Arnoldo Kraus

IMSS: grandes números, grandes preguntas

No tengo nada contra el IMSS, ni contra su director, ni mucho menos contra los médicos que ahí laboran. Pero con lo que no concuerdo es ser cómplice de números fríos que parecen inventar realidades o que desdibujan la cotidianidad de la medicina ahí ofrecida. Si se leen sin leerse las estadísticas, o si se escuchan como un mensaje incuestionable, habría que concluir pronto y desear que la cobertura del IMSS se extendiese para proteger a todos los mexicanos. Incluso, a vuelapluma, habría que plantear si en tales circunstancias sería acaso necesaria la medicina privada.

La realidad es otra: las grandes cifras publicadas recientemente por la seguridad social dan pie a grandes preguntas. No basta con que la idea central espetada por Genaro Borrego y convertida en dictum sea cierta. Entre el orgullo de que "no hubo la supuesta desaparición ni el anunciado desmantelamiento de la institución pronosticado por agoreros de infortunios", lo que se requiere es el balance. ƑQué opinan usuarios y empleados ųdoctores y no doctores- en relación con la calidad del servicio médico?

Se dijo, entre palabras y cantidades, que el Seguro Social hoy protege a 13 millones 611 mil personas, el mayor número de trabajadores en toda su historia. Se resaltó la bonanza financiera de la institución, pues el incremento en el gasto para este año, será 7.9 por ciento mayor a la inflación. Asimismo, debido a las finanzas sanas, se podrá renovar más del 60 por ciento de los equipos médicos y se llevarán a cabo 17 proyectos hospitalarios y la conclusión de 33 unidades de medicina familiar. Se explicó también que entre asegurados, pensionados y jornaleros agrícolas que se han afiliado, "el IMSS atiende a 55 por ciento de la población del país". La caterva estadística sigue: en los últimos cuatro años a través del Programa IMSS-Solidaridad se han incorporado 5 millones 387 mil 852 mexicanos y se espera cubrir un universo aproximado de 3 millones de trabajadores eventuales. Y... punto.

El punto es mi respiro y el del lector. Las estadísticas siempre apabullan, y aunque no cuestiono su fidedignidad, sé lo que no dicen. Es probable que Borrego Estrada también lo sepa, pues consignó que "las metas de este año son mejorar los procesos de atención en las subdelegaciones, disminuir los tiempos de espera en consulta, mejorar el servicio de urgencias y..." etcétera. El etcétera y los puntos suspensivos son también míos y son el pie a las grandes preguntas. Cuestiones que aquí formulo pero que sólo reproducen los sentires de quienes conforman el IMSS.

Si bien es importante que hoy se atiende al mayor número de trabajadores en la historia del IMSS ųhoy somos más mexicanos que ayer-, las cifras no bastan. De colegas que renunciaron he oído que el desabasto de medicamentos es crítico, que el número de pacientes se ha incrementado demasiado, por lo que la atención no es óptima, que los laboratorios no son siempre confiables, que en las clínicas periféricas o en múltiples centros de provincia las carencias no permiten ejercer la medicina con prontitud y calidad.

De algunos pacientes he escuchado que con frecuencia no se les revisa, sólo se les pregunta; otros comentan que a pesar de no contar con recursos, acuden a otras instancias gubernamentales o a la medicina privada, pues entre la espera y el transporte de ida y vuelta, invierten cinco o seis horas, mientras que la consulta dura sólo cinco minutos. Dicen también que las interconsultas con "especialistas" tardan mucho, que los médicos cambian "demasiado", por lo que no conocen el problema del enfermo, que con frecuencia tienen que costear sus medicamentos y que la atención es mediocre.

En los periódicos es lugar común leer denuncias por supuestas equivocaciones y, en la última semana, La Jornada nos ha enterado de que 20 mujeres portadoras de virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) han sido discriminadas en el hospital de ginecobstetricia del Centro Médico La Raza. No puede tampoco soslayarse la marcha que realizaron 3 mil trabajadores del IMSS en Monterrey, para exigir la reinstalación de cinco médicos cesados que participaron en el trasplante de dos córneas y dos riñones de un donador con VIH ųque, por cierto, realizaban trasplantes en una clínica que no contaba con banco de sangre, lo cual puede ser juzgado como un acto irresponsable del IMSS y heroico de los doctores.

La mejor respuesta a mis preguntas, o su anulación, queda formulada en la siguiente interrogación: Ƒcuántos altos funcionarios o sus familiares se atienden siguiendo las rutas de un enfermo "común"? Los números son inmensos y las estadísticas majestuosas. Será también ético que en ellas se incluyesen algunos rubros sobre calidad, eficacia y satisfacción.