n Expertos opinan en torno al pago de cuotas
La universidad no debe ser reproductora de la desigualdad
Claudia Herrera Beltrán n Las diversas posiciones en torno al tema del incremento de las cuotas en la UNAM llegaron ayer a un foro auspiciado por la Unesco. A propósito del financiamiento de la educación superior, el investigador de la Universidad de Harvard Fernando Reimers consideró que antes de debatir este asunto hay que aplicar una política integral que asegure el acceso de la población más pobre a la universidad, y que ésta no se convierta en un mecanismo de reproducción de la desigualdad social.
En el mismo sentido, el experto Manuel Ulloa criticó que el debate se centre en las cuotas y no en la caída de 46 por ciento del gasto federal en educación universitaria, mientras el titular de la Universidad Tecnológica de México, Manuel Campuzano, aplaudió la propuesta del rector Francisco Barnés.
El Foro Internacional Educación, Economía y Sociedad puso ųa decir de uno de los participantesų en grises y no en blancos y negros el tema del financiamiento de la educación superior, en el que de filón se tocó el asunto de las cuotas y luego fue abordado en entrevistas por separado con los participantes.
Preocupado porque las políticas de financiamiento no consideren los problemas de desigualdad social, Reimers consideró que los gobiernos tienen que aplicar medidas para asegurar que los jóvenes de escasos recursos lleguen a las universidades, con programas de becas que cubran no sólo el pago de colegiaturas, sino cursos que los preparen para aprobar los exámenes de ingreso.
El tema lo aludió en su exposición el rector de la universidad privada Unitec, quien apoyó la propuesta del rector Francisco Barnés de Castro de incrementar las cuotas y poner en marcha créditos educativos pues, dijo, contribuye a encontrar alternativas para financiar la educación superior que en los próximos 10 años va a duplicar su matrícula.
Más tarde, Pablo Latapí diría en una charla que no le interesa unirse a la polémica sobre el asunto de las cuotas. "He visto la película 15 veces y son muy malos tanto la calidad de la discusión como el argumento jurídico, social, financiero, histórico y cultural".
Cansado de que la discusión se ideologice siempre que se propone el incremento de las cuotas en la máxima casa de estudios, Latapí respondió que ya escribió un artículo sobre el asunto en 1970 y "no voy a opinar. Por cansancio no voy a entrar en el debate. No lo he hecho en (la revista) Proceso que es mi espacio".
Para el profesor de la Universidad de Harvard, el venezolano Reimers, es posible cobrar cuotas y poner en marcha créditos educativos, pero como políticas complementarias a una global que se preocupe porque 30 o 40 por ciento de la población más pobre acceda a la universidad. "Si no, se va a convertir en un mecanismo de reproducción de la desigualdad social", expuso.
Al comentar la exposición de Campuzano, el experto en desigualdad social y educación en América Latina, había expresado antes su preocupación de que la UNAM, "una de las universidades que posiblemente han hecho más esfuerzo por asegurar el acceso de grupos de menores ingresos a la educación superior", en los últimos cinco años haya bajado su participación de estudiantes de menores ingresos.
Por tanto, dijo, se requieren "sociedades meritocráticas en las que exista un mecanismo que al final de cada generación permita redistribuir posibilidades de privilegios en función de las habilidades y del esfuerzo y no de características que tengan que ver con la raza o la condición social".
Autor junto con Pablo Latapí de un estudio premiado sobre el financiamiento de la enseñanza básica en México, Manuel Ulloa consideró que Barnés debería estar más preocupado por la caída de 46 por ciento del gasto general en el sector, que por cobrar cuotas que van a representar apenas 5 por ciento del presupuesto universitario.
La propuesta del incremento de cuotas, explicó, coincide con las recomendaciones de los organismos financieros internacionales y los condicionamientos de los préstamos del Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, que exigen a los gobiernos disminuir el gasto en educación superior para otorgar créditos.
El otro problema, en opinión de Ulloa, es que la pretensión de cobrar cuotas elude una reforma fiscal de fondo que obligue a cada mexicano que contribuya de acuerdo con sus ingresos. "No es adecuado convertir a la universidad en una caja suplente de la Secretaría de Hacienda para querer recabar parte de los ingresos que deben financiar la educación".
Esta postura contrastó con la del rector de la Unitec, quien dijo que ante la escasez de recursos en México y las pocas posibilidades de educación gratuita para todos los mexicanos, se requiere racionar el gasto en enseñanza superior diversificando los esquemas de financiamiento.
Señaló que el subsidio gubernamental no debe desaparecer porque, junto con los donativos, sirve para invertir en investigación de largo plazo que la empresa privada no subsidia. Sin embargo, aclaró que se deben discutir otras alternativas como el pago de colegiaturas.
Este esquema, explicó, se puede combinar con una política que considere los méritos académicos para la otorgación de subsidios. La idea es "dar de baja a los alumnos de bajo rendimiento escolar que no pagan colegiaturas" y tolerar a los que reprueban y dan colegiaturas porque son menos costosos.