Masiosare, domingo 14 de marzo de 1999


Los primeros dólares de


PEMEX


Jesús Martínez Saldaña


Nacido en una región demigrantes del Bajío michoacano, el autor pasó 27 de sus 38 años en Estados Unidos. De regreso en México, es activo integrante de la Coalición de Mexicanos en el Exterior Nuestro Voto en el 2000, que busca lograr el derecho al sufragio para los 7 millones de nacionales que viven en el país del norte. En este texto sostiene que los migrantes construyen cotidianamente su categoría de ciudadanos, aunque se les quiere seguir viendo como ``simples braceros'', pachucos desnacionalizados o indocumentados víctimas. De muchas maneras, agrega, los migrantes han participado activamente en la construcción y transformación de México. Aquí, como botón de muestra, Martínez reproduce cartas enviadas a Lázaro Cárdenas en 1938. Testimonios de los primeros dólares para Pemex

¿Por qué soy mexicano?

Cuando tenía entre cinco y ocho años me interesaba encontrar respuesta a una pregunta que se atravesaba constantemente en mi camino: ¿Por qué soy mexicano?

En la búsqueda de posibles soluciones, recurría desesperadamente a todo lo aprendido, incluyendo las clases de historia y civismo de la escuela Leona Vicario, y las sesiones de catecismo a las que asistía cada sábado. Esas eran las principales fuentes oficiales de información que encontraba en Santiago Conguripo, mundialmente desconocido pueblo de migrantes en el Bajío michoacano.

Los momentos preferidos para las reflexiones eran las tardes, después de retornar de la escuela, y justo antes de empezar a ayudar a mi madre en la administración de nuestra modestísima tienda de abarrotes.

Entonces me sentía en libertad para soltar la imaginación. De vez en cuando, probablemente en los momentos de mayor ansiedad o frustración, volteaba al lejano cielo solicitando de las alturas una respuesta o, por lo menos, un poco de inspiración divina. No obstante el ferviente catolicismo de alguien que en esa etapa de la vida hasta consideraba seriamente el sacerdocio como futura profesión, Dios solía no apiadarse de mí.

Una tarde por fin me llegó la respuesta. Pensamientos exploratorios y reflejos involuntarios se combinaron para hacer que mi vista se enfocara en las líneas trazadas en las palmas de mis manos abiertas, en las cuales distinguía de manera clara e inequívoca una ``M'' perfectamente delineada en cada una de mis flacas extremidades. ¿Por qué tenía una ``M'' en cada palma de mis manos? Sin duda alguna, se me ocurrío pensar, ésta era la forma que Dios había escogido para identificar y agrupar a los seres humanos. Obviamente, ¡era su forma de decirme que yo era ``M''exicano, y quizás tambien ``M''ichoacano, o tal vez otro uno de los tantos ``M''artínez en el mundo!

Al quedar aclarado este misterio, surgían otras interrogantes de menor importancia. Por ejemplo, en lugar de ``M'', ¿tenían los franceses una ``F'' y los rusos una ``R''? Y los estadunidenses, ¿una ``E'' en una mano y una ``U'' en la otra? Como jamás había conocido personalmente a extranjero alguno o viajado a más de cien kilómetros de distancia de mi pueblo, me era imposible encontrar las pruebas para comprobar o refutar mis sospechas. Pero probablemente mi padre y las demás personas del pueblo que trabajaban en los campos californianos me informarían cuando retornaran a casa.

Nación y democracia

Ahora que ya soy un poco mayor y he vivido en Estados Unidos 27 de mis 38 años, y podido dedicarle algo de mi tiempo al estudio de la migración y temas relacionados, me doy cuenta que las identidades nacionales son obra de los seres humanos, no de Dios. Las naciones mismas, como señalan una infinidad de investigadores, son un invento relativamente reciente de la humanidad. Para Benedict Anderson, la nación es una comunidad política imaginaria que se imagina inherentemente limitada y soberana.(1) Eric Hobswam escribe que en el siglo XIX se creía que la conciencía nacional se situaba en el cuadrilátero formado por cuatro elementos (pueblo, Estado, nación, y gobierno) que coincidían. Hobswam duda que tal conexión orgánica haya existido en lugar alguno de la tierra, y en la actualidad ni siquiera es posible considerarla.(2)

Ernest Gellner es otro crítico de las interpretaciones ortodoxas de la nación. Al igual que otros investigadores, Gellner considera necesario establecer una distinción entre nación y nacionalismo. La nación, si se define como una forma natural o divina de clasificar a la humanidad, es considerada un mito por el autor. En cambio, el nacionalismo ``que a veces toma culturas prexistentes y las convierte en naciones, a veces las inventa y, con frecuencia oblitera culturas prexistentes: eso es una realidad'' generalmente ineludible.(3)

