Bernardo Bátiz
El partido de los empresarios
Con la elección del senador Felipe Bravo Mena, como presidente del Partido Acción Nacional, se consolida y se redondea la toma de este partido por los empresarios que desde la expropiación de la banca en 1982, decidieron adueñarse de él y hacer efectivo lo que anteriormente era tan sólo un ataque publicitario de sus enemigos, especialmente del gobierno.
En efecto, casi desde su fundación, los voceros oficiales y otros oficiosos señalaban al PAN como grupo político que defendía los intereses de los hombres de negocios de este país, lo que desde luego no era cierto entonces, pero que por lo que se ve, sí lo es ahora.
La historia es larga y podemos decir que en ella hubieron engaños, dobleces y traiciones, pero también ingenuidad, debilidad, descuido y falta de decisiones oportunas: de cómo se adueñaron los fieles del sistema capitalista y del libre mercado, de un partido como Acción Nacional, con principios ahora olvidados, muy cercanos a la doctrina social cristiana, con propuestas de rectoría del Estado y de justicia social, se ha escrito mucho y seguramente se escribirá más.
Hoy, podemos afirmar que con la llegada de Luis Felipe Bravo al cargo más alto en la dirección del partido, se cierra un ciclo que se inició con la candidatura de Manuel J. Clouthier a la gubernatura del estado de Sinaloa y que probablemente se planeó y preparó con anterioridad.
El actual presidente del PAN, que salió triunfador en la elección del Consejo Nacional del sábado pasado, fue hace no muchos años, el analista político del Consejo Coordinador Empresarial y todavía se logró en 1988 que la Comisión Política del partido evitara su candidatura a diputado de representación proporcional, propuesta por el ya mencionado Clouthier y apoyada por Luis H. Alvarez, pues entonces se adujo su cercanía con las organizaciones de los hombres de negocios y sus críticas al partido publicadas no hacía mucho en la revista Proceso.
Ahora, sin una carrera muy brillante y sin haber destacado mayormente como legislador, llega a la presidencia del partido que antes menospreció, contando con todo el apoyo de los neopanistas y de los grupos del capitalismo criollo a los que la jefatura de Luis H. Alvarez abrió la puerta del partido, no sin el apoyo abierto de Carlos Castillo Peraza y Diego Fernández de Cevallos.
Lo que se planeó desde la década de los ochenta ha culminado ahora; los panistas formados en los principios de doctrinas tradicionales, que aunaban la defensa de la dignidad y los derechos del hombre con la búsqueda de una justa y mejor distribución de la riqueza, han sido superados por los pragmáticos a los que en un principio no tuvieron empacho en servir y apoyar, y quienes ahora los arrinconan y relegan.
Al correr del tiempo, se ha visto cómo el proyecto político empresarial que hizo al PAN aliado del gobierno de Carlos Salinas, defensor de sus tesis económicas y su apoyo más eficaz en sus momentos más críticos, ha cuajado finalmente en una organización que muy poco tiene que ver con lo que fue el partido democrático de ciudadanos, defensor de las clases medias y pobres de la población, que se enfrentaba con escasos recursos, pero con mucho trabajo y mayor entusiasmo al gobierno y a su partido.
Es cierto que en
política nada es definitivo y que las cosas en el futuro pueden
cambiar y ojalá que así suceda, pero por lo pronto,
vemos en el puesto de presidente del PAN a un disciplinado funcionario
de las organizaciones de empresarios, sin duda preparado e
inteligente, pero ajeno, al menos en su formación
política inicial, a la doctrina del partido que ahora jefatura
y cómo nos asombramos de que es casi seguro candidato a la
presidencia de la República un folclórico individuo
salido también de los altos puestos de la empresa privada,
proclive a la incorporación de México a la nebulosa de
la cultura estadunidense, que se contradice un día sí y
otro también, y que por uno de esos misterios de la
psicología, no percibe cuál es su verdadera imagen, la
que el irradia y no la que le tratan de fabricar a toda costa sus
publicistas.
En fin, por lo pronto, parece que un ciclo se termina y que por lo
pronto, será el neoliberalismo, con los matices que se quiera,
la nueva doctrina de Acción Nacional.