La Jornada Semanal, 7 de marzo de 1999
En el marco de la Muestra de Cine de Guadalajara, que este año se llevará a cabo del 12 al 18 de marzo, se presentará la primera edición de la Breve historia del cine mexicano de Emilio García Riera, coeditada por Ediciones Mapa, la Universidad de Guadalajara y Conaculta a través de Imcine y Canal 22. Con más de cincuenta libros de cine publicados, la dirección de varias revistas y la fundación de un centro de investigación, entre otras cosas, hacen de García Riera el más importante animador de nuestra cultura cinematográfica. Aquí, entrevistado por çngel Miquel, habla de su más reciente obra.
Aunque son más conocidas las dos versiones de tu voluminosa Historia documental del cine mexicano, también has escrito antes que ésta otras dos historias ``breves''.
-Sí, la primera fue El cine mexicano, publicada gracias a mi amigo Vicente Rojo en la editorial ERA en 1962. Fue mi primer libro. Ahora lo encuentro marcado, casi de una manera ridícula, por el culto a la politique del auteur y escrito en el mal castellano de alguien que todavía no ha leído a Borges. Pero lo cierto es que se agotó y en su momento fue importante, pues fundaba de hecho la bibliografía seria (la bibliografía, no la literatura) del cine mexicano.
Mi segundo libro breve sobre el tema, Historia del cine mexicano, publicado por la SEP en 1986, corrió con una suerte rara que sigo sin entender. Me dijeron que se habían hecho 10,000 ejemplares, pero, si así fue, se agotaron con una rapidez que ni mis mayores accesos de vanidad pueden admitir. Mucha gente me aseguró no haberlo visto jamás en librerías. Era un libro con información puntual y estaba bien estructurado, pero sufrió esa extraña forma de distribución.
En fin, a la tercera va la vencida y espero quedar completamente satisfecho con el que acaba de aparecer.
-¿Cuáles serían las principales diferencias de este nuevo libro con tu obra inmediatamente anterior, la Historia documental en dieciocho volúmenes?
-Las diferencias son dos. La primera es que la Breve historia es un libro que abarca un periodo temporal más amplio que la Historia documental. Esta empieza con los primeros experimentos de cine sonoro en 1929 y llega hasta 1976. En cambio la Breve historia abarca todo un siglo.
-Como dice el subtítulo, el primer siglo de cine mexicano.
-Sí. En eso hay además una broma, a nadie se le puede ocurrir que me encargue yo del segundo siglo.
-Sobre todo porque, a juzgar por la producción de los últimos años, pocos dirían que el cine mexicano llegará a un segundo siglo.
-Yo creo que el cine está en una crisis tremenda no solamente en México, sino en todo el mundo. Quizás el único lugar en el que se ha salvado es Estados Unidos, donde tiene un enorme poder económico. Pero las formas de reproducción audiovisual en las que el cine está inscrito y de las que ha sido parte sustancial en este siglo, seguramente sí llegarán a un segundo siglo en México.
Regresando al libro, al mismo tiempo que abarca un periodo más amplio que la Historia documental, abrevia drásticamente la información contenida en ella. De dieciocho tomos que tienen trescientas y pico páginas cada uno, se llega a uno solo de quinientas páginas que expone los datos fundamentales de lo que ha sido la historia del cine mexicano.
-Es una síntesis admirable. En cierto sentido se ve más fácil -aunque naturalmente, más laborioso- el trabajo de la Historia documental, en la que hay una ficha para cada película. ¿Cómo seleccionaste en este nuevo libro lo que debía entrar y lo que debía quedar fuera?
-Te aseguro que me costó mucho esfuerzo. Para un temperamento acumulativo como el mío y con esa especie de sed de absoluto que tengo, me costó abreviar. Pero debo decir que, aparte de cumplir con el propósito de celebrar el centenario del cine mexicano (un centenario y dos años, ahora), el libro cuenta completa la historia de la industria. Por industria del cine yo entiendo no la realización cinematográfica, sino la fabricación de celuloide atenida a consideraciones mercantiles, y por lo tanto sujeta al cultivo sistemático de los géneros. Industria es igual a géneros. Estos se han acabado, por fortuna, en mi opinión, sobre todo pensando en los dos últimos, la protopornografía vulgar y el cine fronterizo y violento. Al morir esos dos géneros, por razones que procuro explicar en el libro, murió la industria. Así, la aparición del libro coincide más o menos con el fin de ésta, que ha sido sustituida por la televisión. Hay quien me dice: ``qué dolor que murió el melodrama'', pero el melodrama lo tienes ahora en las telenovelas, ampliado a unos límites bigger than life, como dicen los gringos, más largos que la vida.
-Murió la industria, pero sobreviven los cineastas.
-Claro, han quedado los cineastas mexicanos. Y aquí me permito insistir en una comparación que he hecho otras veces: si cuando hablamos de literatura no pensamos en la industria editorial sino en escritores, y cuando hablamos de artes plásticas no pensamos en galerías de arte sino en pintores, será bueno que si hablamos de cine, pensemos en cineastas.
-En cineastas que son autores.
-Sí, aunque hay autores buenos y malos. Es autor tanto Luis Buñuel como Juan Orol. Si descontamos en Orol la parte mercantil, descubrimos a un hombre atraído por contar lo que le interesaba en la vida; por ejemplo, su manía de autobiografiarse es postura de autor. Lo que quiero decir es que hablar de cine de autor no es hablar de calidad sino de actitud.
-De acuerdo, pero a lo que voy es a que la industria -o, como tú dices, los géneros- puede prescindir perfectamente de los autores, buenos o malos.
-De hecho prescindió. En la Breve historia muestro, por ejemplo, que la boga del Indio Fernández fue mínima, y que comercialmente fue muy poco redituable para la industria; algo parecido ocurrió con Buñuel, quien tuvo sólo algún éxito económico en el mercado internacional. La industria mexicana de cine debe muy poco a los autores y muchísimo a los comerciantes. Dicho esto sin menospreciar a gente que logró conciliar la visión comercial con la otra. En esto es muy ilustrativo un libro que siempre recomiendo porque me parece el testimonio más importante de un cineasta mexicano, Vida cinematográfica de Juan Bustillo Oro, publicado por la Cineteca Nacional en 1984.
-¿Qué viene después de esta Breve historia?
-Mi proyecto principal es seguir con la Historia documental. El trabajo es difícil porque hay una falta desesperante de fuentes de información, pero vamos avanzando poco a poco. Es ya una obra colectiva en la que participamos varios investigadores. Por cierto, estoy muy orgulloso de haber despertado en otros las ganas de hacer las cosas, eso permitirá que la Historia documental se perpetúe indefinidamente. Por lo pronto nos apoyan la Universidad de Guadalajara y el Imcine, y esperemos que nos sigan apoyando al margen de los cambios que haya.