En la actualidad, sugieren Geoff Eley y Ronald Grigor Suny, la nación se ha convertido en un sitio y objeto de disputa, porque

También he aprendido, al igual que la mayoría de mexicanos, que nuestro país atraviesa por una etapa decisiva de su historia, en la que se disputan distintos proyectos de nación. Las propuestas, aun de las fuerzas políticas aparentemente más antagónicas, de todos modos tienden a perpetrar el modelo de Estado-nación liberal que tiene sus orígenes en las revoluciones francesa y estadunidense. Sólo hay dos que de alguna manera cuestionan el modelo hegemónico. Una es la sugerencia del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, la cual propone que nuestras definiciones de democracia y nación se modifiquen para incorporar, en términos igualitarios, a lo que Guillermo Bonfil Batalla llamó el ``México profundo''. La segunda es la totalidad de las experiencias vividas por los millones de mexicanos que han emigrado a Estados Unidos de manera temporal o permanente, y quienes, desde esa realidad, han exigido su derecho de pertenencia y participación en la vida política de la nación mexicana.

En ambos casos estamos hablando de sectores sociales que han sido excluidos, de jure y de facto, de los más fundamentales derechos de ciudadanía implícitos en el modelo de República liberal.

Para lograr la inclusión efectiva de la población indígena a la nación, y en consecuencia a la transformación de la nación misma, el EZLN declaró la guerra al gobierno federal.

Por otra parte, los mexicanos que desde fines del siglo pasado han participado en los procesos de migración internacional han canalizado sus inquietudes políticas por medio de varias campañas que surgen de manera intermitente a la luz pública. Una de las más notables, si no la más importante en la última década, ha sido la demanda por el voto extraterritorial. La lucha por el voto, indica Arturo Santamaría, data por lo menos a 1929, cuando sectores de la comunidad mexicana en California se organizaron para apoyar la candidatura vasconcelista a la presidencia.(5) Reapareció la demanda en 1988, como fenómeno relacionado con la creación de grupos de migrantes que se unieron a la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas.

Sin embargo, más allá de las posibles simpatías partidistas de quienes han encabezado recientemente la campaña por el sufragio en futuras elecciones presidenciales, es importante destacar que esta lucha por la redefinición de la nación mexicana también está estrechamente vinculada a la demanda más generalizada por la democratización nacional.

La identidad propia que los migrantes construyen es también la de ciudadanos, no de simples braceros, pachucos desnacionalizados, indocumentados victimados, o seres incapaces de interpretar y cambiar el mundo que habitan. Los activistas migrantes desean votar en futuras elecciones presidenciales y así gozar de la membresía política en la nación. Quieren que su voto cuente y sea respetado, que las autoridades sean responsables ante la ciudadanía, que la población migrante sea incluida en las decisiones migratorias, que se considere la representación extraterritorial, y otras cosas igualmente impensables e inaceptables para los autoritarios neoliberales que nos gobiernan.

Las demandas de los migrantes representan una forma de lograr la conciliación entre la vida cotidiana de la población migrante y el régimen jurídico de la nación. Intentar esa conciliación en las actuales condiciones nos ha conducido, por una parte, a una crisis del sistema político mexicano y, por otra, al surgimiento de un debate sobre la relación entre los migrantes y la nación mexicana. Esta es una dimensión de la historia nacional, y en particular de la migración mexicana a Estados Unidos, que seguimos ignorando o por lo menos desconociendo.

Existen muchos ejemplos para sugerirnos que las mujeres y hombres migrantes han participado activamente en la construcción y transformación de nuestro México. Los mexicanos migrantes son capaces de definir y alterar su identidad propia. El ser mexicanas y mexicanos, aun estando fuera del territorio nacional, les ha permitido intentar formas de organización y participación política que, en algunas ocasiones, desafían la lógica del Estado nacional y las ideologias nacionalistas que hemos heredado. Con sus actividades y propuestas, los migrantes señalan la urgencia de construir un México democrático e incluyente.

Pemex del otro lado

Los mexicanos en Estados Unidos se organizaron y movilizaron en muchas comunidades al norte del río Bravo para dar apoyo moral y económico al gobierno cardenista. De manera espontánea, en colaboración con representantes consulares o bajo el respaldo de sindicatos, iglesias, y organizaciones mutualistas, los migrantes reunieron escasos recursos para contribuir a saldar la deuda de la expropiación.

¿Por qué lo hacian? Los motivos se encuentran en las cartas que enviaron al presidente Cárdenas.(6) Los documentos nos permiten ver el significado del gobierno revolucionario y la nación mexicana para quienes, en 1938, padecían altos niveles de pobreza y discriminación en EU.

Las alusiones directas a los deberes que, como mexicanos, tenían ante el reto de defender la soberanía nacional e independencia económica aparecen de forma frecuente en la correspondencia de los emigrados.

