La Jornada sábado 13 de marzo de 1999

ECUADOR: CRISIS Y MOVILIZACION SOCIAL

Cuando Alberto Fujimori tomó posesión como presidente del Perú, una de sus primeras acciones fue la aplicación de un severo torniquete a la economía peruana --al que se le llamó fujichoque-- que provocó, en un lapso muy breve de tiempo, un notorio aumento de los niveles de pobreza, ya de por sí considerablemente elevados en ese país andino.

Ahora, el mandatario de Ecuador, Jamil Mahuad, intenta repetir en su país el fujimorazo económico con drásticas medidas que incluyen el congelamiento parcial de todos los depósitos bancarios, el incremento del precio de los combustibles en 174 por ciento y el aumento de la tasa del IVA, que pasa de 10 a 15 por ciento. Así, al tiempo que salva del colapso económico a los banqueros, pero no a millones de sus ciudadanos, el gobierno ecuatoriano ha anunciado privatizaciones de empresas públicas y dictado el encarcelamiento de centenares de manifestantes que protestaron contra las medidas oficiales, consideradas por las autoridades de ese país como indispensables para lograr un préstamo de 530 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, Mahuad, a diferencia de Fujimori, no tiene ni el apoyo popular ni el sostén firme del ejército. Tampoco cuenta con el consenso de los industriales medianos y pequeños ni de los comerciantes, quienes han tenido que protestar contra una política de índole recesiva, cuando esperaban en cambio un apoyo estatal que sólo se ha concedido a los bancos. Para colmo, Mahuad adoptó esas medidas apenas terminada una huelga general de 48 horas que paralizó la economía ecuatoriana y que será seguida por paros similares anunciados por los sindicatos, estudiantes e indígenas organizados en el denominado Frente Patriótico, con el fin de instalar un "Congreso del pueblo" y formular un programa económico y social alternativo.

En esas circunstancias, Ecuador podría colocarse (por causa de la política económica antipopular de Mahuad) en un escenario de inestabilidad y enfrentamiento entre el poder estatal y el poder paralelo del "Congreso del pueblo", choque que podría polarizar tanto a la Iglesia --una parte de la cual está interesada en mantener fuertes lazos, sobre todo con los campesinos-- como a las fuerzas armadas, preocupadas por evitar una estallido social.

A todo esto hay que agregar que el Pacto Andino, uno de los intentos más viejos de integración sudamericana, recibe así otro duro golpe después de la separación de Chile y de las aspiraciones de Bolivia y Venezuela de afiliarse al Mercosur. En ese contexto, los efectos de las medidas económicas de Mahuad podrían afectar no sólo a Ecuador, sino a otras naciones de la región.

La crisis ecuatoriana es un nuevo ejemplo de los efectos nocivos para la economía de las naciones en desarrollo que tiene la aplicación de una política que privilegia al gran capital por encima de los intereses de las mayorías. Empero, no debe olvidarse que, a diferencia de otros países latinoamericanos, donde medidas similares han sido impuestas unilateralmente o no han podido ser revertidas con facilidad, la sociedad ecuatoriana cuenta, como eje de su resistencia, con un frente conformado por gran parte de los trabajadores y el movimiento indígena más amplio, organizado y politizado de toda América Latina.