El año pasado, para preparar el 50 aniversario de la declaración universal de los derechos del hombre, crearon en Rusia un grupo llamado "Por una Acción Común" que trabaja para que los derechos civiles y económicos de sus conciudadanos sean definidos y respetados. Como en los tiempos del comunismo, el Estado es el primer responsable de la violación de los derechos del hombre; la novedad es que una sociedad civil en gestación protesta. Por más que su voz sea débil, no ha dejado de protestar contra la guerra de Chechenia en 1995, contra la pena de muerte, contra el abandono del millón de niños de la calle (50 mil sólo en la ciudad de Moscú), contra las condiciones inhumanas de las cárceles, la arbitrariedad de muchos arrestos; no se limita a denunciar sino que trabaja concretamente para defender a los más desprotegidos.
Escuchemos a esos rusos: "En la Rusia de hoy, millones de personas duran meses sin recibir el salario de su trabajo. Las pensiones no se pagan a tiempo, cientos de miles de refugiados no consiguen un estatuto correspondiendo a su situación y no reciben lo mínimo. La situación de los soldados empeora en un ejército en el cual reina un abandono monstruoso y una ausencia total de ley. El aparato de seguridad es uno de los principales autores de violaciones a los derechos del hombre; detenciones sin base legal, golpizas, tormentos... las instituciones callan y como los tribunales no defienden los derechos del hombre, las quejas no prosperan nunca. Las represiones políticas siguen; sus víctimas son representantes de organizaciones independientes (derechos del hombre, ecología, prensa, sindicalismo) que luchan contra toda forma de arbitrariedad y ausencia de ley".
Varios decretos firmados por el presidente, en el contexto de la lucha contra la criminalidad, contradicen la Constitución; así, un decreto del 14 de junio de 1994 permite a las fuerzas de seguridad mantener 30 días en la cárcel a los sospechosos sin inculpación, sin derecho a un abogado, sin contactos con el mundo exterior (La Constitución estipula que nadie puede durar más de 48 horas en estado de arresto sin una decisión de justicia justificando la medida).
Rusia vive una época extraña; hay progresos incontestables en el campo de la libertad religiosa, de la libertad de expresión, del derecho de conseguir, recibir y difundir información, del derecho de salir del país, de abandonarlo definitivamente, y de volver a entrar en él, de circular, de cambiar de residencia (sin embargo, la alcaldía de Moscú viola ese último derecho y mantiene el permiso soviético de residencia). Las violaciones de los derechos del hombre son menos políticas y más sociales, surgen otros problemas: el derecho a una vida decente, a un techo, a la protección. La gente le tiene miedo a la policía, los lugares de detención son infernales tanto para los condenados como para las personas que esperan un juicio. Los informes sobre la situación que impera en las cárceles son terribles: sobrepoblación en celdas, alimentación insuficiente, hambre, violencia, ausencia de asistencia médica, alta mortandad debida a todo esto. La situación es muy difícil en las cárceles para menores en donde falta todo, ropa, medicina.
El gobierno ruso ha prometido al Consejo de Europa abolir algún día la pena de muerte; como en muchos países la mayoría de la opinión pública es favorable a dicha pena y los diputados federales han rechazado su abolición. El presidente Yeltsin ha usado sistemáticamente de su derecho de gracia: 300 ejecuciones en 1991; 6 en 1992; oficialmente, desde agosto de 1996 no hubo ni una. Esa voluntad presidencial ha sido ratificada por la Corte Constitucional que abolió el mes pasado la pena de muerte.
El problema de la pena de muerte nos lleva a reconocer que, como en muchos países, la mayoría de la gente pide mano dura y no se preocupa mucho por los derechos del hombre. Así como en España hay gente para recordar que "en tiempos de Franco había orden y las calles de Madrid eran limpias", en Rusia la hay para recordar con nostalgia el orden soviético. Los tiempos son difíciles pero no hay que quedarse con una idea negativa: son rusos los que denuncian, los que luchan, los que ganan batallas de cada día y logran entrar en instituciones "cerradas" como el ejército, la cárcel, los orfanatorios, manicomios, casas de ancianos. Además hemos de recordar la parábola de la paja y de la viga.