Aquí presentamos los textos que dirigieron al presidente Cárdenas los migrantes radicados en Santa Bárbara, California, y también el texto donde se anuncia el surgimiento de la organización Hijos de México.

En otra misiva, Benito E. Peraza, establecido en Sonora, Arizona, llama al presidente ``un verdadero patriota y amigo de los trabajadores'' y promete reunirse con otros mineros de la región para ver ``en que podemos ayudar a nuestro querido Mexico'', al tiempo que se declara ``listo a su llamado en cualquier tiempo para servirle a mi Patria''.

Wenceslao Moreno y otros migrantes en Santa Paula, California, envían su aportación económica al sentirse impulsados por ``el amor a la patria''. Además, le comunican a Cárdenas que los suscritos ``nos ofrecemos a sus muy respetables órdenes y listos para cualquiera emergencia que pudiera suseder.''

NOTAS

(1)Benedict Anderson. Imagined communities: reflections on the origin and spread of nationalism. Londres-Nueva York: Verso Press, 1991.

(2) E. J. Hobsbawm. Nations and nationalism since 1789: programme, myth, reality. Cambridge, EU: Cambridge University Press, 1992. pp. 188-89.

(3) Ernest Gellner. Nations and nationalism. Ithaca: Cornell University Press, 1983. pp. 48-9.

(4) Geoff eley y Ronald Grigor Suny, ``Introduction: from the moment of social history to the work of cultural representation'' en Geoff Eley y Ronald Grigor Suny, (eds.). Becoming national. Nueva York-Oxford: Oxford University Press, 1996, p. 31.

(5) Arturo Santamaría Gómez. ``El movimiento vasconcelista en Estados Unidos y el voto mexicano en el extranjero'', s.p.i.

Todas las cartas citadas se encuentran en el Archivo General de la Nación (AGN), Vol. 433, Exp. 432-2-253-2-5.



Los hijos de México

Porterville, Calif. Junio 9, 1938

Sr. Presidente Lázaro Cardenas

... nosotros aunque lejos de Nuestra Madre Patria a la que nunca olvidamos, queremos tambien coperar con nuestro pequeno obolo por lo que nos honramos en mandar a Ud. esta pequena suma de dinero de cuarenta y cinco pesos ochenta y siete centavos ($45.87) que hemos podido reunir en fiestas organizadas dentro de la misma colonia residente en Porterville, California.

Suplicamos muy atentamente se sirva acusarnos recivo para comprovasion de la misma colonia. Poniendonos a sus ordenes, el comite organizado Pro-Redencion.

Presidente, Zeferino Perezchica

***

Yuma, Ariz.

4-28-1938

637 Madison Ave.

Señor Lázaro Cardenas

Primer Mandatario de La Nación.

Al mismo tiempo que ésta remito giro postal por valor de $5 D. cinco dollars para ayuda al pago de la deuda de redención de nuestro Pais, aun cuando es una insignificancia a nosotros los mejicanos nos queda la satisfacción de cumplir con nuestro deber, pues aunque nos encuentremos lejos de ella siempre sentimos lo que a ella endolese y con la esperanza que nuestras cenizas queden en nuestro querido suelo.

De parte de mi hijita Lucia Echávarri $2.D y de ésta su servidora $3.D pues, que comparado con lo demas es solo un grano de arena.

Antonia E. de Echávarri.

***

C.R. Cardenas

227 Anacapa St.

``HIJOS DE MEXICO''

Santa Barbara, Calif. Abril 17 de 1938

Sr. Renato Cantu Lara,

Consul de Mexico

Los Angeles, Calif.

Nos permitimos informar a Ud. que con fecha 15 del actual y por boluntad unanime de una gran cantidad de mexicanos de esta Ciudad, y su vecindad, hemos quedado constituidos en organizacion social, con titulo ``HIJOS DE MEXICO'' para trabajar en forma resuelta y efectiva permanentemente, en favor de la redencion de la deuda petrolera, porque hemos creido que el problema mencionado, compete tambien a los hijos de nuestro Pais que recidimos en el extrangero.

(...)

Asi como comunicamos a Ud. que nuestras remesas monetarias seran remitidas en los primeros dias de cada mes, y por el tiempo que sea necesario, tal es, Sr. Consul nuestro exclusibo propocito al decidirnos a colocar nuestro humilde contingente a favor de la independencia economica de nuestra Patria.

Y como esperamos contar con la confianza de Ud. le rogamos nos informe todo lo relativo a la suscribcion de los bonos de la deuda petrolera, teniendo la seguridad de colocar muy buena cantidad de estos, dado el enticiasmo por cooperar de nuestros conpatriotas en esta Ciudad.

POR LA PATRIA

Pte. Jose Limon

Nota: En todos los casos se respetó la ortografía original de las cartas.