n Fue un gran humanista comprometido, dijo el presidente de Alemania


Murió Yehudi Menuhin, lord del violín y

reconocido genio musical de esta centuria

Dpa, Afp y Ap, Berlín, 12 de marzo n Murió el lord del violín, Yehudi Menuhin.

Reconocido como uno de los genios musicales de este siglo, Menuhin falleció a causa de una insuficiencia cardiaca aguda, después de ingresar a un hospital de esta ciudad, debido a una afección febril. El artista iba a dirigir un concierto con la Sinfónica de Varsovia, el martes pasado, que debió ser suspendido por su enfermedad.

Nacido en Nueva York, el 22 de abril de 1916, de padres judíos rusos emigrados, Menuhin era un ser humano fuera de lo común. Fue uno de los violinistas más grandes de este siglo, pero además, se esforzó para que su nombre contribuyera a sustentar una tesis de la que nunca se apartó: ''El único antídoto contra la criminalidad ųdecíaų consiste en crear en la música una atmósfera de esperanza, confianza y alegría".

A los siete años, como ''niño prodigio", debutó en un escenario ante nueve mil personas en San Francisco con el concierto para violín de Mendelssohn; tres años después tocó en París, y uno más tarde en el Carnegie Hall, de Nueva York. Cuando cumplió 13 se presentó con la Filarmónica de Berlín, dirigida por Bruno Walter, donde ocurrió un incidente que lo hizo famoso: Albert Einstein lo esperó tras bambalinas, lo abrazó y declaró: ''Ahora sé que hay un Dios en el cielo".

Tocaba con una seguridad instintiva que su madre, ambiciosa y sobreprotectora, trató de mantener intacta cuidando su ''verdadera vida", que lo mantenía alejado de escuela y mujeres. A los 19 años, Menuhin tuvo una crisis, pues había ofrecido 110 conciertos y se sentía gastado y vacío, por lo que se retiró año y medio de los escenarios. En 1939 se estableció en Londres, se naturalizó suizo en 1970 y finalmente británico en 1985, tras lo cual fue nombrado lord por la reina Isabel II.

 

Promover tolerancia y hermandad

 

Durante la Segunda Guerra mundial ofreció más de 500 conciertos para las fuerzas aliadas y la Cruz Roja. En 47, actuó en el campo de concentración de Bergen-Belsen y, en un Berlín en ruinas, tocó bajo la dirección de Wilhelm Furtwaengler, por lo que fue objeto de censura en Estados Unidos e Israel. Menuhin simplemente declaró que lo hizo para promover la tolerancia y la hermandad, expresiones que para él estaban llenas de significado. Muchos de los honorarios de sus conciertos de la posguerra fueron donados a organizaciones alemanas de ayuda a los niños refugiados. Fue uno de los primeros que, después de la guerra, pudieron actuar en Jerusalén presentando obras de compositores alemanes, y en diciembre de 1989, cuando cayó el Muro de Berlín, se presentó en el Staatskapelle de Berlín oriental.

Los conoció a todos, tocó con todos y para todos: Elgar Toscanini, Busch, Furtwaengler y Karajan. Su talento como violinista y director de orquesta corría parejo con sus preocupaciones humanitarias y su trabajo como educador. Generoso con sus dotes artísticas y su tiempo, fundó un conservatorio que lleva su nombre en Gran Bretaña y creó una fundación en Bruselas. Poco antes de navidad, participó en una campaña a favor de la enseñanza musical, en su país de adopción porque, dijo, ''el arte refleja el refinamiento de una civilización. La música tiene una doble función: los demás lo escuchan a uno y uno escucha a los demás". Desde los años sesenta, empezó a dirigir cada vez más y en los últimos años ya no se presentaba como violinista. Por su prolífica labor recibió múltiples condecoraciones, entre ellas la orden al Mérito en el Grado de Gran Cruz y la Medalla de la Paz Otto Hahn, en Alemania.

Autor de varias obras teóricas escribió La leyenda del violín, donde la historia de ese instrumento le sirvió de pretexto para desgranar sus recuerdos y evocar los grandes encuentros de su vida, además para reiterar que la ''música es el hilo que une los corazones de los hombres, no sólo de manera simbólica sino en la realidad concreta". Su cumpleaños 80 lo celebró presentando una autobiografía apasionante, El viaje inconcluso.

Adorador de la forma como tocaban el violín los gitanos, era un hombre al que composiciones de artistas como Bela Bártok conmovían profundamente. Siempre buscó nuevos conocimientos por sobre las convenciones musicales ''clásicas" y son inolvidables las grabaciones conjuntas con el violinista de jazz francés Stéphane Grappelli y el citarista indio Ravi Shankar.

Su deceso causó consternación en Berlín. El presidente Roman Herzog elogió a Menuhin como el más grande músico de este siglo, ''su muerte ha empobrecido al mundo, pues era un gran humanista comprometido", señaló. Elmar Weingarten, gerente general de la Filarmónica de Berlín, dijo que ''Alemania debe estarle eternamente agradecido".

Casado en segundas nupcias con la bailarina Diana Gould, a Menuhin le sobreviven además de su esposa, cuatro hijos.