones partidarias distan de someter la selección de sus autoridades a la voluntad de sus militantes. Acción Nacional ųque acaba de renovar su Comité Ejecutivo Nacionalų lo hace en convenciones cerradas, en tanto que en el PRI el nombramiento del presidente del partido sigue siendo una potestad tácita del mandatario en turno.
En otro sentido, los saldos ųpositivos y negativosų de los comicios perredistas del domingo permiten prefigurar los obstáculos y las inercias a los que habría de enfrentarse, multiplicados, la propuesta de construir una candidatura presidencial unitaria de la oposición para los comicios del año 2000.